Bicentenario: Los barrios quieren renacer
Sus habitantes aseguran que Guayaquil tiene deudas pendientes con ellos. Quieren seguridad, vivir en comunidad y corregir errores del pasado
Guayaquil llegó a los 200 años de vida y desde los barrios, la piel de la ciudad, sus habitantes hacen eco de lo que aún les hace falta para vivir en comunidad. Quieren una ciudad habitable, coinciden. Que mire al río donde lo tenga como vecino; que le dé importancia a los árboles, al peatón, a su gente, a los bosques, al cerro; y que les proporcione sobre todo seguridad. No quieren más vivir amurallados.
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Leer más“Guayaquil nos ha dado tanto, pero también nos debe mucho”, explica el arquitecto Sandro Samaniego, de 62 años y habitante de la ciudadela La Garzota; a su juicio, una de las tantas del norte que no ha logrado desarrollarse como debería, “ni le ha dado a sus vecinos lo que merecen”.
“En dos siglos, aún los residentes no podemos caminar tranquilos sobre nuestras aceras porque no las tenemos. Y tampoco podemos dejar que nuestros hijos o nietos jueguen al aire libre, como antes lo hacíamos, porque te roban o atropellan”, piensa. Samaniego, quien reconoce que en estos 200 años lo que sí ha podido hacer Guayaquil por sus barrios (o la mayoría de ellos), es reducir la insalubridad en sus calles; está cansado de vivir entre concreto.
“No hay árboles ni sombra suficiente”, lamenta. Los espacios para que se entretengan los niños y compartan los adultos mayores también son escasos, se queja.
Pero al menos existen. Y es que en algunos barrios como el Garay, que cumple este mes 82 años de vida, los niños tienen que volcarse a las calles para jugar, ante el “triste escenario” de no tener un solo parque.
“Aquí a los chicos no les queda de otra que usar la imaginación para divertirse”, sentencia Xavier Zurita, coordinador del comité promejoras, al reflexionar sobre lo que necesita su barrio, a propósito del Bicentenario de la Independencia de Guayaquil. Una fecha que aunque lo llena de orgullo como ciudadano, lo obliga a creer que “existe igualdad barrial”.
Xavier Zurita, más de un cuarto de siglo entregado al bienestar del barrio Garay
Leer más“Somos el vivo reflejo del abandono”, agrega, al lamentar que su vecindario -que se ha llenado de banderas para conmemorar la gesta histórica- no cuente todavía con un hospital, sino con un pequeño dispensario; y tenga en el olvido, a causa de la delincuencia e indigencia, aquella Plaza de la Música, que está ubicada a un costado del puente El Velero, sobre el estero Salado que termina en el puente de la calle 17.
“A ese sitio nadie tiene ya acceso”, le dice a EXPRESO, algo apenado, el residente Gustavo Arce, mientras señala los candados que cuelgan en una de las puertas de ingreso del centro; y que han estado colocados mucho antes de la pandemia.
“Para levantar a Guayaquil urge tener nuevos centros”
Leer másSin embargo esta falta de espacios comunales y ajardinados, tan necesarios para fortalecer la relación entre vecinos, como lo han repetido hasta el cansancio los expertos en planificación urbana consultados por este Diario; no es un problema que se percibe solo en este lugar, sino que prácticamente en todos.
“Los barrios de Guayaquil, sin importar su estrato, se han ido desarrollando sin tomar en cuenta a sus integrantes y las necesidades y cultura de cada uno. Ahora, las autoridades están tratando de corregir errores, pero pasarán años para tener un territorio amigable y libre”, advierte el urbanista Sebastián Calderón; quien hace un llamado a que en los años venideros Guayaquil se preocupe por regenerar o construir barrios que den cabida a los medios de transporte sostenible y exploten, positivamente, sus recursos naturales.
Urdesa nos da la oportunidad de ir a todos los sitios caminando y eso es gratificante. Urdesa lo tiene todo, sombra, árboles, comercio... Tener más vivo al estero sería nuestro complemento a todo.
Una comunidad reacciona ante el riesgo de que se destruya un hábitat
Leer másLos habitantes concuerdan. En vía a la costa, uno de los polos en desarrollo de la ciudad, Carlos Pástenes, secretario de la Federación de Urbanizaciones del sector, aspira a que pronto se levanten los tan ansiados pasos peatonales que vienen reclamando por años, y por qué no un muelle ecológico al pie del estero que roza con decenas de urbanizaciones e incluso un parque como el de Samanes. “Hay terrenos que podrían cederse para este fin. En las ciudadelas cerradas, tenemos áreas verdes, pero queremos tener más contacto con el resto. Es necesario”, piensa.
Necesitamos un mejor lugar para caminar: tenemos aceras destrozadas, maleza por doquier, iluminación escasa. Nos urgen espacios para los niños. Necesitamos más para vivir en convivencia.
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Leer másEn Urdesa, a decir de Bolívar Maldonado, presidente de la Agrupación Cívica, Social y Cultural de Urdesa (Accur), sería ideal también aprovechar la presencia del Salado, que antes -como en todos los barrios que se conectan con él- permitía convivir con las decenas de especies. “Urdesa, a mi juicio, lo tiene todo, pero se ha ido apagando. Aprovechar sus recursos no solo atraería a más visitantes y llenaría de gente sus vías y no solo las principales, sino que empujaría a las familias a recuperar su espacio, a caminar, disfrutarlo”, agrega el también residente Alfonso Mora.
En Samanes, Urbanor, Guayacanes y la Kennedy, donde el estero o extensos canales de agua lluvia están presentes, los habitantes tienen una opinión similar. Alrededor de ellos, sugieren, se podrían construir camineras, cuerpos de agua, pérgolas, que permitan a las familias cobijarse o caminar.
Expertos plantean cómo quitarle el gris a una ‘ciudad de cemento’ https://t.co/erSaiQ2jLd
— Felipe Bazàn (@felipebazanm) February 17, 2020
La instalación de bancas en los callejones y peatonales, similares a las ya existentes en Sauces o el tradicional barrio del Centenario (ahora desolado), es otra opción que barajan para facilitar el renacer de las comunidades.
“Algo tan simple como eso, sería la invitación inicial a recuperar el espacio público. Pero todo debe ir acompañado de una correcta iluminación del entorno, de seguridad y negocios, sobre todo tiendas, cafetería, bares, que permitan tener las calles llenas”, aconseja Calderón, pues de lo contrario nadie las ocupará, como sucede en el Centenario.
Tenemos un cerro maravilloso para practicar senderismo, mucha naturaleza que nos permite respirar aire puro y calles amplias, como la avenida Los Ciruelos, que es la única de ingreso, donde se podrían instalar cafeterías y comercios, en sí los emprendimientos del entorno que han surgido en esta pandemia; que no solo de darían vida a esa zona sino que permitiría tener puntos de encuentros. Debemos aprovechar nuestro entorno, es parte de nuestra identidad.
El Municipio paralelamente debe enfocarse en regenerar nuestra ciudadela, que es hermosa. Hay proyectos lindos que se pueden hacer aquí. Tener más áreas verdes, más espacios para la comunidad, más seguridad sería lo ideal. Necesitamos una Unidad de Policía Comunitaria más grande, eso nos ayudará a sentirnos más protegidos. Esto último no urge.
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Leer másY es que los negocios son la catapulta a tener un vecindario con movimiento citadino. Efraín Miranda es arquitecto y paisajista, y tiene claro que el hecho de un día poder hacer compras en el supermercado más cercano; y al otro, poder disfrutar de una comida en el restaurante más concurrido del barrio o de una presentación artística fuera de un café, en plena vereda; son factores claves que permitirán darle forma al verdadero concepto de vida de barrio.
“Rescatemos el latido humano con el comercio del barrio” https://t.co/qzny5Dmfww
— Diana Sotomayor Z. (@DianaSotomayorZ) June 20, 2020
Me encantaría ver a mi ciudadela con mucha más vida. Llega un momento en el que se apaga, tener opciones para salir y entretenernos en el vecindario, sería ideal para no tener que buscar en otros espacios lo que nos hace falta aquí. Faltan espacios para los jóvenes y el adulto mayor.
- La seguridad
Para combatir la inseguridad, arquitectos como Efraín Miranda, quien vive hace 25 años en El Paraíso, propone tener más Unidades de Policía Comunitarias y agentes, así como espacios de arte al aire libre, que congreguen a los ciudadanos. “Si el sitio no está desolado, el delincuente huye. La participación colectiva es un arma de protección contra la delincuencia...”.