El Barrio del Salado anhela ser un reflejo de la calle Panamá

La gastronomía es un factor clave para la recuperación del centro de Guayaquil. Un claro ejemplo es la calle Panamá, que dejó atrás su lúgubre imagen y tuvo una metamorfosis donde actualmente se pasea el dinamismo, gracias a los restaurantes, cafeterías y hasta museos que allí se levantan. Y eso es precisamente lo que, tanto urbanistas como ciudadanos, anhelan que se multiplique en el centro; y esta vez se suma el emblemático Barrio del Salado, que presenta potencial, gracias a restaurantes y huecas que ofrecen diversos sabores.

La idea forma parte del abanico de iniciativas en torno al concurso lanzado por diario Diario EXPRESO para recuperar el centro, y los residentes y dueños de negocios del Barrio del Salado sostienen que eso es factible allí.

Angélica Cujilán, propietaria del Pez Volador, ubicado en Luque y José Mascote, lleva casi 40 años deleitando los paladares más exigentes con el encebollado. Con su platillo ganó la Estrella de Oro en la feria Raíces, en 2014, y eso impulsó a que diferentes restaurantes del sector también participen en la cita gastronómica.

Ella se entusiasma al tener como ‘vecinos’ a otros negocios, como El Manaba, Aquí es Marcelo o Pica Rico, y es por esto que espera que el Barrio del Salado sea un reflejo de la calle Panamá. “Por supuesto que se puede, hay potencial, pero nos falta la iluminación y la regeneración urbana, que todavía no ha llegado, por ejemplo, a (la calle) Luque”, cuenta Cujilán, mientras despacha los gustosos encebollados.

Con este criterio concuerda Gustavo Rivadeneira, líder comunitario del distrito 3, quien acota que en los alrededores de la piscina Olímpica, en el tramo de Luque, se pueden colocar otros negocios o huecas. “Aquí hay potencial, tenemos a María Morena, La Salchicha de Paty, y otros restaurantes que ya han convertido al Barrio del Salado en un sector de huecas, pero lo que habría que hacer es estructurar un proyecto con regeneración urbana y reforzar la seguridad”.

La mayoría de los platillos de la zona son de la cocina costeña. Uno de estos es Punto Naranja, en Hurtado y Esmeraldas, que tiene como plato estrella al ‘imperdible supremo’. Se trata de un tigrillo que también deleitó en la feria Raíces. Katiuska Cirino, propietaria del local, abre sus puertas a las 07:30, lleva 4 años en el vecindario y sobrevivió a la pandemia.

Ella también espera que aterrice la mejora en el barrio. “La propuesta que sea como la calle Panamá es bienvenida, y es por esto que urge la regeneración y la promoción por parte del Municipio, además de seguridad, pues tenemos cerca un malecón y el bulevar 9 de Octubre”, resalta la emprendedora.

Precisamente en la 9 de Octubre hay negocios que le apuestan a darle más vida a la arteria, así como lo ha contado este Diario, colocando las mesas y sillas fuera de los establecimientos, y donde actualmente se observan más cafeterías o restaurantes de comida típica. Es el caso de Deleites de mi Tierra, en la intersección de García Moreno frente al hotel Oro Verde.

Jordán Olmos es el dueño del negocio y sugiere que se promuevan más estrategias para atraer al turista para que, en efecto, los negocios estén en el radar gastronómico porteño. “Los oficinistas ya han hecho del local una hueca, ya la conocen”.

Es por esto que los residentes y comerciantes aplauden la iniciativa y esperan acciones a favor de que este emblemático barrio, donde hay casas patrimoniales, se mire en el espejo de la Panamá. “La recuperación debe ser integral, que todo el sector se vea dinámico y que el caso de la Panamá se multiplique”, concluye la moradora Shirley López.

El detalle. Mejorar la iluminación y la promoción de los sitios gastronómicos son otros pedidos con los que concuerdan los vecinos y comerciantes.

• Los límites del barrio del salado son: al sur con la calle 10 de agosto, al norte con la quisquís, al este con la avenida quito, y al oeste con el estero salado.