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Allen Obando y su primer gol en Barcelona 2024 fue en Estados Unidos.Cortesía BSC

Pateando Tachos: Allen Obando acelera hacia la gloria

Opinión | Hasta hace poco era un desconocido para muchos. Cada vez menos. Sus anotaciones lo acercan a la fama en Barcelona

Allen Obando, un joven que lleva glóbulos amarillos en las venas y arterias. Ganó y perdió, ahora tiene el equilibrio justo. Cuando el equipo lo respalda entonces se anima a cualquier cosa. Para muchos es un fusible de recambio para otros ya está.

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Su origen, mucha calle, barrio. Risa y dolor. Pelota y arcos. Amontonando sol y calma hasta que el entrenador lo convoque.

Grita sus goles con los brazos bien abiertos, más monumentales que nunca. Olvidando presiones e ingratitudes. Los goleadores solo saben de grandes amores, grandes odios y ninguna indiferencia, el destino será éxito o fracaso. No hay términos medios. Es un desafío tremendo.

En la vivienda más humilde o en la más lujosa nunca cuelgan el póster de un defensor rocoso que pega patadas, el admirado siempre es el habilidoso, el castigador de redes.

Hasta hace poco era un desconocido para muchos. Un joven (17 años) que necesitaba presentación. Pero cada vez menos. Porque sus anotaciones lo acercan a la fama en Barcelona.

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Lo meten, con la misma fuerza de su remate, en periódicos, revistas, redes… No es fácil la fama. Sobre todo, en la cancha.

Hoy en día lo marcan de a dos. Sabe dónde juega. No se quita méritos, pero tampoco se agranda. Cuando no lo conocían, nadie lo marcaban como lo hacen con cualquier nueve, pero ahora tiene menos espacios para moverse. Eso le exige más atención.

Hace goles con suspenso, porque no remata al bulto, sino que trata de asegurarlos, por aquello demora un segundo el tiro final. Cuando el arquero ataja sin retener la pellizca hacia atrás sacándola de su alcance.

Si la asistencia llega muy encima, engancha hacia dentro, haciendo a la marca pasar de largo, la coloca, metiéndola cerca del palo. Si va por dentro y sale un defensor achicando el arco hace la única que queda, amaga, se va a un costado para no darle oportunidad de taparlo y le pega de abajo, levantándola en parábola y metiéndola por el ángulo olvidado del portero.

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