Basura en Guayaquil: Una realidad de dos caras
EXPRESO muestra el listado de los sectores que hacen una buena y mala disposición de desechos. La falta de educación y sanciones agravan el problema
El problema no es solo el mal olor que se percibe, sino la imagen de insalubridad, desorden y hasta de inseguridad que la basura desparramada en las calles genera. En la intersección de la avenida Francisco de Orellana y la calle 24A NE, en Los Vergeles, hay desde cartones y pañales, hasta cáscaras de frutas, plástico y sábanas viejas. Todo al pie de canal de aguas lluvias, en cuyas bases también es común ver flotando todo tipo de desechos.
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Leer másEs jueves, son las 10:00 y el escenario es el mismo todos los días. Esta ciudadela, según datos proporcionados por el consorcio Urvaseo, operativo desde diciembre de 2020, tiene al menos otros dos puntos más (la manzana 74 y la 111 B), en donde la gente arroja la basura fuera de los horarios permitidos.
El sector es uno de los 30 puntos más críticos de Guayaquil. En ellos, pese a que se hacen hasta dos limpiezas por día, dependiendo del sector (en otros es a diario o tres veces por semana, lo que genera también reclamos, como ha publicado este Diario), los desechos nunca se van.
EXPRESO solicitó a Urvaseo el listado de los sitios más problemáticos y también de los más disciplinados (ver en el gráfico adjunto). Son las dos caras de una realidad que enfrenta la ciudad hace décadas y que, a decir de los consultados, no se resuelve por la falta de educación ambiental, infraestructura y sanciones por parte de las autoridades.
La cuarta etapa de la Alborada, además de Sauces 5, 7 y 8; Portete y sus intersecciones con las calles 36, 34, 27 y 26; y el Guasmo Oeste, aunque geográficamente alejadas, comparten el mismo comportamiento: hay basura en las aceras, cerca de los sumideros y negocios; y huele a podrido.
Del otro lado, están al menos cinco cooperativas de la Trinitaria; sectores como Los Juanes, en Monte Sinaí; y ciudadelas como Sauces 1 y 2; la FAE, Ceibos y las urbanizaciones de vía a la costa, que en cambio; tienen todo en su lugar. No hay objeto u olor que desfigura el entorno.
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Leer más“Como podemos ver entonces este problema nada tiene que ver con el estrato social, todo recae en la educación. Y es que para tener una ciudad limpia, debemos optar por ese compromiso ciudadano colectivo que han puesto ya en práctica ciudades como Santiago (Chile) y Medellín (Colombia), que son un ejemplo de metrópolis verdes y sostenibles”, precisa el presidente de la asociación ecológica Medio Ambiente Sustentable, Xavier Salgado; quien asegura que solo a través de ese acuerdo, que lo deben poner en práctica desde la máxima autoridad hasta un niño (algo que evidentemente no pasa, aclara), el medio ambiente se recuperará.
“Hoy el reto está en despertar ese compromiso, en que todos sepamos por qué no hay que sacar la basura cuando nos de la gana, y por qué no hay que hacinarla...”, piensa.
Los arquitectos y urbanistas Lili Carbonell y Brick Reyes, comparten esa opinión, pero a la par consideran que el hecho de que no se multe a los infractores, ha hecho que se relajen y burlen del sistema. “En Guayaquil se necesita de mano dura y no solo de advertencias. Si hay ordenanzas y multas, estas deben, bajo cualquier escenario, ser respetadas. Lamentablemente el tema de la basura no es prioritario. Y es una pena, porque los barrios sucios, dan una sensación de inseguridad”, sentencia Reyes.
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Leer másEn la ciudad, las penas por disponer desechos sólidos no peligrosos al margen de la frecuencia y horarios establecidos y acumular la basura en parterres y aceras; van desde los $ 80 a $ 500.
“He visto personas que por comodidad arrojan sus desechos es sitios inadecuados y las sanciones jamás llegan”, detalla Carbonell. Agustín Vinueza vive en Sauces 8 y reconoce que saca la basura a diario (cuando debería hacerlo 3 veces por semana). “He visto que los recolectores a veces pasan, de chiripazo, todos los días, entonces ahí paran y se llevan todo”, asegura.
La educación es fundamental para erradicar el problema, pero también hace falta mano dura por parte de las autoridades. Que las autoridades sean permisivas en este tema, es lo que ha hecho que en cualquier rincón de la ciudad, haya todavía ciudadanos o familias enteras que no hacen nada por cuidar a la urbe y el medio ambiente.
- Pero, ¿sabe usted que eso está mal, que lo pueden sancionar?, le cuestiona este Diario. Sí, contesta Vinueza sin titubeos. “Ya me han visto varias veces, pero de un llamado de atención no pasa. Lo que necesitamos es que los recolectores incrementen la frecuencia”, argumenta.
Consultada sobre esta posibilidad, la vocera de Urvaseo, Stefany Camacho, asegura que el sistema de recolección es diseñado por el Cabildo y que son ellos quienes determinan horarios y frecuencias. Para los consultados, la medida si bien ayudaría no sería más que un parche.
Si bien existe una ordenanza municipal que debe ser cumplida, esto no pasa en su totalidad. ¿Hay que sancionar? Sí, pero más que eso, hay que educar: eso es importantísimo, el núcleo de todo. Debemos repensar nuestros hábitos, optar por un nuevo camino por el bien de todo. De un futuro limpio, sano, sostenible.
Que pasen más veces ayudará a unos barrios, pero el problema de raíz no se eliminará. Hay sectores populares donde las opciones son escasas para desechar la basura, advierte Reyes; por lo que sugiere que se instalen contenedores que puedan ser vaciados de forma mecánica. “En el extranjero, han sido bien recibidos y han acelerado el proceso de cambio. En Mucho Lote ahora hay uno, y el ambiente es limpio, sano. Las familias aprendieron a convivir con él. Adoptaron un hábito...”.
A la espera del reciclaje
Otro punto clave para erradicar el problema recae en el reciclaje y la falta de una política pública en torno a este punto.
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Leer más“No tenemos ley, ni los suficientes centros de acopio municipales, ni nada claro por parte de la autoridad. Es de hecho la empresa privada la que está lanzando iniciativas de reciclaje que están siendo bien recibidas. Pero si los funcionarios no se suman a la idea, no lideran proyectos de este tipo y, más aún, no promueven acciones integrales para adoptar nuevos hábitos, pasarán los años, y todo sería igual, lamentablemente nos quedaríamos estancados...”, previene Lili Carbonell, especialista en Arquitectura y Hábitat Sustentable.