La gerente de la Empresa Pública de Turismo, Gloria Gallardo (i), frente a un mural de la calle Panamá.
La gerente de la Empresa Pública de Turismo, Gloria Gallardo (i), frente a un mural de la calle Panamá.Cortesía

Arte urbano en Guayaquil: el desglose de las obras no cotiza el talento

Tres direcciones municipales aseguran que del 50 % al 75 % de valores se destina a los artistas.  Los pagos inequitativos afectan a los tercerizados.

Los millones de dólares que el Municipio de Guayaquil ha invertido en arte urbano el último año han salido de cuatro departamentos, la Fundación Siglo XXI ($ 1,9 millones), la Empresa Pública de Turismo ($ 849.814); y las direcciones de Obras Públicas ($ 1,4 millones) y de Cultura ($ 1,2 millones).

Mural del proyecto Letras Vivas. Al menos medio centenar de frases han sido pintadas.

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De esos rubros, el desglose de las obras contempla altos porcentajes a los artistas contratados. La Fundación Siglo XXI cede el 75 % del monto total a los talentos y el otro 25 %, a trabajos complementarios.

Turismo explica que, por cada obra, se destinó alrededor del 60 % a honorarios de artistas y a la producción de las obras, y el 40 % restante, a la preparación de las paredes, maquinarias, andamiaje, alquiler de taller y bodega, transporte, registro y en determinados casos para la posproducción del material audiovisual. Mientras, Cultura asegura que toda la inversión en arte es pagada directamente a los artistas.

Lo que ninguno de los departamentos municipales dice es cuánto vale el talento. Por ejemplo, en el contrato de $ 1,4 millones de los estudios, diseños y construcción de esculturas y obras de arte del Monumento al Bicentenario de la ciudad de Guayaquil y Llama Eterna de la Libertad, de la Dirección de Obras Públicas, se detalla que cuatro esculturas, tres de 200 mil dólares y una de 500 mil, que suman $ 1,2 millones. Otros $ 100 mil se destinarán a una bandera estructural de 2 metros de ancho por 15 de largo y $ 100 mil más a una columna de mármol de tres metros de ancho y dos de alto.

La contratista de esta obra es Victoria Bastidas, a quien además se le adjudicó otro contrato por el monumento a los caídos del COVID-19 de la Plaza Colón, de $ 210 mil dólares. Esos dos y todos los acuerdos de este tipo contemplan una cláusula que los precios acordados constituyen la única compensación al contratista por todos sus costos. El cuánto invertirá Bastidas en la obra (materiales, recursos humanos y demás) y en cuánto valora el Municipio su talento es un enigma que dificulta conocer si hay excesos.

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Así con todos. De allí que el Municipio tampoco se responsabilice de los subcontratos que se susciten, como pasó en la calle Panamá, donde hubo murales de hasta 60 mil dólares en donde los talentos tercerizados cobraron menos de $ 800.

Eso dejó sobre la mesa la otra realidad de la inversión en arte. En el rubro cedido a los artistas principales no se contemplan repartos equitativos en posibles subcontratos que se presenten. El tema da de qué hablar por la precarización laboral de los talentos denunciada el lunes pasado en este medio de comunicación.

SelecciónEl Municipio asegura no tener preferencias de ningún tipo con los artistas. Y tener como objetivo que el arte y la cultura lleguen a todos.

Para entender esto es importante mirar desde dentro. Carla Bresciani es una reconocida muralista de Guayaquil y ahora también es contratista municipal. Prefiere no decir cuánto cobra por sus trabajos para la Alcaldía, pero sí aclara que “está en cada artista contratado cómo distribuye los rubros”.

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“Te asignan proyecto y tú ves cómo lo distribuyes. La gente no se da cuenta que la ciudad vive un despertar creativo. Cada ciudad tiene diferentes tipos de procesos. Y Guayaquil aprende ahora mismo a hacer arte urbano. Necesitamos a gente que quiera educar, no a odiadores”, destaca sobre las críticas que han llegado de las recientes inversiones en arte urbano de la urbe.

Entré al Municipio como contratista porque me llamaron. He trabajado muy fuerte. Tengo un trabajo que se puede mirar y ahora tuve esta oportunidad.

Carla Bresciani, muralista guayaquileña.

Uno de los proyectos que se han comentado es el de los murales de la calle Panamá, que acompaña un reordenamiento y repotenciación de la zona.

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Este Diario pudo contactar a otro muralista, también subcontratado de la calle Panamá. Pese a que tiene larga trayectoria, como Bresciani, no ha podido trabajar directamente con el Cabildo. Así que se ha resignado a los subcontratos.

Por temor a represalias, evita dar su nombre. Defiende que en los tres murales trabajados, valorados todos en casi 40 mil dólares, sí recibió una paga razonable, aunque ni de lejos alcanza ni la mitad del costo del contrato, reconoce.

Él cree que para equiparar las cosas, para hacer más accesible al Gobierno Local, es necesario que se generen espacios. “El Municipio está pagando muchísimo por muralismo. Son precios altos. Muy altos. Hay mano de obra más talentosa y que también puede ser compensada así, pero que no ha tenido la oportunidad aún”, observa este artista.

En ese grupo de los que no han tenido cabida está el activista Aaron Torres, de la iniciativa Acción Poética y quien incluso ha denunciado que el Cabildo borra sus murales. “La inversión en arte es vital, pero lo que se hace ahora mismo es solo maquillar números. Hay que invertir, no gastar”, menciona el artista.

Torres pide al Municipio analizar cómo se distribuyen los recursos en esta emergencia sanitaria y resalta que es impresentable el sonado sobreprecio del proyecto Letras Vivas, de más de $ 300 mil, que consistió en pintar poesía en paredes por hasta 18 mil dólares sin retribuir a los autores.

Hay muchísimos artistas que están en este momento necesitando una oportunidad que no ha llegado. Y cuando hay autogestión, borran los murales. Es injusto.

Aaron Torres, artista y activista.