Perea, 8 años después
El boxeador regresa a la selección nacional luego de dar el salto “a lo loco” al profesionalismo. Tiene una revancha con los Juegos Olímpicos
Agosto de 2012. Ítalo Perea bajaba del cuadrilátero de los Juegos Olímpicos de Londres tras perder en su primer combate. Había peleado con una sola mano, la derecha, porque la izquierda la tenía lesionada. En ese momento, la tristeza, impotencia y rabia se apoderaron de él y decidió algo que ya venía pensando: dejar el deporte amateur y dedicarse al profesionalismo.
Con 18 años, la falta de apoyo, las carencias económicas en su nueva familia (acababa de casarse) y las peleas dirigenciales, lo arrojaron a tomar una medida que ahora reconoce haber decidido “a lo loco”, y que a la larga le pasó factura. Dejaba el sueño de conseguir una medalla olímpica, meta de la que llegó a estar muy cerca luego de figurar en 2011 entre los mejores púgiles del mundo en la categoría de los Super Pesados (+ 91 kilogramos). No en vano sigue siendo el primer y único ecuatoriano en ganar un oro en Juegos Panamericanos, los de Guadalajara; de ahí que volvió para saldar una deuda pendiente.
Sentado en la sala de su casa y rodeado de sus dos hijos, Gisella (7) e Ítalo Jr. (3), Perea habló con EXPRESO. Y es que en ocho años se dicen en dos palabras, pero muchas cosas han pasado en ese tiempo. Desde desilusiones, hasta madurar en sus decisiones y actitudes, el boxeador se muestra más tranquilo y enfocado en volver a ponerse la camiseta de la selección e integrar un combinado oficial, el que disputará el Campeonato Preolímpico del 23 de marzo al 3 de abril, en Buenos Aires, Argentina. Actualmente él y los otros 12 escogidos de la Tri entrenan en un concentrado en Bogotá, Colombia, último peldaño para la cita gaucha.
“Estoy feliz y tranquilo. He vuelto para quedarme. Hoy no hay nada más importante que conseguir primero la clasificación a Tokio y luego llegar al podio. Sé que tengo el nivel”, sostiene convencido un Perea notablemente más maduro.
De su etapa como profesional solo extrañará el tiempo que disponía. Él decidía dónde, cuándo y a qué hora entrenar, características que le permitían disfrutar de sus hijos a plenitud. Hoy de eso, nada. Desde la segunda semana de enero empezó el proceso de regreso con la Tri en Napo y Esmeraldas, por lo que recién vio a los pequeños Ítalo y Gisella el viernes pasado, un día antes de tomar sus maletas y viajar a Colombia.
“Son los sacrificios que hay que hacer. Ecuador lo vale. En los concentrados nos levantábamos a las 04 :40, y a las 05:00 ya estábamos entrenando; luego volvíamos al cuadrilátero a las 11:00 y a las 16:00. Ya a las 21:00 debíamos estar durmiendo”, comentó.
Durante el tiempo que el púgil estuvo alejado del deporte amateur disputó un total de 18 peleas como profesional, mayormente en Estados Unidos, con un balance de 13 victorias, 2 empates y 3 derrotas. En esa transición, si bien ganó dinero, también vivió la realidad del negocio. “Es duro. Suceden muchas cosas. Hay gente interesada y mala”, replicó sin dar detalles.
Pese a lo que se pudiera pensar, Ítalo confesó que quiso volver a representar al país en los Juegos Olímpicos de Río 2016, pero recibió una negativa como respuesta. “Desde Brasil ya estaba vigente el cambio de la regla de que los profesionales también podían disputar unos Olímpicos. Es más, quien le ganó la medalla de bronce a Carlos Mina en Río fue un francés profesional; sin embargo el presidente de la Ecuatoriana, Álex González, me dijo que por falta de presupuesto yo no podía ir y no fui”, reveló en tono serio.
Hoy el corpulento púgil está de regreso y solo quiere enfocarse en ello. No habla demás. Es cauto. No quiere problemas con nadie, quiere un oro olímpico.