Pateando Tachos: Kendry Páez, destinado a ser leyenda
No hay estadio que deje de vibrar al ritmo de su talento. Hilvana jugadas desconcertantes. Tiene armonía simplificada, el partido corre a su lado
Domina la distancia sin ser alcanzado y sorprende sin ser sorprendido. Siembra desconcierto con sus piques por el ataque, tranquilidad contra urgencia.
Gana por detalles. La serenidad y justeza de su maniobra señalan la confianza con que juega el partido. Manejo pulido con una entrega sin límites. Además de velocidad, muestra criterio. Las defensas siempre le salen a pegar con una fe bárbara.
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En Independiente del Valle mete un enganche y deja dos rivales en el piso, gana y viene de toque.
Chelsea le acercó los primeros himnos de admiración internacional; el jugador se unirá al cuadro inglés a partir de la temporada 2025-2026.
No hay estadio que deje de vibrar al ritmo de su talento. Hilvana jugadas desconcertantes. Tiene armonía simplificada, el partido corre a su lado.
Abrevia, no da lugar a la recomposición del adversario con su dominio, tiene margen para aplicar una marcha más y desbordar. Pone el pase exacto sobre la carrera del compañero, es la pelota que todo llegador quiere frente al arco, eso con una defensa descompuesta. Si no entra es porque la pelota encontró la última resistencia imaginable en un rival vencido: el palo. Y es que no hay jugador más lento que el que no sabe anticipar. No se puede reaccionar después.
Cuando llega el pase de la muerte de Páez, la defensa debe achicar los espacios hacia delante y sacar al posible receptor o rematador. Se aplica velocidad y coordinación, dos requisitos indispensables en este tipo de jugada.
Un buen entrenador: Martín Anselmi, disciplina, continua evolución y una vida de total dedicación. Todo ello es lo que hizo Kendry Páez para convertirse en un jugador mágico de 16 años. Dispuesto a hacer la épica. La historia elige a quien hace algo importante.
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