Rastros de fogatas
Comunidad recorre zonas del Bosque Palo Santo, encontrando restos de fogatas.CARLOS KLINGER

Guayaquil alza la voz para evitar ser otra víctima de los incendios

Los ciudadanos no quieren que la ciudad, como pasa ahora Quito, esté cubierta de humo

Que Guayaquil haya sufrido 14 incendios en solo ocho días es un hecho que pone en alerta a la comunidad. Más aún cuando otras ciudades grandes del país, como Quito y Cuenca, sufren a causa del humo que cubre hoy sus cielos, por efecto de los incendios forestales.

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Guardianas del bosque

Con baldes y fundas caminan por senderos cuatro madres en el norte de la ciudad. Lo hacen para prevenir incendios, cuidar la fauna y el espacio natural, explicó Mónica Solano, quien asiste casi todos los días al Bosque Protegido Palo Santo, en la ciudadela Urbanor, a pesar de que no vive allí. ‘‘Estamos haciendo rondas de lunes a viernes y estamos intentando también los fines de semana. Venimos a limpiar el bosque y regar los árboles que hemos sembrado’’, comentó a EXPRESO. 

Ellas han invertido en reparar la toma de agua con la que allí cuentan. También acercan frutos a las decenas de ardillas que hacen de ese espacio su hábitat.

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    Comunidad asiste con baldes y fundas a cuidar del bosqueCARLOS KLINGER
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    Gracias a la toma de agua, que ellas dan mantenimiento, logran regar los árboles sembrados.CARLOS KLINGER
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    La comunidad sembró árboles frutales nativos para cuidar de las ardillas y aves que allí habitan.CARLOS KLINGER

Palo Santo no cuenta con personal de guardabosques o vigilancia por alguna autoridad, por lo que es fácil que cualquier ciudadano entre a esta zona e imprudentemente, como denuncia la ciudadanía, ocasione incendios. La evidencia está en las cenizas de fogatas, que de por sí están prohibidas en el sitio, además de papeles y otros desechos inflamables.

‘‘Esto lo hacen cuando no estamos, porque tenemos la bendición de que cuando como guardianas del área estamos aquí, hasta los visitantes nos ayudan a regar las plantas’’, indicó Solano, quien resaltó la importancia de este bosque para las actividades de la comunidad.

Alexandra Reinoso, quien suele ir a cuidar Palo Santo con su hijo, ha encabezado las mingas de limpieza. Ella manifiesta que aunque suele ser tedioso porque toca hacerlo casi a diario, es por el amor al ecosistema. ‘‘El otro día nos asustamos porque nos quemaron dos plantitas, es como que nos dañan a un hijo. Queremos poner el ejemplo, yo traigo a mi hijo para que aprenda que esto es importante’’, contó mientras servía frutas en una bandeja a las ardillas.

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    Papeles, muy inflamables, son desechados en los bosques por personas imprudentes.CARLOS KLINGER
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    Cajetillas y colillas de cigarrillo evidencian el manejo de fuego en el bosqueCARLOS KLINGER
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    A pesar que letreros advierten que se prohíben las fogatas, se encuentran sus rastros en el sendero.CARLOS KLINGER
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Mingas de limpieza

En el Bosque Protector Cerro Paraíso también se realizan mingas. La ciudadana Judith Baquero detalló que lo que más se encuentran son botellas de licor vacías, hechas de vidrio. Junto con la fundación Mingas por el Mar recolectaron hace poco más de treinta kilos de desechos. ‘‘Este lugar está lleno de aves, de vida. Creo que hace falta más vigilancia de quienes entran y salen’’, dijo a EXPRESO. Aunque existen voluntarios que se comprometen con el cuidado, insiste en que toda la población debe conocer la realidad de los incendios y hacer conciencia.

Nicole Casal, de Mingas por el Mar, no ocultó su indignación con quienes no cuidan el bosque. ‘‘Uno viene a este lugar para recrearse con la naturaleza, sin perjudicarla, y te encuentras con botellas en los senderos. Da pena que usen al bosque como basurero, pero es lo que sucede y es un riesgo”, expresó.

Incendios cobran más fuerza

En Guayaquil, según cifras del Cuerpo de Bomberos, se ha casi duplicado el número de incendios forestales en relación al año pasado. Hasta agosto de 2024 se han registrado 529, mientras que en el mismo periodo de 2023 fueron 234. La situación climática ha favorecido la propagación del fuego y su presencia pone en riesgo el área urbana, reconoce la entidad. 

Así ocurrió la semana pasada cuando el olor a quemado empezó a asfixiar los hogares de Lago de Capeira, debido a un incendio forestal que se desató en el Bosque Protegido Bosqueira, aledaño a estas residencias. Esa vez, el fuego se acercó más que antes a las viviendas. A Ana Reyes, residente de la urbanización, le sorprendió que este fenómeno se haya adelantado. ‘‘Estos eventos, por lo general, ocurren en noviembre y diciembre’’, relató, asegurando que los incendios son comunes en esta área porque en el otro polo de Bosqueira hay plantaciones que son sometidas a quema agrícola por sus trabajadores, propagando la combustión con el viento, además de que se registran ya asentamientos irregulares. ‘‘Hay que cuidar a los animales que también están aquí, teniendo en cuenta que Bosqueira es un área de importancia para la conservación de los murciélagos. Por eso pedimos acciones’’. 

Llamado a hacer conciencia

EXPRESO conversó con Gustavo González, instructor internacional especializado en incendios forestales, sobre la responsabilidad ciudadana. El experto destacó el rol cívico en la prevención. ‘‘Muy poco le importa a la mayoría de la gente, pero se hace noticia cuando el fuego se acerca a sus viviendas, como ocurrió recientemente en el cerro de El Carmen’’.

Este era el estado del incendio hasta la noche del miércoles 28 de agosto.

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Apagar ese incendio, como publicó entonces este Diario, tomó más de 20 horas, y la preocupación ciudadana aumentó. “Me apena ver cómo se quema todo. No debería pasar esto. No hay conciencia ciudadana, pero tampoco control”, señaló Valentina López, quien fue testigo de lo ocurrido desde Puerto Santa Anta.

A González le apena ver cómo se podrían perder los recursos ecológicos de la ciudad, como pasa hoy en ciudades de la Sierra, donde las familias se han visto obligadas a usar mascarillas para evitar contaminarse. Por eso él insiste en hacer conciencia.

‘‘Un incendio cuesta demasiados recursos económicos, humanos y materiales. Lo mejor es contenerlo desde antes de que empiece, porque cuando se hace grande perdemos todos. Se pierde la calidad del aire, los animales, los bienes y hasta la vida”, precisó González, quien instó a las autoridades a estar más comprometidas en el cuidado de los bosques urbanos. 

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