Barrios de Guayaquil: Viviendo entre las telarañas de cables
Habitantes del norte los pueden hasta tocar desde sus terrazas. Solicitan intervención inmediata. El Municipio argumenta que sigue un plan
Ver marañas de cables colgados o enredados en los postes es una imagen cotidiana, una postal más de Guayaquil. Sin embargo, los habitantes la rechazan; están hartos de que sea parte de su entorno y la razón por la que ahora conviven con un contaminante más.
Guayaquil, la ciudad de las placas náufragas
Leer más“Ya no es el tráfico, el ruido, los canales de agua que generan mal olor. Las telarañas eléctricas están fastidiando a los barrios”, asegura León Sánchez, habitante de la ciudadela Samanes 3, quien al igual que muchos otros residentes se ha cansando de asomarse a las ventanas o a sus balcones y ver nada más que cables.
Ya ni el cielo es posible apreciarlo, piensa. “Y es que donde sea que te pares, no importa si es el patio, la calzada o la vereda, ves siempre lo mismo y desde siempre”, se queja.
Aunque la problemática es común prácticamente en toda la ciudad, salvo ciertas áreas regeneradas, EXPRESO detalla el escenario que se vive en los barrios del norte. Varias denuncias y pedidos han llegado a esta Redacción, solicitando al Cabildo que mire también hacia los barrios donde el problema se ha vuelto insostenible.
“Llevamos años así, vemos que se invierten millones de millones en obras banales, como la de pintar paredes que nadie ve y esta, que le cambiaría la cara a la ciudad y orden a los vecindarios, no ha sido tomada en cuenta como se debería. Así no se puede vivir más. Es horrible”, argumenta Denisse Mórtola, habitante de la ciudadela La Garzota, donde el problema es común en todas las etapas.
Necesitamos orden, no queremos lidiar con la contaminación visual. El Cabildo debe priorizar obras. En la Alborada, por ejemplo, hay además un grave problema con las veredas.
La delincuencia aprovecha la oscuridad de Terranostra
Leer másEn Samanes, Sauces, la Alborada, La Atarazana, Urdesa, Lomas de Urdesa... es lo mismo. Javier Mejía vive en la calle 10 N0, cerca de la intersección de la avenida San Jorge, en la Kennedy, y asegura que debido a la cantidad de cuerdas eléctricas esa zona suele dar la impresión de estar descuidada.
“En algunos puntos son tan bajas que da la impresión de poderlos tocar. Amigos míos, de hecho, lo han logrado. En más de una ocasión me han preguntado si esos cables son mis sogas y si acaso soy trapecista. Parece un chiste, pero es real”, dice al relatar que en casa de su abuela, en Samanes 2, antes de la pandemia era común reunirse en la terraza y beber o comer junto a esas telarañas.
En los postes, las conexiones de energía eléctrica se juntan con las del teléfono y la televisión por cable, lo que incremente el riesgo que haya una descarga. “En el suburbio, donde hay sobre todo conexiones clandestinas, se ha conocido de casos donde hasta las personas han fallecido por tocar un cable que, entre todo ese enredo elevado, se ha caído. Por qué acá no pasaría lo mismo si hay tallarines en el piso. Ya va año y medio de pandemia y la casa de mi abuela sigue igual”, lamenta.
Frente a esta situación, Xavier Álvarez, gerente de la Fundación Guayaquil Siglo XXI, defiende que desde un inicio la entidad ha realizado trabajos de soterramiento de cables en cada obra nueva que se ejecuta dentro del Plan Anual de Contrataciones. “Por ende, esto es un trabajo continuo en los sectores que el Concejo Cantonal de Guayaquil nos delega. Esta administración, sin embargo, está consciente sobre el pedido de todos los diversos sectores de la ciudad para que lleguen a su barrio las obras de regeneración urbana, porque significan un cambio en el estilo de vida de los habitantes”, advierte.
La Libertad: “No queremos más tallarines colgando de los postes”
Leer másAunque no da razón de cuándo iniciarán las labores o si está previsto un plan a medio plazo en sectores como La Garzota, Samanes o el barrio Garay, donde las quejas son continuas; asegura que serán 20 las áreas que se intervendrán este 2021. La calle Carchi, entre 9 de Octubre y Manuel Galecio y todas las transversales; la calle Portete, desde la 26 hacia donde se levante el puente; la etapa 13 del malecón del Salado; la calle Ayacucho, desde Lizardo García a Leonidas Plaza; los Sauces Bulevares (en la avenida Isidro Ayora, de Enrique Grau a 4 CJ19 B), así como algunos tramos de la avenida del Periodista y la Víctor Emilio Estrada (ambas en algunas partes ya intervenidas), se incluyen en la lista.
“Para el 2022 existen otros sectores que serán intervenidos y que se informarán en el momento adecuado”, agrega Álvarez.
En nuestra etapa no hay postes, sino tallarines. Aquí no hace falta ser alto, basta que alces la mano para que los toques y puedas arrancarlos. Es un peligro constante.
Nueva Kennedy, con problemas de ornato
Leer másLuis Chica, presidente del comité de la onceava etapa de la Alborada, espera que su barrio sea incluido en el programa. “En un tramo de la avenida Rodolfo Baquerizo Nazur ya se hizo ese trabajo y ha cambiado rotundamente la cara del lugar. Sin embargo, solo ha sido por unas cuantas cuadras, no hay continuidad y eso es lamentable”, agregó.
Para la urbanista Lili Carbonell, especialista en Arquitectura y Hábitat Sustentable, resulta indispensable que las compañías a cargo de esos tallarines los retiren cuando un usuario decida ya no usar el servicio que ofrecen. “En los postes hay cables antiguos que deberían no estar allí. Creo que aún estamos lejos de que el soterramiento, cuya implementación es costosa, se haga de forma masiva. Pero la obra debe ejecutarse de forma integral para que el proyecto no quede separado del resto, que es lo que ha venido pasando”.