Socio Vivienda 2: El balón que transforma vidas

La cancha se encuentra en una de las zonas más apartadas de Guayaquil, tan aislada que no hay viviendas cerca. Es Socio Vivienda 2, un sector al que muchos temen acercarse.

Y es que la violencia hizo que el sector tenga mala fama. Fue ese precisamente uno de los motivos por los que los entrenadores Ismael Nazareno, Pedro Mina, Walter Vernaza y Julio Carbajal lo escogieron para demostrar que las ganas de superarse son un puente para conseguir cosas importantes; de ahí que los adiestradores ponen hasta de sus bolsillos para comprar leche y guineos para que los chicos tengan algo que comer.

El grupo tiene como nombre Escuela Formativa Ismael Nazareno, hasta donde llegan chicos de todas las edades, y quienes tienen fijada la meta de aprender y jugar en el exterior.

Las ganas de hacer las cosas bien

Tanto entrenadores como padres de familia saben que el trabajo ahí tiene un fondo social. “Sabemos que el sector tiene mala fama, pero nuestra labor va encaminada en dos sentidos: primero el fútbol como opción de vida, para que se alejen del mal camino, y segundo que pueden tener la opción de una profesión, y ellos lo han tomado así”, expresa Nazareno, quien revela que debe tomar los malos ejemplos para hacer conciencia en los chicos.

El “profe”, quien fue jugador de varios equipos profesionales como Deportivo Azogues, Liga de Portoviejo, entre otros, cuenta que no han recibido un apoyo real, por lo que a veces les toca hacer autogestión. Por ejemplo, este año los chicos fueron parte del equipo Africando, plantilla que milita en la segunda categoría de Santa Elena.

Pedro Mina, otro de los formadores, dice tener claro cuál es el doble rol que cumplen. “Aquí la misión es salvar a los chicos de los malos pasos, y qué mejor que con el fútbol. Ellos tienen hambre de ser jugadores, eso es bueno. Pese a no tener respaldo, el trabajo se lo hace como una labor social por la vida”, acota.

Los chicos entrenan todos los días desde las 15:30. Dixon Corozo, por ejemplo, juega de volante y precisa que su sueño es jugar en el extranjero, por es va a entrenar todos los días.

Tiene fe en que el camino que ha trazado Moisés Caicedo también puede ser el de él.

Mientras los chicos entrenan, a un costado de la cancha hay varios padres de familia que llegan a acompañar a sus hijos, como Carlos Jácome. “Es una buena idea la escuela, porque mantienen con la mente ocupada a los chicos. Estamos seguros de que muchos van a llegar a ser jugadores profesionales”.

Beatriz Nazareno es jugadora de fútbol en el equipo Alianza y tiene a sus hijos en la escuela. Dice que el fútbol aquí hace mucho: “Da gusto ver que vienen a entrenar. Sería bueno que reciban el apoyo de alguna institución”, acota la futbolera.

Finalmente Ennin Paredes, quien sigue con la mirada el entrenamiento de su hijo, expresa que el fútbol ha hecho que los chicos tengan la mente en la preparación deportiva y eso ayuda mucho en este sector. Walter Vernaza, otro de los adiestradores, lo confirma. Solo quieren jugar y superarse en la vida.

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