Guayaquil: Las aficiones deportivas y de ocio que hacían vibrar a los porteños
A inicios del siglo XX, los guayaquileños se congregaban para disfrutar de las carreras de caballos
Las aficiones de los guayaquileños han cambiado con el paso de las décadas. Con la llegada de nuevas actividades deportivas y de ocio en los primeros años del siglo XX, las preferencias de los porteños mutaron.
El fútbol reina en la Perla. Es indiscutible. Pero hay expresiones deportivas y de entretenimiento cuya popularidad decayó con el paso del tiempo.
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En la calle José de Antepara y Bolivia está ubicado el mercado Jockey. A diario decenas de usuarios de zonas cercanas asisten a este centro para proveerse de diversos productos. Pero su nombre guarda los recuerdos de intensas jornadas hípicas.
Y es que hace más de 100 años, en 1919, en el predio que comprende las actuales calles Antepara, Guaranda, Venezuela y Maracaibo funcionó un complejo hípico, el tercero en la ciudad.
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Leer másAquellos terrenos formaban parte de la hacienda La Chala y fueron adquiridos por la Sociedad Jockey Club para albergar estas competencias deportivas, que ya contaban con un nicho importante de aficionados, quienes acudían masivamente los domingos para disfrutar de las carreras de caballos y valorar las destrezas de los jinetes.
Funcionó hasta mediados de la década del 50. El investigador histórico Parsival Castro rememoró que en los años 60, aún quedaban vestigios de las graderías sobre calles como Antepara y Vacas Galindo.
En 1956 fue inaugurado el hipódromo Santa Cecilia en la zona que actualmente ocupa la ciudadela Los Ceibos, en el oeste. Su denominación se debe a Cecilia Gómez Iturralde, propietaria de la hacienda Mapasingue, donde se asentó el centro deportivo, que dejó de estar activo en 1979.
Pero esta actividad comenzó a desarrollarse en 1885, con la construcción del primer hipódromo, que estaba situado en un terreno donde hoy están delimitadas las calles Lorenzo de Garaycoa, Gómez Rendón, Francisco de Marzo y Chimborazo, en el centro guayaco.
Ya en el siglo XX, en 1908 y con el auge de la hípica, la Sociedad Jockey Club trasladó este espacio hacia la hacienda La Esperanza, en los predios donde hoy están las calles 6 de Marzo, El Oro y Rosa Borja de Icaza, en el barrio Centenario.
Según relatos recogidos de la época, los guayaquileños acudían al sitio con trajes formales. Los caballeros, utilizando sombreros e incluso bastones en algunos casos. Además de ser un espacio de ocio, también se convirtió en una importante área social en esa época. En este predio el hipódromo funcionó 10 años, antes de trasladarse más hacia el centro.
Las corridas de toros en Guayaquil, con creciente popularidad en la mitad del siglo XX
Pero otro tipo de aficiones que involucraban animales venían gestándose en la ciudad desde el siglo XVIII.
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Las corridas de toros, incorporadas por los españoles, eran una de las actividades que atraían a los pobladores. Castro explicó que en el predio del actual parque Seminario se colocaban tablones de madera para elaborar una cerca y practicar con el animal.
“Era una fiesta para los españoles frente de la Catedral, aunque tenía sus riesgos; no es como ahora que previamente torturan al toro, sino que lo soltaban nomás, a la suerte del que lo enfrentaba”, relató el investigador histórico.
La arquitectura moderna de Guayaquil desde otra óptica
Leer másA inicios del siglo XX funcionaban las plazas La Victoria y La Concordia. Esta última donde hoy está ubicada la piscina olímpica, en José Mascote y Hurtado, en el centro.
Una plaza de toros conocida a mediados de la década del 50 era La Macarena, en las riberas del estero Salado, cerca de la actual ciudadela Ferroviaria. Los aficionados guayaquileños acudían para observar las habilidades de los matadores.
Y para finalizar con las actividades de recreación antiguas en las que estaban inmersos animales, podemos nombrar las peleas de gallos. De hecho, la General Córdova en el siglo XIX era conocida como calle de la Gallera (luego Vargas Torres), porque en uno de los terrenos se apostaban pobladores para observar las contiendas entre aves.
El auge del fuerabordismo en Guayaquil
La ubicación de Guayaquil, rodeada por el estero Salado y el río Guayas, fomentaba la práctica de deportes acuáticos. A mediados de los 70, el fuerabordismo se ganó un espacio preponderante en la ciudad, según recordó el periodista Diego Arcos.
“Aquí cada fin de semana había fechas de fuerabordismo y todo el mundo se apostaba en el Salado para ver. Era el circuito La Chorrera. Tú te despertabas con los botes de motor. Era impresionante. Había 14 fechas y tú ibas viendo en el periódico quién iba en primer lugar”, dijo.
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Castro recordó también las competencias de nado que se organizaban en el río Guayas y que congregaban a decenas de aficionados. Y la tradicional regata Guayaquil-Posorja, que mantiene su popularidad.
La consolidación del fútbol y la falta de impulso estatal a otras disciplinas han propiciado que estas grandes jornadas queden solo en recuerdos.
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