Mimi Barona olvidó cómo pararse en la tabla en su regreso al surf, tras el Covid
La dos veces vicecampeona mundial ecuatoriana sufrió de depresión y encontró en la agricultura, la construcción y la ayuda social, la salida
Se mantuvo en entrenamiento, sembró hortalizas, hizo ayuda social en todo Montañita y está reconstruyendo la hostería de su padre como un obrero más. Si hay alguien que supo aprovechar el tiempo de la emergencia por el coronavirus, esa fue Dominic ‘Mimi’ Barona, surfista ecuatoriana de alto rendimiento a quien la pandemia le deja además de una “desgarradora realidad”, mucho aprendizaje.
La última vez que entró al agua antes de la paralización fue el 14 de marzo en Puerto Rico, donde disputaba un torneo profesional que al final se canceló; 74 días después, el pasado 27 de mayo, Mimi volvió al agua y las sensaciones fueron algo que jamás olvidará.
“En las primeras ocho olas no sabía ni pararme en la tabla. El surf, a diferencia de otros deportes que tienen cancha o pista fija, es variable. Nosotros debemos encontrar el equilibrio en una superficie que no hay en ningún otro lado, sino solamente en el mar”, manifiesta la dos veces vicecampeona mundial, quien si bien alguna vez estuvo alejada del agua por lesiones, nunca lo hizo forzada.
Recuerda, entre risas, que la experiencia fue tal que en el agua veía a los peces y los quería saludar. Poder remar, sentir el golpe de las olas y la brisa fueron un regreso a la comunión con su deporte... “Le agradecí a Dios por todo. Aprendes a valorar las cosas. El coronavirus le reseteó el mundo a la mayoría”.
Nacida y criada en la comuna de Montañita (provincia de Santa Elena), Barona vive frente al mar, en el sector La Punta; por ello, desde que tiene uso de razón, recuerda haber abierto la ventana de su cuarto y ver y oír las olas. Fue precisamente el estar cerca y a la vez lejos de la práctica lo que la llevaron a buscar la manera de canalizar toda esa “frustración”, encontrando en la agricultura, los ejercicios en casa, la ayuda social y la construcción, esa válvula de escape.
Mimi y su hermano Israel (también surfista) venían postergando hace muchos años la remodelación de la casa de su padre, ‘Cabañas Vito’, proyecto que arrancaron. No tener que viajar por torneos ayudó. Hoy los Barona cargan tablas, martillan, serruchan y baten mezcla de construcción. Pero eso no es todo, al no estar compitiendo, con ingresos limitados, y prohibida de salir de casa, Mimi emprendió un huerto en el patio de su casa.
Ají, tomate, pimiento, lechuga, coliflor, orégano, yerbita y remolacha son los productos que ahora la surfista cultiva, aunque confiesa con pena que la última no le salió, pero no se dará por vencida. “Ahora sale un ají y digo: Este ají yo lo sembré, yo lo cuidé, y me lo como con gusto aunque pique”, dice soltando una carcajada.
Así como hubo momentos buenos, Mimi también tuvo momentos grises. Luego de pasar 50 días totalmente encerrada en casa, el salir al pueblo fue un golpe de realidad. Calles vacías, negocios cerrados, gente llorando a sus muertos fue digno de una película de terror. “Montañita era un pueblo fantasma; la escena era devastadora y había que hacer algo”, dice. Fue entonces que empezó la ayuda social.
Acompañada de amigos, fundaciones y empresa privada la iniciativa, que además tuvo origen en el ejemplo que su colega surfista Jonathan ‘el Gato’ Chila implantó en Playas, pudo elaborar kits que llegaron a casi 800 familias de la comuna.
Hoy, Mimi no tiene aún fecha de competencias, tanto la Federación Mundial como el circuito profesional, en el que venía participando, no establece una agenda definitiva. Sin embargo, ella sigue entrenando 1 hora en el agua y el resto con rutinas que le envía su entrenador; la motivación es que el año entrante se realizarán los Juegos Olímpicos, a los que por primera vez entrará el surf. Mimi quiere estar ahí.
Inspiración. Jonathan ‘el Gato’ Chila, quien perdió a su madre en la pandemia, fue uno de los empujes de Mimi. Él también ya surfea en Playas.