¿Es posible una Guayaquil más sostenible en 2025? Esto sugieren científicos
Se debe pensar en más espacios seguros para el peatón, saneamiento del río Daule y conservación de especies
El verdadero desafío para Guayaquil cada año entrante es sobrevivir al paso del tiempo, enfrentando el crecimiento urbanístico y el -ya presente- cambio climático. Por eso, EXPRESO conversó con miembros de la comunidad científica local para conocer los retos de 2025 en materia de sostenibilidad.
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Los principales lineamientos hacia un futuro sostenible deben sortearse desde el ordenamiento territorial. Daniela Hidalgo, catedrática especializada en planificación urbana y rural, resalta que cualquier acción a emprenderse por el medio ambiente debe orientarse a largo plazo.
‘‘Un ejemplo de estas acciones es el análisis de las calles con potencial para ser peatonalizadas. Para identificarlas, es necesario observar las actividades de las personas en puntos de interés, como zonas que, debido a la falta de espacios públicos, se utilizan como áreas deportivas o sitios aledaños a edificaciones emblemáticas que atraen multitudes’’, dijo Hidalgo, sugiriendo que este proceso debería contar con la participación ciudadana y la colaboración de diversos actores.
También recomienda la creación de un ‘cinturón verde’ para Guayaquil, con zonas de contemplación, áreas recreativas y, por supuesto, espacios portuarios. ‘‘La falta de áreas verdes, de espacios públicos, la contaminación de nuestro río, la inseguridad, la dependencia del automóvil, debido a que la ciudad no está diseñada para las personas, son problemas persistentes’’, indicó.
Saneamiento del río Daule
Es precisamente la contaminación del río una problemática resonada en las últimas semanas. ‘‘Tengamos en cuenta que la única fuente de agua actual de Guayaquil es la cuenca del río Daule, y esta tiene muchos sedimentos que generan costos, producto de erosión, deforestación y otros contaminantes. Además, 28 cantones necesitan del mismo río’’, enfatiza Giovanni Ginatta, secretario técnico de Fondagua.
Para Ginatta, el reto este 2025 es entender qué sucede y sucederá en la cuenca de este importante río, y los esfuerzos deberían concentrarse en la restauración de este ecosistema, con acciones que vayan más allá del dragado en ejecución. ‘‘El cambio climático acentúa extremos de condiciones climáticas, como sequías o inundaciones. En las próximas épocas de intensas lluvias, una cuenca no saludable magnifica las posibilidades de inundaciones. Hay que entender cómo está la batimetría (elevación topográfica) del río Daule’’, señaló.
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Estas preocupaciones las ha expresado la ciudadanía a lo largo del año (y hasta antes), como EXPRESO ha recopilado. Pero hay seres cuyo distinto lenguaje no los exime de merecer mejores condiciones para vivir en la ciudad: la flora y fauna. Jaime Salas, docente de la Universidad de Guayaquil, ha monitoreado el atropellamiento de animales en el Gran Guayaquil desde 2021.
‘‘Exponencialmente, en vía a la Costa, solamente en el grupo de aves, encontramos 329 aves atropelladas cada año. Entre Samborondón y La Aurora, hay 600 vertebrados que mueren así. Son números altos, que podrían ser mayores, de hecho’’, compartió Salas a EXPRESO. En su criterio, considera que las ciudades se convierten en barreras de dispersión para las aves, por el ruido de las mismas y las altas velocidades en las vías.
Por esto, sugiere que la creación de vías debe ser ‘más empática’ con los animales. ‘‘Regionalmente se habla mucho de carreteras con diseños amigables con el medio ambiente. Hay que fijarnos en las especies que están siendo más vulnerables a morir de estas formas. Por ejemplo, lo que más hemos visto afectados son búhos, lechuzas, serpientes y zarigüeyas; por ahí hay que empezar’’, aconseja Salas, quien también lidera el Programa de Conservación de Murciélagos del Ecuador. Asimismo, acota que se deben realizar mesas técnicas especializadas junto a la academia para la preservación de estas especies.
Plantas y flores: invadidas y amenazadas en silencio
Para Natalia Molina, bióloga catedrática de la UEES y cuya trayectoria fue reconocida por el Municipio de Guayaquil, los principales retos en cuanto a flora radican en planes preventivos. ‘‘La ciudad está rodeada por bosques secos muy ricos en diversidad. Se debe hacer un plan para evitar incendios, sobre todo en las temporadas de calor. Lo otro es un plan para controlar las especies invasoras, como el tulipán africano, porque muchas de ellas son de alto riesgo al afectar la fauna local. Hay que eliminar el uso de plaguicidas en las áreas verdes urbanas y recurrir al control de insectos benéficos para el manejo integrado en el Gran Guayaquil’’, establece Molina.
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Leer más‘‘Son medidas aplicables, como una poda a tiempo de estas especies durante la floración. A la ciudadanía hay que instarla a que no introduzca especies no nativas a la ciudad. No porque se vean bonitas significa que causen un impacto positivo’’, añadió.
Molina acota que el Municipio cuenta con una guía de biodiversidad que define las especies adecuadas para sembrar dependiendo de su ubicación, para la creación de áreas verdes exigidas y necesarias en Guayaquil. Sin embargo, añade que también es una responsabilidad ciudadana. ‘‘Yo quisiera enseñar a los viveristas locales cómo reproducir las especies nativas, porque hay especies muy lindas que pueden introducirse a nuestros parterres. Guayaquil sigue creciendo de manera horizontal. Cuando se urbaniza un lugar, todos los bosques se van sin que los conozcamos’’.