Juegos Parapanamericanos: Inclusión y accesibilidad, los retos de Chile
Santiago 2023 deja al descubierto falencias en el país para las personas con capacidades diferentes. Ya se dio el primer paso
Los Juegos Parapanamericanos, que reúnen en Chile a más de 2.000 deportistas, han puesto bajo la lupa los niveles de inclusión y accesibilidad universal en el país suramericano y su capital, evidenciando los desafíos urbanísticos, tecnológicos y sociales pendientes para colectivos a menudo invisibilizados.
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Leer másSebastián Lucero se traslada en una silla de ruedas automática por las calles del centro de Santiago. Tiene 36 años y se desplaza de forma autónoma, pero se queja porque las veredas están “medio malas” y que le “cuesta” utilizar el transporte público.
“A veces los ascensores del metro no funcionan y entonces tengo que pasar de largo varias estaciones para luego volver a hacer transbordo. Es complicado”, reconoce.
Según el Estudio Nacional de Discapacidad de 2022, en Chile el 17,6 % de los adultos convive con alguna discapacidad leve, moderada o severa; mientras que el porcentaje en niños y adolescentes es de 14,7 %.
Hablar de accesibilidad, sin embargo, implica un concepto más “amplio”, según los expertos, pues es más que una silla de ruedas: “También puede ser una persona ciega, sorda o con autismo, puede ser una mamá con un coche de bebé, una persona mayor o una que se ha lesionado”, precisa el arquitecto de la Universidad de Santiago, Pedro Chana.
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El padre de Alejandro Arenas se cayó, con 76 años, en una calle del casco histórico al tropezar con uno de los muchos hoyos que estropean el pavimento capitalino. “No hay preocupación por la gente con discapacidad o poca movilidad, falta mucha cultura hacia esas personas, son invisibles”, lamenta.
El deterioro de las calles es una crítica recurrente entre los vecinos afectados. Héctor, de 70 años y “con algunos problemas” para caminar, también se queja de los agujeros que se le cruzan en el camino. Lo mismo opina Luisa, de 69, quien tiene esclerosis múltiple diagnosticada. “Faltan mejoras, por ejemplo, en los adoquines, de repente hay unos sueltos o desnivelados, y una los pasa con dificultad”.
Y es que el pensar generalizado es que “la accesibilidad en Chile todavía es un poco inmadura”, señala Chana. Aunque las primeras leyes de inclusión se instauraron en 2010, faltan recursos y su “mala distribución” -apunta el académico- provoca que las zonas más acomodadas estén mucho mejor preparadas que las más empobrecidas.
Para la directora de la Academia Latinoamericana de Inclusión, Carolina Pérez, “tener una vereda bien hecha no necesariamente habla de accesibilidad”. Según ella, “la cadena se tiene que mantener por completo: si la vereda está bien, pero luego aparecen dos escalones, no sirve de nada”.
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Leer másPedro Chana pone otro ejemplo: “El transporte público (bus urbano y metro) funciona con torniquetes que no dejan pasar a una persona embarazada, mucho menos una persona en muletas o en silla de ruedas”, recalca.
Además, en el metro -añaden los especialistas- hay paradas sin ascensor, otras con ascensor solo de un lado de la calle y, cuando los hay en ambos lados, muchas veces no funcionan.
Tampoco el transporte privado que funciona por aplicación es una opción válida muchas veces, dice Pérez: “Las app de coches privados no tienen obligación de recoger a personas en situación de discapacidad, no existe ninguna regulación para ellos”.
“Nada está pensado con accesibilidad universal: ni el transporte, ni la educación, ni las calles, ni los edificios públicos, ni las universidades, absolutamente nada”, resume.
Los expertos coinciden en que es necesario un cambio social y cultural a favor de la inclusión, más aún si se es sede de unos Juegos Parapanamericanos: “Basta con soltarse un poco, no tener miedo, ser respetuoso y preguntar cuando no sabes”, señala el arquitecto.
En su opinión, los Juegos fueron un “buen puntapié” para fomentar la “cultura accesible, inclusiva y que muestre a las personas con discapacidad activas, no pasivas o dignas de caridad”, añade.
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Leer másCarolina Pérez, en cambio, critica que el macroevento deportivo haya servido para mejorar la accesibilidad solo en lugares “muy puntuales”, como el Centro de Alto Rendimiento de la justa o la villa olímpica, donde se alojan los paratletas. “¿Qué pasa si los deportistas se hospedan en otro sistema de hotelería? ¿Cómo se suben al micro (bus urbano) o al metro?”, se pregunta.
Varios de los participantes del certamen comentaron que, en general se han sentido “cómodos” en las instalaciones.
Para Pérez, los desafíos pendientes se sintetizan en uno: “Chile tiene que cumplir la ley y sus compromisos en la materia. Desde el palacio de La Moneda hasta el colegio más humilde están al debe”. Queda mucho trabajo por hacer.
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