El ambiente de Guayaquil, en decadencia
El 73 % de los guayaquileños aseguran haber percibido el cambio climático. El esmog de vehículos, entre los problemas
La percepción del ciudadano que reside en Guayaquil frente a la situación ambiental es negativa. La mayoría asegura haber percibido un cambio climático durante el último año.
120 sacos de basura son recogidos a diario de un tramo de la Perimetral
Leer másEl colectivo Guayaquil Cómo Vamos, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y un grupo de instituciones realizaron en conjunto estudios sobre cómo se percibe la situación climática en la ciudad. Las conclusiones fueron desfavorables, dejando en evidencia la necesidad de más atención por parte de las autoridades.
De acuerdo con el análisis realizado por la encuestadora a casi 2.000 personas de diferentes edades y en diferentes sectores del Puerto Principal, al menos el 73 % de los guayaquileños reconocen haber percibido el cambio climático y las falencias que hay en el entorno local.
“Cuando hay sol, la ciudad cada vez se siente más caliente, no hay sombra donde esconderse. Además, el olor en Guayaquil es nauseabundo. Creo que la mala disposición de basura, la falta de recolección y otros factores hacen que la ciudad se vea afectada”, dijo Elena Llaguno, moradora de La Pradera, quien recordó que años atrás en esa zona había más áreas verdes y espacios que hacían que el medio ambiente fuera más saludable, pero ahora “todo cambió”, mencionó.
Según lo expuesto en el informe, el 24 % de los consultados consideran que lo que más afecta a Guayaquil es el esmog de los vehículos, el 17 % opinó que es la falta de árboles, mientras que el 15 % habló del mal manejo de la recolección de basura. La lista se complementa con otras afectaciones como el ruido, la falta de un sistema de reciclaje y la pésima calidad del agua de los esteros.
¿Qué otras medidas pueden tomarse para salvar al agua?
Leer másEXPRESO realizó varios recorridos en algunos puntos de la urbe y pudo constatar la percepción del guayaquileño. Por ejemplo, en el centro es común observar a ciudadanos tapándose el rostro para evitar contaminarse con el esmog de los vehículos pesados. Reclamos como que “parecen chimeneas” o que “nadie controla a este tipo de vehículos” se escuchan en cada esquina.
Mientras tanto, en zonas del norte se observó a personas caminando con paraguas o usando sus manos a modo de viseras, para evitar sentir directamente los rayos del sol. De hecho, en muchos casos se vio a personas buscando esconderse detrás de los postes de luz o las señales de tránsito, ante la falta de árboles.
“Han cortado la mayoría de árboles. Ya casi no hay nada que nos dé sombra”, reclamó Luis Antonio Mendieta, morador de Sauces, donde también varias especies han sido podadas debido a su mal estado.
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Dalmiro Montes
Otros problemas climáticos
Mientras tanto, en el sur de Guayaquil, en zonas como las calles Portete, Tungurahua y Francisco Segura, también se observa la mala disposición de la basura por parte de la ciudadanía, que a toda hora deja los desperdicios en cualquier sitio, sin importar si coincide con el horario del recolector.
De hecho, tal como lo contó EXPRESO, el canal de Mucho Lote, en el norte de Guayaquil, se ha convertido en un botadero de basura público, provocando malos olores, quejas ciudadanas y hasta el llamado de atención de Aquiles Álvarez, alcalde de Guayaquil. “Qué decepción. Hemos limpiado ya cuatro veces el canal 37 de Las Orquídeas y decepciona ver que a la mayoría le importa muy poco”, dijo en sus redes sociales.
Para Dalmiro Montes, especialista en medio ambiente, la falta de políticas públicas y de sanciones para el cuidado del medio ambiente hace que el ciudadano no tome con importancia la situación. “Si las medidas por contaminación o por mala disposición de basura fueran más severas, seguro nadie lo haría. Pero al ser leves y casi no aplicarse, la gente hace lo que le da la gana”, sostuvo Montes, quien apuntó a que es necesario incrementar las áreas verdes.
El norte está ‘seco’. Habitantes de la Alborada, por ejemplo, anhelan que los parterres de la Francisco de Orellana estén con vida y con verdor. “Solo hay cemento, no hay árboles, no hay nada. La Orellana quema. Lo hace todo el tiempo”, lamentó Kathe Morales, residente de la undécima etapa de esta ciudadela.
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