La añoranza de vivir y restaurar el fulgor del centro
Los residentes cuentan la cotidianidad de la zona. Aguardan una intervención integral, con arte, y que edificios no sirvan como bodegaje
No existía la atmósfera de inseguridad que hoy Guayaquil respira; había comunidad, civismo y lazos de confraternidad que aún perduran entre los que decidieron continuar habitando en el centro. En sus rostros se dibujan sonrisas cuando recuerdan que comían los aplanchados, bebían el jugo de la caña en el Bongo Soda, Lusitania, cuando esperaban la tarde para comprar los dulces y leche congelada en La Palma, o pasearse sin importar la hora por la avenida 9 de Octubre.
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Leer másSus testimonios le dan fuerza al concurso de ideas que, en los próximos días, lanza ya de forma oficial EXPRESO, y que busca recuperar este sector. Ellos concuerdan que sí es posible hacerlo, pues aunque se ha ido apagando con el paso de los años, aún se puede recobrar ese fulgor emblemático.
EXPRESO fija su mirada en la recuperación del centro https://t.co/xYJ37CrQ6A pic.twitter.com/krlDxs5Mk0
— Felix Sánchez (@Felix_SanchezR) September 3, 2022
A Teresa Luz, por ejemplo, le emociona rememorar cuando, al caer la noche, las familias se deleitaban comiendo los suculentos secos en Manabí y Rumichaca, así como las recordadas galladas o la participación de niños en la Radio Cóndor, entonando clásicas melodías. “Si se rompía el zapato estaba la zapatería donde utilizaban clavos, como era antes. Estaba el famoso caldo de tronquito, en Manabí y Rumichaca, y cuando íbamos a cantar a la radio nos daban como premio productos... ¡qué lindos tiempos!”, narra la mujer.
De igual manera comenta Raúl Suconota, quien ha vivido en el centro toda su vida y es un defensor de su rescate. Señala que los salones La Colmena y Flamingo elaboraban dulces y comida típica, respectivamente, y fueron los sitios que marcaron a diversas generaciones. Si de mariscos se trataba El Piave ofrecía la tradicional corvina al escabeche. “Un dato importante es que todos estos restaurantes cocinaban en fogones de carbón y leña. El centro olía maravilloso y debería volver a oler así”, remarca.
Guayaquil se ha ido apagando por la ausencia de las familias; hay que tener amor y decisión para recuperar el centro.
Suconota también forma parte de la memoria de Guayaquil, ya que es chef y lleva más de 40 años atendiendo en su restaurante: El Mesón de Don Suco, en Luque 203 y Pedro Carbo. Allí recibe a los que se fueron del centro y de otros sectores aledaños. Y es por eso que comparte la idea de que el corazón de la ciudad debe sí o sí convertirse en un distrito gastronómico. Que exista la calle Panamá es maravilloso, advierte. Pero hay otros puntos que pueden destacar.
Las empresas, entusiasmadas por el concurso de EXPRESO que apunta a recuperar el centro
Leer másPropone, además, que en el cuadrante donde se levanta la iglesia de San Francisco, en la intersección con Pedro Carbo, se implemente una cubierta y que albergue a cafeterías, tiendas de artesanías y no quioscos, pues estos, argumenta, sirven como urinarios públicos cuando ya cierran sus puertas.
Es claro al decir que para una real recuperación también debe haber decisión por parte del Municipio. “Debe existir ese factor, apoyo la iniciativa de EXPRESO y me alegra que la empresa privada se haya sumado a ese rescate”, resalta el también periodista, quien aspira a que el casco turístico y comercial tenga ese dinamismo de antaño; aquel en el que se veía a las familias, ataviadas elegantemente, recorriendo la zona hasta pasadas las 23:00.
María Vera, quien ahora vive en el norte, se suma a estos criterios y le encantaría que regrese el civismo y educación que ahora “se ha esfumado”. Ella llevaba a sus hijas a observar los festivos desfiles, a lo largo de la 9 de Octubre, o a visitar los sodas bares en los alrededores de esta, la principal arteria de la ciudad. “Ahora me da miedo y me apena ver mi bulevar deteriorado, por zonas está oscuro y poco o nada de arte hay, como sí había en el Centenario, por ejemplo”.
Mientras que en la avenida Malecón, hay diferentes condominios cuyos habitantes, que aprueban que el comercio sea el sello del sector, esperan que no haya más edificios utilizados como bodegajes. Así lo expresa el arquitecto Luis Cubillos, residente del edificio El Galeón, en Malecón y Olmedo.
“Son edificios que tienen agua potable, energía eléctrica, están conectados a la red de alcantarillado y son una posibilidad de inversión para promotores en viviendas o centros comerciales”, sugiere.
Las peñas, las fuentes de soda y restaurantes típicos, así como el teatro callejero, eran parte de las atracciones del centro, por lo que es urgente su rescate.
El rescate del centro con la gastronomía
Leer másEl ciudadano considera que las bodegas “pueden estar en galpones fuera de la ciudad”. Que estén en esta zona “mata la vida, mata la convivencia”. Para él, salvar a este punto emblemático de Guayaquil es más que necesario.
“Tenemos el malecón, edificios abandonados en cuyas terrazas podrían habilitarse cafeterías, obras de arte, museos temporales, que permitan convivir, reencontrarse y ver al río, que es otro ícono de Guayaquil, perdido. El centro lo tiene todo para levantarse. Sueño con verlo vivo”, indicó Laura Cornejo, quien vivió en él durante 20 años.
Ricardo Sarmiento: “El centro es el termómetro que revela qué tan saludable es la ciudad” https://t.co/I7NMQ9Bc7M pic.twitter.com/cNXgBAzmjf
— Caro Quintanilla (@caro_quintilla) September 4, 2022