Guayaquil: El arte cierra filas ante la violencia
Participación de menores aumenta en coro y orquesta juvenil del Guayas. Llegan de Guayaquil, Durán o Daule
Mireya Pazmiño es madre de Juliana, de 15 años, a quien le apasiona la música. Viven en el suroeste de Guayaquil y después de las clases del colegio se movilizaban a Durán para que la menor continúe su aprendizaje con el violín. Pero todo cambió cuando el cantón se vio severamente golpeado por la ola delictiva, que obligó a que ambas dejaran de ir.
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Leer másCatalina Ortega, residente de la urbanización La Joya, en Daule, tiene una historia similar. Ella se trasladaba a Durán con su hija Fabiana, que cursa la materia de Artes Musicales y Sonoras en la Universidad de las Artes, pero también se frenaron. “Tuvimos que salir por el peligro”, menciona Catalina, al precisar que su hija aprendía en esa ciudad a tocar el chelo.
Ambas madres figuran en un grupo de padres de familia que aguardan afuera del auditorio del cuarto piso de la Casa de la Cultura del Guayas (CCG), frente al parque Centenario. Ellos conversan, miran su celular o comparten alimentos hasta que chicos como Juliana y Fabiana terminen sus ensayos, que se ejecutan al interior del salón.
Adentro parece que arranca un recital. Un nutrido grupo de niños y jóvenes, con edades que oscilan entre los 11 y 24 años, están sentados con instrumentos como violines o trompetas. Miran atentos al centro, donde se luce Ángeles Terreros Kuffó, directora artística de la Joven Orquesta Sinfónica de la CCG, que inició este 2024 con 25 miembros y hoy son 61.
En una pausa, tras el melodioso sonido de los clásicos instrumentos, Juan Martín García (24) cuenta que llega a la práctica de la orquesta tras terminar sus clases de Ingeniería Civil, pues alega que, para no desperdiciar su tiempo, decidió sumergirse en el mundo de la música. “Para no estar haciendo nada en casa, quise estudiar algo más. Ellos (sus compañeros) se distraen, tienen un claro objetivo”, comenta entusiasmado.
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Leer másAisha Granados es otra integrante de la orquesta. Ella viene de La Joya y su día arranca desde las 05:00. Asiste al conservatorio, luego a la universidad y finalmente a los ensayos de la agrupación. Todo lo hace con el mismo empeño. “Es una actividad que te beneficia bastante, aprendes, conoces más personas, tienes presentaciones”.
El caso de Ashley es el denominador común de los padres que conversan con el equipo de EXPRESO. Todos arrancan su jornada desde muy temprano. El sol ni sale y ellos ya están más que listos. Escuela, colegio o universidad y luego a la CCG: esa es la ruta marcada. “Tienen disciplina”, “son más responsables” y que “esto los ha incentivado a ser mejores”, son algunas de las frases que manifiestan los padres de familia con una alta dosis de satisfacción.
A esa alegría se suma otra de las madres de familia, quien saca su teléfono y muestra con una sonrisa que la orquesta tiene hasta un grupo de fans. Algunos comentan que ellos son los más grandes seguidores.
La pandemia también los afectó
Al conversar con la directora, apunta que esta actividad se retomó en 2023, después de que se paralizó en pandemia (2020). Destaca que no solo es una actividad recreativa, sino que también los chicos ocupan bien su tiempo y se alejan de otras actividades que “no siempre son malas, pero tienen riesgos”.
“Por medio del arte, de la música, entregamos a los niños y jóvenes una formación integral en valores humanísticos, cohesión social, habilidades y destrezas”, añade.
Terreros revela un caso en particular en el que ha tenido resultados favorables. Se trata de un pequeño que cambió su conducta luego de que ingresó a la agrupación. “¡La mamá hoy está feliz!”, resume la música, al precisar que el regreso de la orquesta se dio luego de un convenio de la CCG con la Prefectura del Guayas.
Mirla Hernández
Por esto se muestra contenta de que estén abiertas las puertas no solo en Guayaquil, sino a los cantones aledaños del Guayas. Sin embargo, reconoce que le gustaría llegar a más pequeños, visitar sectores como la isla Trinitaria, en el sur; así como que profesores les enseñen a los chicos desde cero.
“Sería lo ideal, pero por el momento necesitamos que toquen un instrumento sinfónico, que lean partituras y que se quieran adaptar con sus familias. ¿Ya vio a las madres afuera esperando?”, añade.
Pero en el auditorio donde se llevan a cabo los ensayos, dos horas los martes, jueves y viernes, no solo hay espacio para la orquesta.
Otras destrezas
Paulina Sánchez Cano es la directora del Coro Infanto-Juvenil del Guayas y, de manera similar, ha aumentado la presencia de niños en el grupo artístico. En este 2024 el elenco inició con apenas 30 chicos, pero ahora son 50, que dan su mejor presentación en cada ensayo. “Vienen aquí porque han encontrado un espacio para cantar. Sus madres son el gran equipo y son el motor. Ellas los traen y también los esperan afuera del auditorio”, remarca.
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Leer másEn las prácticas es común observar que los pequeños todavía porten su uniforme escolar, por ejemplo de Educación Física, o que cerca de ellos o los casilleros dejen sus mochilas. En el equipo hay integrantes de 7 a 16 años y ninguno se pierde la dirección de Paulina, como gesticular para alcanzar alguna nota alta. Ellos, por su parte, lo intentan.
La maestra remarca que la importancia de que estén en un coro radica en que los más pequeños desarrollan sus destrezas, aprenden valores y se les infunde la constancia. “Nos dividimos hasta cuatro voces. Todo esto hace que se enfoquen en una actividad que les permite aprender, crecer y desarrollarse”, concluye.
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