El abandono deja sus huellas en el camino a la isla Santay
Se contabilizan más de 200 huecos a lo largo de la ruta. Turistas creen que la senda es hermosa, pero los daños opacan sus atractivos naturales
Un abandono total marca el trayecto que conduce desde Guayaquil a la isla Santay, inaugurado en 2014, durante la administración del expresidente Rafael Correa. Actualmente, el camino está lleno de huecos y con barandas rotas, lo que genera peligro al visitante.
Ambiente dice que trabaja por Santay, la comunidad lo niega
Leer másEl quemeimportismo de las autoridades se evidencia en este ‘trayecto turístico’, cuya única salvación es la abundante vegetación que lo decora en sus costados, por lo que se le considera como el pulmón de la ciudad y el poblado aledaño.
Como ha venido contando EXPRESO, la Santay ha quedado desatendida por las autoridades. Sin servicios básicos, desprotegida y sin mantenimiento a sus puntos turísticos, como es el camino que se creó para llegar a la isla desde Durán y Guayaquil, cuyo paso está marcado por más de doscientos huecos a lo largo de los 1,8 kilómetros de la vía que lleva al poblado.
El problema sigue latente y al clamor de la ciudadanía se suman organizaciones como Rescate Animal y Guayaquil Ecológico, que también deploran la situación en la que se encuentran estos caminos.
Desde la entrada que está en las calles Domingo Comín y El Oro, en la Perla del Pacífico, se ven decoloridas las señaléticas que fueron dibujadas en el piso, además del desgaste del asfalto.
Una noche en Santay, la isla olvidada
Leer másAl llegar a las camineras de la isla, dos rutas dividen el camino: una se dirige a la ecoaldea y otra al cantón Durán. Esta última vía está cerrada al público desde agosto del 2018. Se observan escasos 10 metros, pero se evidencia el desgaste y la falta de piso en el punto.
En la ruta a la ecoaldea, que recorre 1,8 kilómetros, la queja de turistas, habitantes de la isla y visitantes del Gran Guayaquil es la misma: “da lástima pasar por aquí”, concuerdan.
El trayecto está lleno de huecos, cada uno a dos metros de distancia. Las barandas protectoras están rotas y otras se han caído por completo, lo que genera a ciclistas o transeúntes el peligro de caerse al agua.
El paisaje es hermoso, pero es una lástima que no haya nadie que lo cuide como se debe. La ruta está tan dañada que opaca en su totalidad la vista hermosa que nos rodea.
¿Por qué no se ha dado el debido mantenimiento a este punto?, ¿qué se está haciendo para devolver a este sitio turístico el color y ‘buen rostro’?, fueron, entre otras, las inquietudes que trasladó EXPRESO al Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate) y Ministerio de Turismo (Mintur).
“Tener naves a la deriva no es otra cosa que negligencia”
Leer másEl MTOP y Mintur respondieron que la competencia de estas actividades es del Maate, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta de esa cartera de Estado.
Durante un recorrido realizado por un equipo periodístico de este Diario, se contabilizaron más de 200 huecos en el piso de plástico. Estos constantemente aumentan en los recorridos que se realizan a pie o en bicicleta, lo que fue constatado por EXPRESO tras el paso de un vehículo de ese tipo, que generó dos huecos más en el trayecto.
“Contribuí a dañar más el camino, de forma no intencional... Mientras iba rodando sentí como que me iba para atrás. ¿Qué había sido? Que se rompió la tabla, no una sino dos veces”, explicó Marco Delgado, quien estaba recorriendo la ruta junto con un amigo. Incluso, el turista estuvo expuesto a caer en otros huecos que encontró en el camino y que no pudo esquivar.
Muerte lenta del puente Santay
Leer másAl inicio estaba bonito, pasó el tiempo y quedó todo horrible. No solo el piso tiene huecos, también faltan barandas. Tampoco hay cuidado de la vegetación que invade el camino.
“El trayecto también está lleno de hojas secas y no me di cuenta, se mimetizó con el ambiente y pasé por un hueco. Lo hice más grande”, añadió Mario Casal, habitante de la ecoaldea de la isla.
Turistas como Benjamin y Theresa Glock, ambos de nacionalidad alemana, quienes estaban de visita en el punto, criticaron la falta de mantenimiento en la ruta, a la que calificaron de hermosa, por su paisaje.
“La flora que no se ve así nomás en Guayaquil, la encuentras aquí, pero así como pude ver los enormes baches que invaden a Guayaquil, este puente tiene sus propios ‘baches’. Para colmo, varias barandas protectoras se han caído. Una familia con niños o ciclistas no pueden andar tranquilos por aquí, porque los pequeños van corriendo y se pueden caer, o los ciclistas se pueden resbalar y se van al agua. No solo está el hecho de que se caigan, también se pueden hacer daño con las ramas o el mismo suelo de esta ruta”, comentó Glock.