Pateando Tachos: Si amas al fútbol, quieres a Felipe Caicedo
Opinión: Hace lo que corresponde, cuando distrae por fuera y define por dentro, la marca se desvanece como el atardecer.
La memoria es identidad. La derrota ablanda el argumento. Un ariete es rehén de detalles.
Cuando Felipe Caicedo encara mano a mano, el primer movimiento debe hacerlo él, ya que una vez que el rival hace el primer desplazamiento, y no logró robarle la pelota, no podrá recuperarse.
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Leer másEn el primer giro del ariete, la debe sacar de su arco. Un nueve, si de 90 minutos juega 80’ de espaldas al arco, no sabe actuar. Y es que no se conoce atacante que haga goles de espaldas al arco. Si corre por correr, no es eficaz; tiene dificultad de definición y rotación.
El problema no es correr más, sino saber correr; si el jugador no está adaptado a la forma de juego del equipo, por más que corra no logrará ser eficaz. Será indefenso e incomprendido.
Felipao hace lo que corresponde: cuando distrae por fuera y define por dentro, la marca se desvanece como el atardecer. Se toma libertades dentro de los automatismos.
La obligación del entrenador es llevar el balón 70 metros, los 30 finales depende de la inventiva del atacante, conseguir efectividad en el lugar más difícil del campo que es el área. Si el atacante decide mal es porque no comprende cuál es la mejor opción.
Un jugador durante 90 minutos se pasa tomando decisiones. Si las decisiones las toma un compañero por él, ¿cómo podrá decidir después?.
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El menor porcentaje de actividad en el cerebro se da en la rutina, en repetir siempre las mismas cosas. El cerebro no se vuelve creativo cuando le dan todas las respuestas.
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Leer másLos verdaderos maestros del área como Felipao no enseñan nada a nadie, sino que orientan, ayudan a descubrir y a pensar a los demás. Ahí es donde él en definición es inigualable; no le da un segundo de oxígeno al defensor.
El conocimiento del juego está en la intención y no solo en la acción. Un crack elige a sus complementos por sus virtudes, no por su falta de defectos.
Felipao es reverente y desafiante. Copado de astucia y buenos reflejos. Nada de energía alocada y frenética. ¡Qué importa coincidir con el personaje dogmático!. Importa el espectáculo prodigioso de sus goles. Tiempo de decir que sobran los dedos de una mano a la hora de nombrar a los habitantes de la cancha que pueden merecer al lado de sus nombres la palabra crack. Felipe es uno de esos, uno de los pocos que no le queda grande el traje de esa bendita palabra. La grandeza es parte importante de su identidad.
La única verdad en el fútbol es que no la tiene nadie. Si amas al fútbol, quieres a Felipao; si amas a un equipo que no es Barcelona SC, es difícil querer a Felipao.
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