Jefferson Pérez, el hombre que llevó a Ecuador al Olimpo
El 26 de julio se cumplen 24 años de la máxima gesta del deporte tricolor, la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996
“Quisiera que me recuerden como aquel niño vendedor de diarios, que limpiaba carros, cargaba bolsas en el mercado, que un día soñó con ser el mejor, y lo logró. Ese niño estudió y en el deporte tuvo la oportunidad de crecer, ir a una universidad del exterior, sacar postgrados y demostrar que sí es posible cumplir los sueños”. Con estas palabras Jefferson Pérez resume el legado que le gustaría dejar, luego de haber ganado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.
Galápagos, el paraíso donde el deporte fluye
Leer másPoco después aquella hazaña sería reconocida, designando a esta fecha como el Día del Deporte Ecuatoriano.
Hoy, ya con 46 años, el andarín cuencano le cuenta a Diario EXPRESO detalles de aquella memorable jornada, mientras atiende a su madre, María Lucrecia Quezada, una persona no vidente de 80 años, cuya vulnerabilidad ante la pandemia de la Covid-19 exige cuidados especiales.
“¿Qué sentí cuando estuve cerca de la meta? Lo puedo resumir en una sola palabra... paz. Es como cuando uno ha estudiado tanto, debe dar el examen y entrega la hoja, sabiendo que dio lo mejor de sí mismo. Soy muy católico y hay una canción, Pescador de Hombres, que me sirvió como estímulo en los momentos más duros del entrenamiento. Cuando crucé la meta recordé aquella parte que dice ‘y mirándome a los ojos haz dicho mi nombre’. Soy una persona que sin tener grandes recursos le ofrezco este esfuerzo a un ser celestial y él me acepta, porque ese día no me lesioné, no tuve problemas emocionales y pude desarrollar mi talento al máximo nivel”, detalla Pérez.
Unos años más tarde, el mismo protagonista pudo ampliar su leyenda. Fue en Beijing 2008, pero al ruso Valeriy Borchim se interpuso en su camino entre él y la presea dorada de los 20 kilómetros marcha. Para 2016 los reanálisis retroactivos sobre un lote de muestras de esa cita olímpica y la de Londres 2012 le permitió al COI confirmar 98 casos positivos de doping, uno de ellos, el del rival de nuestro compatriota.
Por justicia, el oro debía pasar a su poder, algo que nunca se dio. Jeff tiene una lectura muy especial del caso.
“Mi madre siempre me dice ‘lo que rápido sube, rápido baja’. Si bien es cierto en Beijing obtuvimos un segundo lugar físico, he sido miembro de la Federación Internacional de Atletismo por cerca de diez años, a diferencia del deportista que fue sancionado de por vida. Él no pudo volver a competir nunca más, ni ser dirigente, ni ser entrenador, ni nada. Existe el oro a la transparencia, a la honestidad y esa medalla es eterna, porque las que dan por ubicación probablemente con el tiempo se pueden oxidar, pero una medalla a la dignidad es mejor que quedarse con la metálica y la condena de la sospecha eterna”.
Viendo la vida por el retrovisor, Pérez considera que en 1996 Ecuador no estaba preparado para entender la valía de un título olímpico. Siente que incluso a él -entonces con 22 años- le faltó madurez para multiplicar el efecto de aquella hazaña. En muchas ocasiones dejó que su ira y frustración ante “una sociedad injusta se desborde”, realizando críticas que no fueron bien recibidas por algunas personas.
Su constante búsqueda de la excelencia lo llevó a transitar por un camino desconocido por el ciudadano promedio y es por eso que cuando inició una nueva etapa en su vida necesitó ayuda profesional para adaptarse.
“Cuando el deportista de Alto Rendimiento llega al final de su carrera se enfrenta a un mundo diferente. A mí me pasó, y gracias a un sicólogo pude tener la reinserción social. Cuando comencé a trabajar a tiempo completo en la oficina para mí eso significaba siete días a la semana, de 12 a 16 horas al día, porque así era mi entrenamiento. Cuando quería tener reuniones de trabajo a las 21:00 o en feriado fue necesario que me digan, ‘oye, las personas tienen familia, vida social’. El deportista no vive así”.
24 años después de aquel momento histórico, Pérez considera que aquel día entendió que cada día representa un nuevo desafío.
SU LABOR MÁS ALLÁ DE LA PISTA
Jefferson Pérez obtuvo un diplomado en Ciencias Políticas en Estados Unidos, además de una maestría en la misma rama (en España). Hace 15 años lidera la fundación que lleva su nombre, que ha entregado miles de becas a niños en alto riesgo, algunos de los cuales terminan sus estudios universitarios.
De discurso es firme y frontal, considera que “a Ecuador se le ha privado de la oportunidad de tener más medallas olímpicas”, pero está seguro que el trabajo realizado durante décadas por entrenadores, deportistas y dirigentes pronto dará resultados.
Cree que de no haberse presentado la pandemia de la Covid, Tokio 2020 pudo haber brindado esa oportunidad. “Lamentablemente el festejo sería agrio, porque un triunfo olímpico serviría para lavar la imagen de algunos corruptos”.
Proyecta una imagen con mucha aceptación popular y por eso ha recibido propuestas.
“Muchas veces me dijeron ‘¿te gustaría ser Ministro de Deporte?’ Pregunté ¿cuál es el alcance de esa función? Me dijeron ‘es para que se den las políticas de la actividad física en la población’. Dije Dios le pague, no, muchas gracias, porque creo que el deporte debe integrar la parte académica y cultural”.
EXPRESO le preguntó si analiza la posibilidad de optar por una candidatura a la presidencia. Su respuesta fue: “por el momento no voy a comentar nada al respecto”.