Liga de Quito vs. Barcelona SC: La nueva estrella que alimenta la idolatría torera
El Ídolo celebró en Casa Blanca, el escenario donde la victoria siempre le fue esquiva. Javier Burrai fue determinante en los tiros penaltis
Nacido en el corazón del Astillero, Barcelona escribió otra página de gloria en su historia, gracias al título alcanzado ante Liga de Quito, en el estadio Rodrigo Paz.
Liga de Quito vs Barcelona SC: Hinchas de los dos equipos salieron a las calles
Leer másAquel escenario donde el Ídolo pasó tantos momentos amargos, esta vez que testigo silencioso de la obtención de la estrella número 16.
La pandemia de la COVID-19 impidió que los hinchas pudieran celebrar como en anteriores ocasiones, cuando torrentes humanos se volcaron a las calles de varias ciudades del país a gritar a todo pulmón su amor por el club torero.
La idolatría de Barcelona no surgió de la noche a la mañana.
Desde sus inicios con la Gallada de La Modelo, que en casa de Eutimio Pérez le dio vida a una institución identificada con las masas; su rivalidad con los millonarios de Emelec y las gestas que los consolidaron como un gigante en América, el cuadro torero se fue convirtiendo en un símbolo para aquellos que en más de una ocasión lo vieron alcanzar cosas que parecían imposibles.
El triunfo ante el poderoso Millonarios de Colombia, la Hazaña de la Plata cuando se impuso a Estudiantes -entonces campeón de la Copa Libertadores-, y las dos finales de aquel certamen que le fue esquivo (1990 y 1998), son algunos de los capítulos escritos con letras de oro, así como el bicampeonato de los años 1970 y 1971, el primero en la historia del balompié nacional.
El conjunto con más títulos nacionales tuvo en sus filas a auténticos torturadores de arqueros, como Simón Cañarte, su primer goleador en el año 1957. Enrique Cantos (1960), Iris López (1962), Helio Cruz (1965), Nelson Miranda (1972), Paulo César (1983), Carlos Muñoz (1992), Manuel Uquillas (1995), Ariel Graziani (2003), Pablo Palacios (2008) y Narciso Mina (2012) también inscribieron sus nombres en la lista de máximos artilleros del campeonato ecuatoriano de fútbol.
Previamente, Sigifredo Chuchuca, Simón Cañarte, Enrique Cantos, Mario Cordero y Félix Lasso habían quedado como goleadores en el Campeonato de Guayas, la antesala del profesionalismo.
Soñé que esto se definiría con los penaltis, aunque admito que me hubiera gustado ganar con algún gol, pero alcanzamos la meta que nos propusimos cuando llegamos este club
La del 29 de diciembre fue una corona lograda bajo condiciones muy peculiares, en una temporada atípica que exigió al máximo a todos los equipos.
El Ídolo afrontó el doble desafío de la LigaPro y la Copa Libertadores, donde se convirtió en el primer cuadro en superar todas las fases previas, aunque en la etapa de grupos las cosas no salieron como se esperaba.
La salida de Fidel Martínez, su principal carta de gol, golpeó muy fuerte, al punto de poner en riesgo toda una campaña, especialmente en los momentos en que Jonatan Álvez y Christian Colman se mostraban peleados con las redes.
El proyecto encabezado por Fabián Bustos siguió adelante y pese a los errores cometidos en la primera etapa de la competencia doméstica, en la segunda parte del año supo levantarse, gracias a la riqueza de un plantel que se mantuvo firme en todo momento, incluso cuando le tocó encarar la recta final de la segunda etapa, llevándose cuatro de los seis puntos disputados ante rivales directos, Guayaquil City y Emelec, lo que finalmente terminó inclinando la balanza.
Ya en la definición ante los azucenas, el estratega argentino salió airoso en su tercer enfrentamiento ante Pablo Repetto -los otros dos fueron en 2019 con Delfín, por Copa Ecuador y LigaPro-.
El empate (1-1) cedido en el choque de ida parecía ser definitorio, pero como lo anticipó Bustos dejaba “la serie abierta”, lo que quedó demostrado en Casa Blanca, cuando se impuso en la definición por penaltis.
A la hora de la verdad los amarillos lucieron más efectivos, lograron controlar el ímpetu de los locales, y esperaron agazapados hasta el momento de dar el golpe letal, aquel que termina marcando diferencias en una serie tan pareja.
Hoy la mitad más uno en el país tiene un motivo para sonreír, para seguir creyendo en un futuro mejor, gracias a lo más importante de las cosas menos importantes que tiene la vida, el fútbol.