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Panorámica de Cerro Azul
Una foto panorámica de Cerro Azul, en la que se puede apreciar parte de las 82 hectáreas que resultaron afectadas por incendio forestal.Miguel Canales

Incendio en Cerro Azul: la verdad detrás de la tragedia que cobró la vida de animales

EXPRESO recorrió la zona quemada y el área donde operan antenas. ¿Quiénes son los dueños de lotes? ¿Qué huellas humanas hay?

Algo no está bien. La temperatura aumenta y el aire se enrarece. Una cortina de humo se levanta sobre los arbustos y árboles que son consumidos por las llamas en una extensa área de Cerro Azul, sobre las 10:00 del 2 de diciembre pasado.

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Se escucha un crujido producto de la combustión de la vegetación, el cual opaca la huida despavorida de los animales. No todos los habitantes de esta mancha verde alcanzan a escapar, por más que lo intentan. No todos se mueven rápido para encontrar un refugio en el bosque vecino. Tarántulas, culebras y pájaros terminan calcinados.

El incendio forestal consumió totalmente más de 30 hectáreas de las 82 afectadas en el área natural de Cerro Azul, en el norte de Guayaquil.

Este episodio se suma a la emergencia registrada en 2022, que devastó 33 hectáreas y también dejó profundas cicatrices en uno de los últimos refugios naturales de la urbe porteña.

Una serpiente calcinada en Cerro Azul
Una serpiente calcinada, en Cerro Azul.Crédito: Municipio de Guayaquil

Los hallazgos de EXPRESO en un recorrido por Cerro Azul

En una reciente visita al cerro, EXPRESO documentó serios problemas que generan riesgos para la flora y fauna. En la cima funcionan instalaciones de telecomunicaciones. Sin embargo, varios puntos de ese lugar se han convertido en una suerte de basureros al aire libre: envoltorios de alimentos, cajas de preservativos y medicamentos, botellas de vidrio y plástico cubren el suelo. Estos residuos, que actúan como lupas para los rayos del sol, son potenciales iniciadores de incendios.

Basura en Cerro Azul
Problemas. Al pie de una antena se ven las huellas de la quema de basura.Miguel Canales

También hay cables dañados y cajetines eléctricos abiertos. Mientras, plantas trepadoras se mezclan con postes y el tendido eléctrico.

La presión del ser humano también se evidencia en la base del cerro, junto a la vía Perimetral, donde personas dedicadas al reciclaje remueven cables en busca de cobre, dejando expuestos restos peligrosos.

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El jefe de la División Forestal y Ambiental del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil (CBG), Carlos Salazar, dice que los modelos internacionales de investigación de incendios “determinan que el 95 % de los incendios forestales son creados por el hombre y el 5 % son creados de manera natural”.

A pesar de ser una de las áreas naturales más emblemáticas de Guayaquil, Cerro Azul carece de un resguardo jurídico. Según el Municipio, esta área no cuenta con una categoría de conservación reconocida a nivel estatal. No obstante, se ha anunciado que en 2025 se realizarán mesas técnicas para declarar al cerro como Área de Conservación y Uso Sustentable (ACUS). Este proceso, aunque prometedor, llega tarde para un espacio que ya ha perdido parte de su riqueza natural, por años de abandono y la actividad humana que ‘coloniza’ poco a poco este espacio.

Cerro Azul tiene varios ‘vecinos’, ya que algunos predios privados están en el área de influencia de este rincón natural. La mayor parte pertenece a la Junta de Beneficencia de Guayaquil (JBG), cuyo terreno es de 300 hectáreas. En la zona norte hay lotes relacionados con la organización privada Zeudi Enterprises y Telconet. Al este, en cambio, están los predios ligados a Vicesa, el otrora Ministerio de Previsión Social y el Fideicomiso Mercantil Argentina. Y al oeste, el Bosque Protector La Prosperina, a cargo de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol).

Julián Pérez, docente investigador de la Espol y encargado de ese bosque, considera importante que el Estado blinde Cerro Azul, “para que sea parte de un corredor ecológico, porque se conecta con Cerro Blanco, con Bosque La Prosperina”.

Este último espacio verde cuenta con 246 hectáreas, donde habitan más de 200 especies de aves, como el pájaro cuco ardilla (Piaya cayana), y más de 30 especies de mamíferos, como la ardilla de Guayaquil (Simosciurus stramineus), que también circulan por Cerro Azul.

Ardilla de Guayaquil
Un individuo de ardilla de Guayaquil.Miguel Canales
Pájaro cuco ardilla
Dos individuos de pájaro cuco ardilla, en Cerro Azul.Miguel Canales

Por otro lado, las empresas y entidades vecinas de esta área no han contestado si cuentan con medidas para proteger la biodiversidad.

La Junta de Beneficencia de Guayaquil, principal propietaria del área, se limitó a confirmar la recepción del pedido de información, pero no ofreció detalles, a través de un correo.

El Ministerio de Ambiente envió únicamente una descripción genérica del cerro, similar a la información encontrada en internet.

Mientras tanto, las especies vegetales y animales de este espacio natural seguirán sobreviviendo ante los riesgos latentes en su hábitat, como si se tratara de los miembros huérfanos de una familia de la que pocos se quieren hacer cargo.

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