El bullying, un estudiante más
Las estrategias emprendidas han sido insuficientes para frenarlo. Con la pandemia y la virtualidad el acoso migró a otra modalidad
Durante mucho tiempo, Carmen, de 12 años, tuvo que soportar que sus compañeros le digan negra, fea, la empujen, se burlen de su estatura y no quieran jugar con ella.
Su padre, Carlos Tenorio, cuenta que un día su hija le contó lo que le pasaba y le pidió llorando que la cambie de colegio; a lo que él accedió de inmediato. “No quise denunciar el hecho, lo único que quería es que salga rápido de ese plantel por su bienestar y tranquilidad”, comenta.
Una situación similar vivió Jonathan, de 14 años, quien aún recuerda los difíciles días que pasó en los pasillos de su colegio. Los insultos, los sobrenombres e incluso los golpes fueron una dura realidad que mantenía en secreto.
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Leer másSin embargo, cuando los golpes que recibió fueron notorios en su rostro, tuvo que contarle a su madre lo que pasaba. Ella lo cambió de plantel y desarrolló un proceso de terapia.
El bullying o acoso escolar que ha sufrido Carmen y Jonathan son casos que todavía persisten en los establecimientos educativos del país, a pesar de las campañas que autoridades han puesto en marcha para evitar y erradicar la problemática.
De acuerdo a un estudio desarrollado por el Ministerio de Educación con el apoyo de la Unicef, al menos uno de cada cinco estudiantes ha sido víctima de bullying en Ecuador. Los casos de hostigamiento ocurren en las aulas, en patios y canchas, fuera del centro educativo, en pasillos, baños, bares y transportes escolares.
Con la pandemia, las aulas se trasladaron a la virtualidad y con ellas la violencia escolar. La tecnología fue el caldo de cultivo para las agresiones entre escolares en la modalidad del ciberacoso.
En el período de 2020 y 2021, Melissa (14) tuvo que lidiar con las redes sociales, mientras su salud mental se deterioraba. “Yo solo le decía a mi hija que se defienda, pero ella lloraba todo el día. Estaba desesperada. En el colegio, los directivos hicieron un grupo para ayudarla, pero el bullying cibernético no lo podían monitorear, no sabían quién hacía las publicaciones”, relata su madre.
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Leer másSantiago Martínez, psicólogo educativo, reconoce que durante mucho tiempo la violencia se ha dado cara a cara en el recreo o en las aulas. “Con el aislamiento por la pandemia parecería que hay una disminución de casos porque no hubo presencialidad. Pero lo que pasó es que esta se trasladó a los medios tecnológicos y muchas instituciones no tenían conocimiento del ciberbullying, ya que este ocurría en las redes personales de los estudiantes, a las cuales no siempre las autoridades tienen acceso”, analiza.
La psicóloga educativa Cecilia Sandoval agrega que la violencia escolar no desapareció. “Tal vez la cifra bajó en relación a otros años porque había la educación a distancia; o probablemente hubo más casos, pero no nos hemos enterado porque todo se centró en la pandemia”, detalla. Además “todavía persiste una cultura del silencio por el desconocimiento de los canales de denuncias por parte de los colegios y padres.
En mayo de 2017, el Ministerio de Educación puso en vigencia un protocolo de actuación ante situaciones de violencia cometidas en el sistema. El documento fue socializado con los integrantes del Departamento de Consejería Estudiantil (DECE) de cada plantel, integrado en su mayoría por psicólogos. Este define cuatro pasos (detección, intervención, derivación y el seguimiento) como parte de la ruta de activación ante la sospecha o detección de una situación de acoso. Cada uno va acompañado de otros puntos que suman un total de 15.
Con este documento trabajan planteles como la Unidad Educativa Particular Gregoriana, ubicada en la ciudadela Ietel, donde se ha desarrollado una serie de campañas y actividades con los alumnos. “Es importante prevenir el bullying con la detección a tiempo de estudiantes con baja autoestima, con necesidades especiales, con problemas familiares y de salud”, destaca la rectora Elsie Ortiz, al mencionar que luego se inician las campañas de sensibilización, el trabajo directo con alumnos, padres y docentes.
Jessenia Bolaños, coordinadora del DECE, enfatiza que estas acciones han logrado reducir el índice de casos en el Gregoriano. “En el momento en que el menor sabe cómo hacerse escuchar y confía en él, no se quedará callado”, acota.
Anthony Chávez, inspector general, destaca la cultura de paz que maneja el colegio, en donde se le enseña a los estudiantes a ser empáticos. Ellos han participado en obras de teatro donde el tema principal ha sido el acoso escolar y cómo ayudar a exterminarlo.
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Leer másEn otros colegios de la Zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón) también se realizan hoy actividades similares. No obstante, alertan los especialistas, hace falta hacer más en cada rincón de la sociedad.