Siete acciones para que Guayaquil sea más habitable
Volcar la mirada hacia el río, crear supermanzanas y eliminar las islas de calor son algunas pautas que los expertos dan para que Guayaquil sea mejor.
El hecho de no tener ciclovías, espacios públicos para caminar a gusto, bajo la sombra de soportales o de árboles que lo cobijen, o sentarse a descansar en lugares creados y destinados para ello, son apenas algunas de las razones por las que, a decir de arquitectos y urbanistas consultados, Guayaquil no es una ciudad del todo habitable.
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Leer másA esto se suma la polución del aire en el Puerto Principal, causado en gran parte por el dióxido de carbono de los vehículos, entre buses de transporte público y automotores particulares. Hay ordenanzas que buscan regular y sancionar a quienes circulan bajo estas condiciones, pero no son suficientes. ¿Qué hacer, entonces, para tener una ciudad más confortable? Los expertos dan las siguientes pautas:
Brick Reyes
arquitecto y catedrático
1. Vehículos que no contaminen
Teniendo en cuenta que los peatones prácticamente inhalan las nubes negras que salen de los tubos de escape de algunos vehículos y cuyas partículas -que pueden causar afectaciones respiratorias- se impregnan hasta en la ropa y las casas, el arquitecto y urbanista Brick Reyes, plantea que Guayaquil cuente con un sistema masivo de transportación urbana que funcione con electricidad u otro combustible, como el alcohol o agua, como se está probando ya en países como Israel y Australia.
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Leer más“Necesitamos ir invirtiendo en este tipo de obras para purificar, de a poco, el aire. Los buses eléctricos no generan ruido, CO2, evitan los jalones del arranque...”. En el país, se ha abierto la posibilidad de importar carros eléctricos a fin de poder incorporarlos, sobre todo, al servicio de transporte urbano. En el Puerto Principal, 20 buses empezaron a rodar en marzo de 2019. Y aunque es un buen inicio, piensa, sería ideal que las flotas y la misma Metrovía hicieran un convenio con el Gobierno Nacional o la empresa privada para financiar la compra de cientos de ellos. “Esa es la entrada a la movilidad sostenible”, expresa.
“No obstante, para ejecutar un proyecto de este tipo, debe haber una decisión institucional de la autoridad que regule la transportación masiva en la ciudad. Es una decisión de índole ambiental para contrarrestar las incidencias del cambio climático”, agrega.
2. Priorizar al barrio y su identidad
Si Guayaquil quiere ser una ciudad más verde y ordenada, dos elementos claves para que sea más agradable, el arquitecto y urbanista Luis Alfonso Saltos, recomienda que se trabaje urbanísticamente, pero desde los barrios, no en forma macro: ni como distrito, ni como ciudad. Hacerlo permitirá crear proyectos y obras oportunas, según las necesidades y cultura de cada uno. Así, explica, uno podría tener soportales, parques e infraestructura donde poder sentarse (obras escasas en la ciudad); y otro piletas, terrazas o fachadas verdes, así como cuerpos de agua o árboles de copa ancha.
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Leer más“Lo que le sirve a un sector, no le sirve a toda la ciudad, al menos no a largo plazo y eso hay que tenerlo claro”. Asegura, además, que es necesario potenciar las características propias de cada calle -como la Ayacucho, donde se venden repuestos de carros- o vecindario, como Miraflores, cuya arteria principal está repleta de restaurantes, a fin de fortalecer la identidad, la seguridad y atraer incluso a los turistas.
Efraín Miranda, primer vocal del Colegio de Arquitectos del Guayas
3. Crear supermanzanas
Árboles y salud urbana
Leer másOtro de los factores que podrían explotarse en Guayaquil, a fin de mejorar su imagen y entorno, a decir del arquitecto y paisajista Efraín Miranda, está en crear supermanzanas; que son células urbanas donde se establece que la menor cantidad de autos y motos posibles se desplacen en el interior, dando preferencia al peatón, como pasa en Barcelona (España) y Medellín (Colombia).
El concepto es sencillo de aplicar, sobre todo en ciudadelas como la Alborada, Sauces, Guayacanes, Samanes, entre otras, que son grandes e independientes; y las ventajas son múltiples. “El ciudadano recupera el espacio público, se reduce el impacto ambiental y las familias, los niños, tienen más opciones de jugar sin riesgos, además de que es posible potenciar el comercio”.
4. Adoptar la filosofía 30-70
Como lo explicó en una publicación anterior el arquitecto Felipe Espinosa, tutor del Plan Maestro de Espacio Público del Centro de Guayaquil, elaborado en conjunto por alumnos de la facultad de Arquitectura de la Universidad de Guayaquil, en esta zona -precisamente en las calles 9 de Octubre, Clemente Ballén, 10 de Agosto y Pichincha- es necesario adoptar la filosofía 30-70, que fija que solo el 30 % del espacio de las vías sea destinado a los vehículos y la mayor parte al peatón.
Por ser el centro una de las zonas más importantes de cualquier ciudad; y por ser en Guayaquil uno de los puntos donde contradictoriamente los residentes migran hacia otros barrios, los participantes proponen semipeatonalizar algunos tramos de esas arterias, a fin de darle vida al entorno, reactivarlo, conectar al peatón con los paraderos clave de la Metrovía, las plazas, parques y edificios institucionales que allí se encuentran, y con ello incrementar la seguridad.
5. Darle vida al río
Para Miranda, también miembro del Colegio de Arquitectos del Guayas, utilizando el río y el estero Salado para actividades turísticas, ferias deportivas e incluso como medio de transporte, Guayaquil recuperará parte de su historia e identidad. “Debemos voltear la mirada hacia ellos. Utilizarlos, salvarlos...”. Y no solo para que locales y turistas lo intregren a sus vidas, explica, sino también para que el tránsito en la ciudad fluya. “Utilizar el río como medio de transporte para ir de un punto a otro de la ciudad, a Samborondón, Durán, descongestionaría las vías de una forma fenomenal”.
Lourdes Aburto
arquitecta y paisajista
6. Construir con otro tipo de materiales
Para Reyes, otro punto importante para sentir más confort y combatir las islas de calor en la ciudad, radica en empezar a construir desde vías hasta paredes, casas y edificios, con materiales más amigables, como la madera o la piedra pómez, que absorben y transmiten la menor cantidad de calor posible.
La arquitecta y paisajista mexicana que reside en Guayaquil hace 12 años, Lourdes Aburto, coincide en ello y hace hincapié en la necesidad de que se elabore incluso una ordenanza que disponga el tipo de materiales de construcción y acabados que se utilizarán, teniendo presente la orientación de las calles y la trayectoria del sol. Aburto sugiere también crear otra ordenanza en la que se considere la vegetación adecuada que ayude a dar sombra a las calles y las fachadas para que en una planificación y aplicación de ambas se puedan crear espacios habitables.
7. No más contaminación
El líquido que produce la basura acumulada (lixiviado) y recorre bordillos, cunetas y sumideros de aguas lluvias, “a tal punto de contaminar los afluentes naturales y el ambiente, con su olor” -advierte el urbanista Jhonny Cóndor- es una molestia que necesita ser erradicada. Para él, si las campañas de no arrojar los desperdicios en horas inadecuadas o sitios prohibidos han resultado insuficientes, es necesario sancionar de forma más drástica, con multas que superen las actuales que van de $ 80 a $ 500 dólares. Cóndor hace un llamado a que se regule a los chamberos, quienes -dice coincidiendo con decenas de guayaquileños- generan más desorden. “Si queremos una urbe más limpia y sana, detalles como estos no pueden ser obviados, así como tampoco el ruido que en la mayoría de sectores se percibe y no ha logrado ser erradicado, pese a la existencia de una ordenanza”.
La propuesta de un parque ecológico
Sobre la necesidad de incrementar las áreas verdes y los árboles en la ciudad, indispensables incluso para absorber el agua que generan las inundaciones, el arquitecto Brick Reyes creó el año pasado -junto a otros siete expertos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Guayaquil- un proyecto que proponía que en el terreno ocupado por el aeropuerto José Joaquín de Olmedo, donde está previsto construir el diseño urbanístico Ciudad Nueva (que contempla áreas verdes y lagunas, así como un conglomerado de edificios,) una vez que se traslade al sector de Daular en vía a la costa- se levante un parque ecológico.
“En ese sitio debería haber variedades de especies vegetales, zonas recreativas, culturales, sociales y de esparcimiento. Pero el 85 % de su superficie debe ser destinada a áreas verdes. A un promedio de 3.500 árboles, que llenarían de oxígeno al entorno, el norte, la ciudad en sí”, explica el catedrático universitario.
Y aunque el equipo puso, en julio pasado, a disposición pública del Cabildo la idea para que sea analizada, hasta la fecha ninguna autoridad los ha contactado.
La necesidad de transporte alternativo
La decana de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES), Natalie Wong, tiene claro que para que una ciudad sea óptima, requiere de espacios que permitan el uso de transporte alternativo, como la bicicleta o el ‘scooter’ (patineta) cuyo uso ha dado buenos resultados en países vecinos como Perú, Colombia y México.
Para Wong, ha llegado la hora de que en Guayaquil se potencie su uso. Y aunque en varias ocasiones desde el Municipio se ha hablado de incluir, sobre todo a la bicicleta, al sistema integral e intermodal de transporte público, para la especialista es indispensable que desde ya se generen las vías y se establezcan por dónde deben circular. Esto teniendo en cuenta que ya hay quienes se movilizan en ella.
“No se trata de conectar solo ciertos tramos, sino de crear también barreras que protejan al ciclista, que pueden ser de vegetación; y contar con leyes y campañas de educación vial que apunten a respetar en su totalidad al ciclista...”. El hecho de contar con transporte alternativo, agrega, reducirá la contaminación ambiental y el congestionamiento vehicular en las calles.