Guayaquil: un atractivo que echa raíces

Su nombre científico es Ficus elástica Roxb;pero es más conocido como árbol de caucho, gomero, higuera del caucho, ficus decora, ficus de hoja grande, árbol de la goma. Crecen bondadosamente a lo largo de la avenida José Vicente Trujillo, entre las avenidas 25 de Julio y Domingo Comín o Eloy Alfaro, convirtiendo el entorno en una ruta ecoturística ‘invisible’, en el sur de la    ciudad, que nadie ha tomado en cuenta y donde no existen atractivos turísticos.

Son árboles que tienen raíces frondosas, que se exteriorizan sobre las aceras y ‘sangran’ un líquido blanco, generando un paisaje atractivo a la vista de quien cruza por el Centenario Sur o la Saiba y que gusta de la naturaleza.

Eduardo Villavicencio confiesa que no conoce  mucho de árboles, pero lleva 18 años trabajando en jardinería. Mientras realiza la limpieza de unas de las jardineras señala que hay muchas especies sembradas en el sector  y ‘viejos’, árboles “que ya no se ven en la ciudad”, pero que sobrevivieron al ataque de la plaga de la cochinilla, especialmente en el norte porteño.

Para el máster en arquitectura Ronald Torres, el turismo en Guayaquil enfrenta diversos problemas que requieren soluciones integrales para un correcto desarrollo. Dentro de los desafíos más significativos está la falta de un entorno seguro para los visitantes, particularmente en el sector sur de la ciudad.    “Además, la falta de una movilidad eficiente y el diseño urbano marcan la necesidad de una planificación urbana eficaz que pueda también orientarse hacia el turismo”.

Coincide en que una de las posibles soluciones es la creación de rutas turísticas, con un enfoque que promueva la participación tanto de los ciudadanos como del sector privado. “Este nuevo enfoque debe basarse en estudios preliminares que identifiquen áreas de la ciudad con potencial turístico, patrimonial y de espacios públicos”, considera.

El desarrollo de rutas ecoturísticas, especialmente en el sur de la ciudad, presentaría una oportunidad única para resaltar y preservar la rica biodiversidad de nuestra región, añade; al mismo tiempo que promovería un turismo sostenible y consciente.

“Es fundamental incorporar los principios de educación ambiental y la participación comunitaria, así como de los centros educativos en la planificación de estas rutas. Solo a través de la comprensión y el respeto por nuestro entorno natural podemos esperar preservar los árboles nativos de Guayaquil como son: el guachapelí, guayacán, Fernán Sánchez, cedros, pechiche y ceibo; entre otros, para las generaciones futuras”, recomienda el profesional.

Angello Morla, residente de la Saiba, menciona que en ocasiones la comunidad le echa agua a los árboles que están alrededor, porque el mantenimiento que reciben no es periódico. “A veces hay tiempo para regarlas”, recalca, mientras un grupo de personas le daba mantenimiento al ficus que estaba dentro del gimnasio donde se ejercitaba, en la Vicente Trujillo y Bogotá. Un árbol enorme, cuyas raíces también generan un atractivo dentro del local.

“Son árboles nativos del sector la Saiba”, por lo que considera que el Municipio debe prestar atención para hacerla una zona ecoturística y con ello, que se contribuya en la iluminación y seguridad, por cuanto existen varias luminarias en mal estado y como consecuencia de eso, en las noches es oscuro y desolado.

“Aquí, en la noche, lo dejan patas arriba”, corrobora Pedro Coppiano, residente del Centenario Sur, quien revela que el pasado miércoles 31 de mayo, se robaron todos o la mayoría de medidores de agua de las viviendas ubicadas sobre la Vicente Trujillo, desde la avenida Quito hasta la Domingo Comín. “El agua se regaba”, atestigua de ese acto y señala como responsable a los chamberos que van por el sector.

De allí que también considera buena idea darle vida con seguridad y mayor atención a esa ruta ecoturística ‘invisible’ que han formado los árboles de caucho, y de los que muchos desconocen el beneficio que puede dar el líquido que bota, para la elaboración de miles de artículos para diferentes uso.

Coppiano lo prefiere por la  descontaminación del aire, la frescura y sombra que brindan a las viviendas del sector, en temporadas donde el resto de la ciudad y del país tienen que soportar temperaturas altas.

“Yo estuve en Atlanta City donde hay pinos inmensos y está prohibido tocarlos. ¡Es lindo!”, resalta el residente, a la espera de que el Municipio le preste más atención, ya que son pocos los moradores que salen a echarles agua, pero sus raíces profundas permiten que se mantengan    solos, señala.

Maritza Hernández, residente de la Saiba, recuerda que hace dos semanas llegó una cuadrilla de trabajadores para podar los árboles, tras un año de no haber cortado sus ramas. El pasado 5 de junio, Villavicencio era parte de un grupo de limpieza de áreas verdes que fue contratado por el Municipio, según dijo, y que estaba brindando mantenimiento al sector.

El artesano es parte del grupo de limpieza que realiza mantenimiento en esa y otras zonas de la ciudad de áreas verdes públicas, a cargo del Municipio.

Maritza solo espera que se resalten las raíces de los árboles de caucho, las que considera “hermosas”, y que se cree una ruta ecoturística no solo en esta avenida sino en todas, “porque son pulmones para la ciudad”.

Sin respuesta municipal

¿Qué planes de rescate del arbolado o de siembra    tienen para la ciudad? ¿Qué sectores o zonas necesitan de más arborización y de planes turísticos? ¿Tienen planes de reactivación turística de la llamada Playita, ubicado en el Guasmo Sur, señalado como uno de los sectores más violentos de la ciudad? En la administración de Jaime Nebot se suscribió el Plan de Desarrollo Portuario de Guayaquil, para rescatar Las Esclusas y hacerla zona turística, ¿qué pasó con ese proyecto? ¿Lo retomará está administración?, fueron entre otras las inquietudes que EXPRESO extendió al Municipio, pero al cierre de esta edición no llegaron respuestas.