Keny Arroyo, un jugador de clase probada y talento sapiente
Opinión: El jugador de Independiente del Valle es concentrado, nada disperso, con arranque y freno.
Fue llevado por los antojadizos vientos del destino futbolístico a Independiente del Valle. En una época de personajes exultantes, de declaraciones ‘altisonantes’ en reportajes estremecedores y desgarradores, este crack es criterioso, medido y cauto. Vive sin dudas, porque la duda es la decadencia de los creativos.
Liga vs Independiente del Valle, final anticipada con sabor a revancha
Leer másIndependiente del Valle, equipo serio, disciplinado, aplicado, con algunas cuotas de fantasía e inspiración, tiene un triángulo defensivo de gran poder físico y anímico; todos atinados, buenos cabeceadores y en el tacto como papel de lija. Medios incansables y delanteros agresivos.
Arroyo es concentrado, nada disperso, con arranque y freno. Es fabuloso cuando se recorta por dentro en seco; se saca un hombre de encima, parece que va a rematar, parece que va a desbordar, todo parece, pero nada es, y no le pueden sacar la pelota; descompagina al adversario. Él, para entrar en un bloque comprimido y cerrado, amaga. Hace lo correcto gambeteando, penetrando en pared, engañando a todos, porque el primer pensamiento de la defensa es tapar el arco. Nunca va tibio a la pelota.
Es pichón de crack, pero tiene críticos que se lo niegan. Vivimos en el torbellino, donde los que poco saben intentan hacer creer que saben mucho a los que no saben nada.
Le encuentra la vuelta al partido, su jugada crece por la banda; se escurre, descarrila defensas. Ultrarrápido, de buen manejo, acertado en el toque difícil de defender. Indescifrable con el balón. Inventa el remate sin esfuerzo. Localizador de espacios, donde ve agujeros se presenta para distribuir y profundizar.
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Es notable y eficaz a la hora de meter el cuerpo, pechar, sacar de línea al rival, tiene ambición para anotarse en la red.
Es de los pocos pisadores del balón, una característica muy escasa. Esa especialidad que hace que el jugador, más que correr con la pelota, camine sobre ella. Lo primero que hace cuando recibe el cuero es ponerlo bajo la suela. Como precaución, para que no se escape, exigiéndole mansedumbre y obediencia.
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