Guayaquil: Cactus nativos, una especie a punto de desaparecer

En las ciudadelas Los Ceibos, Urdesa Norte, Martha de Roldós, La Kennedy y en otros sitios de Guayaquil pueden observarse largos cactus, cuya presencia unos no las notan, otros las aprecian por hacerlos sentir que están en una película del oeste, mientras que otros -en especial los expertos en botánica- se sorprenden al saber que las especies no son propias de la urbe porteña.

A Jonathan Anastasio, de 34 años, le gusta caminar por el sendero que hay desde el Megamaxi de la avenida de los Bomberos, cerca de Los Ceibos, hasta el Interhospital, en plena avenida principal. Este camino, donde ve diversas plantas a los lados, “es un paraíso” para él. Cuenta que cada día que se traslada hacia su residencia, ubicada en Chongón, una parroquia urbana de Guayaquil, aprovecha ese tramo para caminar y recrearse. Antes no se había percatado de los cactus. Se sorprendió al darse cuenta de su presencia. Él imaginaba que solo vivían en zonas áridas; lo que le daba pesar es que algunos lucen marchitos.

A criterio del ciudadano Miguel Plaza, quien vive en Urdesa Norte, los cactus dan una sensación de estar en el desierto, y eso le gusta. El parque central de esta ciudadela está lleno de esta especie. Allí se puede observar otro tipo de cactus, adicional al de tipo Echinopsis pachanoi o cactus San Pedro, que abunda en Guayaquil. Allí también está la Aloe arborescens o planta pulpo o candelabro. Una moradora la tiene plantada y se la puede observar desde la calle; cuenta que crece muy rápido.

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Sin embargo, asegura que los cactus no son bien atendidos, ya que los del parque son cuidados por su padre, quien preside la asociación de moradores, por lo que estas suelen florecer. Plaza comenta que en las parroquias de Guayaquil ha visto cactus que son utilizados como elementos de límites para que el ganado no se escape.

¿Estas especies son propias de la urbe?

Pero estos han sido introducidos y cultivados, no son propios de la fauna guayaquileña, sostienen académicos. Entre ellas, las especies euphorbia cactus y las parodias, género stapelia, manifiesta Xavier Cornejo, botánico y docente de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Guayaquil. “Estas tiene apariencia de cactus, pero pertenecen a otras familias y no son de aquí”.

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Celso Yaguana, docente de Biología de la Facultad Ciencias de la Vida de la Escuela Superior Politécnica del Litoral, denuncia que el cambio del uso de suelo, en áreas donde estaban estas especies, para la construcción de infraestructuras, el cultivo de arroz y de caña ha hecho que varios géneros se estén extinguiendo en el bosque seco espinal del Litoral, que también está en Guayaquil. Dice que “la gente por desconocimiento, de que es una especie endémica y con valoración para su conservación, los ha considerado como maleza y los ha sacado”.

Ese ecosistema, comenta Natalia Molina, bióloga, investigadora y docente de la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, debería estar dominado por los cactus, entre ellos por la especie armatocereus, que alcanza los 10 metros de alto -es el mismo género que está en las islas Galápagos-; pero “la gran mayoría se ha perdido en la construcción de carreteras principalmente en la vía a la Costa”, expresa.

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¿Cuál es su importancia?

La docente expone que los cactus representan una cisterna de agua en el bosque seco y a su vez son únicos en el continente americano. Por otro lado, en el aspecto evolutivo, en el grupo de las angiospermas, son las más jóvenes, ya que aparecieron entre 3.500 a 5.000 millones de años. Sin embargo, “no han sido especies prioritarias de conservación”.

Pese a ello, los expertos aseguran que aún se puede apreciar algunos endémicos de Guayaquil en el Parque Histórico de Samborondón. Cornejo señala que unos pocos cactus nativos han sido cultivados como especies ornamentales, los cuales son un muestrario de la zona muy seca. Entre ellos, los géneros pilosocereus, armatocereus y opuntia.

La falta de estos géneros de cactus, considera Yaguana, ha hecho difícil la supervivencia de otras especies, como insectos, polinizadores, así como de las iguanas. Explica que este reptil necesita esta planta para sobrevivir. Es por eso que “el bosque seco del Litoral es considerado un ecosistema frágil y su población está siendo cada vez más reducida”.

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Molina dice que hace años había cactus en los siete cerros de Durán. Ahora, en Guayaquil, añade Yaguana, solo quedan unos cuantos en el Bosque La Prosperina.

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