Anécdotas y nostalgia por los 60 años de graduación aguirrenses
Abrazos y apretones de manos en un emotivo reencuentro de exalumnos del emblemático colegio. Hubo un minuto de silencio por los que ya no están
Se reunieron para celebrar 60 años de graduados y 65 de una amistad que inició en el emblemático colegio Aguirre Abad y que hoy sigue intacta.
Un grupo de exalumnos aguirrenses de la promoción 1962-63 revivieron anécdotas de su época estudiantil. “Entre nosotros todo sigue igual, los amigos de la secundaria no se pierden”, aseguraron, emocionados.
Es una promoción muy unida. Son esposos, padres, abuelos y hasta bisabuelos que hoy tienen entre 79 y 80 años. Hace una década formaron la confraternidad ‘Amigos de siempre’ y desde entonces se reúnen cada mes.
“Es un hábito que ni la pandemia detuvo, ya que utilizamos el Zoom para conversar y saber cómo estábamos. Además, tenemos un chat en WhatsApp que se mueve con frecuencia diaria”, destaca Gaudencio Zurita, encargado de pronunciar el discurso que rememoró los años de amistad transcurridos.
El sábado pasado, algunos ayudados con bastón, otros luciendo sus cabezas calvas y canosas, volvieron a reunirse en un almuerzo realizado en un restaurante de la calle Panamá. A la cita acudieron 33 de los 53 graduados. Varios estuvieron acompañados de sus esposas. Los 20 restantes ya partieron de este mundo y para ellos hubo un minuto de silencio.
Es bonito saber que aquella amistad que nació en las aulas hace más de sesenta años, todavía perdure y cada vez se fortalezca. Somos un grupo muy unido.
Historias, anécdotas, sonrisas y nostalgia, así como abrazos fraternos y estrechones de manos, le dieron un matiz muy particular a esta jornada que tuvo como invitado especial a Aquiles Rigail, uno de sus maestros.
Guardamos en nuestras memorias las anécdotas de los momentos vividos en la época colegial. Ahora lamentamos la partida de aquellos con los que compartimos en esos tiempos.
Entonces, fue la oportunidad para que Leonardo García revele algo que había sido un secreto bien guardado. “Yo fui quien le puse corriente a la silla del profesor. Sin que nadie me viera agarré un cable de la pared y mojé con agua el asiento. No lo hice por maldad, sino por travieso.”, contó, al tiempo que pidió disculpas por esa ‘mala pasada’ que le hizo a quien le impartió la asignatura de Historia.
Rigail sonrió y estrechó la mano de su ‘agresor’ y con ello vinieron más anécdotas que fueron desempolvadas.
Entre risas, Gastón Sarmiento recordó las veces que junto con sus compañeros se hicieron ‘la pava’ (escaparse del colegio) para irse a la hacienda de sus padres en el sector donde ahora está ubicada la urbanización La Joya, en La Aurora. “Para nosotros eso era un viaje largo; pasábamos toda la mañana paseando en el campo y luego regresábamos a casa como si veníamos del colegio. Nunca nos descubrieron”, relata con picardía.
Manuel Idrovo, en cambio, recordó a Manuel Abarca, su profesor de Física, quien lo quiso expulsar del plantel por haber sacado 10/20 en un aporte. “A él siempre le daré las gracias porque esa amenaza hizo que me esmerara en mis estudios y pudiera ingresar a la Espol, donde solo lo hacía un reducido número de estudiantes”, resaltó.
También hubo tiempo para alardear de las victorias adquiridas en el deporte. Carlos Elizalde recuerda que con 15 estudiantes participantes del Aguirre versus 30 que tuvo el también emblemático Vicente Rocafuerte (campeón en muchas disciplinas deportivas) pudieron lograr el campeonato de natación en donde por primera vez participaron. “Es fue una hazaña y un incentivo para seguir cosechando triunfos”, relató orgulloso.
La formación integral de este colegio público permitió a la mayoría de sus egresados recibirse luego de médicos, abogados, ingenieros, matemáticos, administradores, etc., o desarrollar sus propias empresas con muchos éxitos. “El Aguirre Abad se caracterizó por tener excelentes maestros y alumnos. Esto es un ejemplo para las nuevas generaciones, quienes deben esmerarse para mantener en alto el nombre del plantel”, remarcó Miguel Coronel.
Estos aguirrenses muestran en sus cuerpos y rostros el paso del tiempo; sin embargo, en todo momento mantuvieron el brillo de la felicidad de volver a encontrarse con quienes compartieron los salones de clases siendo apenas unos adolescentes. “Hemos reafirmado que esta amistad se mantiene como en los primeros días”, dijo Zurita, el más aplicado y estudioso de esa promoción, según sus propios amigos.
Los minutos pasaban y todos tenían algo que contar. Pero llegó la hora del brindis y fue Zurita quien los invitó a levantar las copas de champán servidas para reafirmar ese compromiso de seguir unidos.
