Pateando Tachos: Paolo Guerrero, sapiente jugando como embocando

Los lanzadores deben leer cuando las marcas lo descuidan. Si él tiene un bloqueo delante, recorta y define. Su fútbol está lleno de decisiones simples

El peor enemigo de la circulación de la pelota es el jugador que tenga el balón largo tiempo.

Si el futbolista que recibió la pelota gira sobre sí mismo y vuelve al lugar de donde salió la pelota, se encierra solo y le roban el esférico.

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Tampoco puede finalizar la jugada por el mismo sitio donde empieza, por ahí los rivales están alertas.

Lo mejor es la pelota circulando muchas veces por distintos pies. El toque genera participación, el pelotazo aislamiento. Si un jugador toca el balón tres veces para acomodarse, juega mal. Si la toca dos, juega aceptable. Si la toca una sola vez, rompe las líneas adversarias.

Cuanto más tiempo un futbolista sostiene el balón, más posibilidades tiene de perderlo, las posibilidades del rival crecen y empiezan a ser más cercanas. La tenencia muere rápidamente.

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Si un equipo malogra pelotas fáciles, esas castigan al cuadro. Generan malas sensaciones, porque son balones que no tienen oposición del rival.

Paolo Guerrero cuando llega impulsado al contacto del balón tiene una ventaja, existe una plataforma de dos o tres metros a su favor. En pelota quieta y en movimiento se preparan las maniobras, pero también hay mucha improvisación, jugadas que van apareciendo por distracción del rival.

Los lanzadores deben leer cuando las marcas descuidan a Paolo. Si él tiene un bloqueo delante, recorta y define. El fútbol está lleno de decisiones simples.

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Querer hacer jugadas difíciles cuando la jugada pide lo sencillo, no es productivo. Si el futbolista no pensó nada, debe dársela a un compañero para no perder la entrega. Los atacantes van hacia la definición aceptando erróneamente el ángulo de remate que le ofrece el portero.

Y es al revés. El ángulo lo tiene que buscar el rematador. No yendo al encuentro frontal.

Paolo Guerrero llega tocando y acompañando, buscando el vacío, para sus tiros. El jugador temido por el adversario es el que más miedo provoca.

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