Pateando Tachos: Barcelona se arma alrededor de la pelota

Obando con el cuerpo empieza una danza de amagues; toquecitos suaves, cortitos, arranques y frenos frente a defensores que van al cruce. Potente cabeceador, se arquea bien en el aire de forma envidiable; el trato que le da a la pelota define su categoría. No es el único factor a tener en cuenta para calificarlo.

Fydriszewski terminó haciendo goles desde ángulos que la razón no concibe todavía, registrando su identidad de 9 de área.

Adonis, orillero con coraje del sublevado. Extremo fuerte y seguro para pedirla siempre. A veces juega pegado a la raya, algo aislado de los demás tal vez porque se la ofrecen en soledad y lo dejan rodeado a su suerte. Con la capacidad de hacer lo más sorprendente, para bien o para mal. Se escapa de todos los moldes.

Souza, fuente inspiradora de todo mediocentro, dentro de su permanente creatividad hace lo que nadie puede sospechar, por más difícil que sea. Inventa lo que no está escrito en cada jugada, en cada balón.

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Trindade, por su parte, anuncia una cosa para hacer la contraria.

Janner Corozo en los primeros partidos gambeteaba con facilidad inexplicable y dejaba dando vueltas a los defensas más pintados; redujo el asombro en la parte final. Y es que tuvo muchos partidos de apogeo. Después, con la misma naturalidad con que llegó, se fue apagando.

Todos esperan de Damián Díaz un regreso afortunado. Que vuelva a parar una pelota de espaldas al arco, con un rival apretándolo. Pisándola con la diestra, mostrándola, escondiéndola, esperando que se agregue un compañero para el pase. Talento imprevisible. Amagando rematar y no gatillando, y el defensor yendo al piso buscando el tiro que no llega. El tono burlón forma parte de su estilo cuando deslumbra en los Clásicos.

Aníbal Chalá, desde una serenidad incomprensible, gesta la jugada, toca lo necesario para distraer y sorprender.

A Perlaza por su banda no le crean ocasiones de gol, cuesta llegarle con facilidad. Jugar bien es ser preciso. A los centrales la marca por zona los favorece; las marcas personales propician la interrupción del juego.

Rangel, Paco y Sosa hacen marca mixta dentro del área. La zona reduce y achica espacios, reparte razonablemente los esfuerzos. Obliga a los rivales a afinar la precisión.

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