Tricolores, de judocas a maestros
El Mundial Junior, que culminó ayer en Guayaquil, permitió coincidir a varios seleccionados, activos y retirados, en su faceta de entrenadores. Hay gran futuro
Ver el tatami decorado con un sinnúmero de banderas de varios países es una imagen común para Vanessa Chalá, Glenda Miranda y Cristina Ortega. Todas han defendido los colores del país y saben lo que es estar dentro; sin embargo, en el Mundial Junior de Judo, que culminó este domingo 14 de agosto en Guayaquil, vivieron una faceta diferente, la de entrenadoras que -dicen- llena igual o más de gloria.
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Leer másAlgunas activas y otra retirada, las tres coincidieron con sus alumnos. Miranda, campeona panamericana, sudamericana y quien incluso acudió a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, está dedicada exclusivamente a ser entrenadora desde 2015, cuando se unió al cuerpo de profesores de la Federación Deportiva de Los Ríos, en el cantón Babahoyo.
El viernes, Glenda estuvo en las gradas del coliseo Voltaire Paladines Polo con un grupo de sus chicos. Antes ya fue parte del cuerpo técnico del equipo que viajó a los Juegos Sudamericanos de la Juventud, entre abril y mayo de este año, en Argentina.
“Estar como espectador y entrenadora es especial. Que los chicos vean esto (el Mundial) desde afuera les enseña y motiva a que se esfuercen”, precisó.
Idea similar tiene Cristina Ortega, judoca sénior en los -63 kg, quien desde hace 9 años es profesora en la Federación Deportiva de Chimborazo y que en este Mundial fue formadora de tres seleccionados nacionales, entre ellos Kevin Guaraca, Dikerson Yumiseba y Érick Barahona.
“Como competidora asistí a un Mundial, pero acudir como DT es distinto, es otro orgullo... preparar a deportistas y que tres logren clasificar a él no tiene precio”, recalcó la medallista de bronce de una Copa Mundo y oro en la Copa Panamericana 2022.
Finalmente, Vanessa Chalá, quien forma parte de la dinastía de deportistas en este arte marcial con ese apellido, estuvo sentada por primera vez en la silla de entrenador de un Mundial dirigiendo a su sobrina Blanca Chalá.
Aunque estuvo alejada de los tatamis por un año como judoca activa, tras su maternidad, Vanessa ya planea volver a competir este año en los -78 kg y darle fuerza a su faceta de adiestradora con la fundación que creó en 2021 y que funciona en el barrio Azaya, de la ciudad de Ibarra, en la provincia de Imbabura. “El proyecto lo cree con recursos propios, con mi bono deportivo y está enfocado a niños y jóvenes de entre 5 y 16 años de este sector mayoritariamente afroecuatoriano, donde existen personas de bajos recursos, consumo de droga y hogares disfuncionales”, acotó. Hoy ya hay alrededor de 50 deportistas.