
Copa Libertadores: Barcelona y una locura amarilla
Nadie se quiso perder la semifinal y llegaron simpatizantes de todos lados. Hubo hinchas que recién ayer se hicieron socios
La pasión por Barcelona hizo que hinchas de varias ciudades del país busquen la manera de ser parte de los afortunados que dieron su aliento al Ídolo en la semifinal de la Copa Libertadores.
Largos viajes combinados con la ansiedad vivieron los aficionados toreros en busca de cumplir su sueño de estar en las gradas del estadio Monumental, que volvió a recibir público tras más de año y medio de ausencia por la pandemia.
El factor común era la confianza que el conjunto amarillo eliminaría a Flamengo y disputaría una nueva final del torneo continental.
La solidaridad de los seguidores del conjunto canario también se hizo evidente al recibir en sus casas a sus colegas de otras provincias, para que descansen hasta la hora del trascendental partido copero.

A la par, en el coliseo Voltaire Paladines Polo, varios hinchas buscaban a última hora ser socios para conseguir uno de los pocos boletos que todavía quedaban a la venta.
Varios pidieron permiso en los trabajos y hasta cerraron sus locales para ir en busca de la ansiada entrada y no perderse la que calificaron sería una nueva gesta de Barcelona.
Incluso, hubo aficionados que llegaron de otros países para ser parte de la fiesta amarilla. Fue el caso de Anthony Richard, quien llegó el martes desde Estados Unidos, aseguró su lugar en el estadio, y hoy ya tiene previsto volver a Nueva Jersey.
La locura amarilla se manifestaba en las anécdotas de sus hinchas, como el quiteño Jonathan Colchamí, quien estaba dispuesto a “renunciar a su trabajo” como cocinero, ya que no quería perderse el partido entre el Ídolo y Flamengo.

“Le dije a mi jefe que tenía que venir y si no me daba permiso le dejaba ‘botado’ el trabajo (rió). Por suerte, mi jefe es hincha de Barcelona y me dejó venir, pero me dijo que también tenía que alentar por él”, señaló Jonathan después de retirar su entrada en el coliseo Voltaire Paladines.
Él viajó en compañía de sus tres ‘panas’: Steven Flores, Darwin Guamán y Kléber Montenegro, desde Quito en transporte público. Salieron a las 23:00 porque querían llegar temprano al Puerto Principal para poder comprar sus entradas. Durante el viaje venían rezando que no se terminaran.
“Dejé cerrado mi local de venta de zapatos por ver al Ídolo. Incluso, le dije a mi mujer (Luz Guamán) que me diera permiso porque si no me le escapaba de la casa”, aseguró Darwin, quien le prometió a su esposa que no tomaría para que le dieran permiso.
Por su parte, el quiteño Santiago Armijos también cerró su taller automotriz, ya que no se quería perder la vuelta del público al estadio Monumental.
“Vine en compañía de mi pequeña Violeta. Ella se podía quedar con su mamá, pero prefirió venir para alentar al Ídolo del Astillero. Hoy (ayer) es un día especial porque regresamos al estadio”, destacó el hincha amarillo. GZ