Lucía Yépez, de vivir en casa de caña y arroparse con plásticos, a olímpica
La vida de la deportista nacida en Mocache lleva consigo una historia detrás de la plata de los Juegos de París 2024
Le dicen la Tigra. Su madre, María Guzmán, asegura que cuando Lucía Yépez “agarra su presa no la suelta”. Eso quedó confirmado este jueves 9 de agosto mismo. La imagen dio la vuelta al mundo, pero detrás de ello existe una gran historia, así como el logro que la deportista le dio al país.
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Leer másEn el barrio donde creció, en el sector Nuevo Amanecer de la parroquia Venus del Río Quevedo, en la provincia de Los Ríos, siempre hubo mucha alegría por cada uno de los logros de Lucía. Este jueves, en la lucha por la final en la división de los 53 kilogramos de los Olímpicos, familiares, amigos y allegados se unieron en un solo grito: el de “Lucía, campeona”.
Todos estaban atentos al televisor ubicado a casi 1,90 m de altura. Bajo este, una mesita con un montón de medallas y dos diplomas de la Tigra adornaban el lugar; mientras que detrás del mesón de la cocina yace la imagen de una Virgen de Guadalupe a la que toda la familia le reza con una vela encendida. ¡El corazón de todos estaba con Lucía!
El jueves, la amargura por la derrota pasó como un sinsabor, porque todos aplaudieron su esfuerzo; todos lloraron con ella y se sintieron orgullosos al verla en el podio con su medalla de plata.
Un largo camino recorrido
Y es que la trayectoria de 14 años en el mundo de la lucha no ha sido fácil para la Tigra. A los 9 años empezó a practicar este deporte en la Liga Deportiva Cantonal de Quevedo, con la adiestradora Esther Piuxi. Ella le enseñó las primeras técnicas.
Para doña María, mamá de Lucía, siempre fue una alegría inmensa ver a su pequeña luchadora disputar cada combate. Recuerda que con Lucía vivió en el cantón Mocache hasta que la Tigra cumplió los 5 años, luego de lo cual se mudaron a Quevedo, al sector Nuevo Amanecer. En esa época no avizoraban para nada la vida que tienen ahora.
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Dice que el barrio en sus inicios era una zona con calles empedradas. Ahí ellas levantaron una casa de caña y se cubrían del frío de las noches con plásticos. Pese a estas adversidades, “nunca faltó el amor de familia”, asegura la progenitora.
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Leer másDe lo que se conoce, Lucía estudió en la escuelita Andrés E. F. Córdoba, cerca del barrio donde creció e hizo varios amigos, con los que empezó a ir a lucha en la Liga. Hoy los zapatos de lona que utilizó en sus inicios quedaron para el recuerdo.
Su mamá relata que siempre estuvo presente y recuerda con nostalgia el primer combate de Lucía, que fue en Santo Domingo de los Tsáchilas.
El apoyo de María fue incondicional y, por eso, la Tigra le prometió llegar a la estelaridad para ayudarla económicamente y ya no trabaje nunca más, revela la devota mujer.
Su carrera, un ejemplo
Y es que Lucía es una inspiración para su ñaña Elena, quien también es su apoyo en cada una de las competencias. “Mi hermana siempre ha sido una mujer que logra lo que se propone y es por eso que está en el lugar que se merece”, indicó Elena.
Ahora, tras los Olímpicos, su familia lo único que quiere es abrazarse con Lucía. De momento ya alistan un ingrediente para la ‘hija de Quevedo’, a quien todos consideran una campeona a todo nivel: un ‘encebolladito’ con la sazón de mamá.
De vender lápices para sobrevivir, al podio olímpico.
— Diego Briones🥇🥈 (@Diego_Briones13) August 8, 2024
De no tener para pagar los pasajes para entrenar, a la medalla de plata.
Desde Mocache hasta París;
Lucía Yépez y otra historia de superación para nuestro deporte. Una nueva página en la historia.pic.twitter.com/K28KE05WlA
“Ella me ha dicho que se mantenía con frutitas y le daba miedo que le den ‘comidas raras’, como ranas u otras cosas. Por eso, si se puede, le llevaré el encebollado a Guayaquil”, finalizó doña María.
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