Liga de Quito, una blanca Navidad; Independiente del Valle, al tacho

Independiente del Valle se cayó en días críticos en los que no dio la altura. Y es que a las puertas del cielo perdió el mapa, el jefe de la nave quedó superado y sus cracks se apagaron.

Noviembre 9: Liga lo remontaba 2-1. Noviembre 27: El Nacional le tumba la Copa Ecuador. Diciembre 3: los albos le clavan 3. El domingo último, en Sangolquí, Liga le aguantó sus mejores minutos y celebró el título en casa rayada.

Justo en el momento de la guerra, los vallunos no combatieron en serio. Y pagaron caro las consecuencias. Con Emelec enterrado, Barcelona a la baja, Liga en construcción y El Nacional como gato panza arriba, IDV se perdió en un torneo mediocre.

El peligro de estar cómodo

IDV empezó apuntando al título en velocidad crucero. Eso creó una zona de confort que no promovió alternativas ante la adversidad, menos al trepidante crecimiento de su hambriento y bien armado rival.

Se debe reconocer que el modelo de IDV lucía perfecto y que con otros DT (Repetto, Paiva, Ramírez) dio pasos gigantes. Sin embargo, con Gandolfi no, pues apenas asomó la crisis, cayó absorto y, en lugar de gestionar su cuadro en pizarra y en cancha, se puso a pechar a los jueces.

Alarmas, cero reacción

Hubo tres partidos que avisaron lo que se venía, pero no hubo reacción. Gandolfi evidenció no tener ni pensado, y menos ensayado, un plan B. Los cambios de modelo táctico y de posiciones en sus cracks, así lo evidenciaron.

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Su defensa lucía fuera del tiempo y lejos de la pelota. A Medina, el goleador, se lo dejó desfallecer por inanición. A eso hay que sumarle un pasivo pesado: el apagón de Kendry Páez, el Mozart de la pelota, quien se les fue de las manos. De ahí que entrando al horno, a los hornaderos se les corrió el chancho.

Álvarez, buen mea culpa

Del lado de Liga de Quito, Isaac Álvarez, su presidente, superó errores de espanto, entre ellos la llegada del voluntario español que puso de DT (Josep Alcácer) y que terminó cargándose la primera etapa. En el camino, Álvarez ejecutó un mea culpa y corrigió con Pablo ‘Vitamina’ Sánchez, quien superó la inexplicable presencia de Zanini y Allala, para desarmar la probada dupla Adé-Mina con la que terminó campeón.

Liga con Arce fulminó la historia blanca con sus 28 tantos. El Killer tuvo proveedores y un modelo táctico pensado en sus atributos.

En la primera final, Julio desparramó juego y grandeza; corrió, se inventó y reinventó para que Arce concrete; se consolida Ramírez y surgió de la Cruz: ¡Bingo!

Al final, una frase del presidente Álvarez: “El cirujano que no se equivoca, es el que no opera. Y el que se equivoca, corrige”. Cuando se da cuenta, claro. IDV deberá levar anclas de nuevo. Liga, por su parte, tiene mar y horizonte despejados. ¡Feliz y blanca Navidad!

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