Guayaquil: Caos y desenfreno en una fiesta masiva de Halloween en club privado
Casi mil personas asistieron a una farra en la que no existió ninguna verificación de los asistentes
Un infierno. Así se podría describir la tumultuosa celebración que tuvo lugar la noche del 28 de octubre en un club privado de Guayaquil. El evento se caracterizó por la presencia de actividades delictivas, una sobrecarga de asistentes, la venta descontrolada de 'happy brownies' (pastel pequeño con marihuana) y la nula revisión de quien entraba al lugar.
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Leer másLa fiesta, conocida como "La Purga", se celebró en las instalaciones del club de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE), al norte de Guayaquil. Para empezar, el evento no contó con personal encargado para la revisión de los asistentes, según constató EXPRESO. Es decir, todos ingresaban libremente sin restricción. Incluso hasta menores de edad.
Esta celebración con temática de Halloween, ofrecía cuatro zonas de concentración: dos canchas de fútbol 6, un área con una piscina de dimensiones similares a uno de los campos y, finalmente, el escenario principal, donde se congregaba la mayoría de los participantes.
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Aproximadamente un millar de personas se dieron cita en un espacio en el que el aire parecía escasear debido a la abrumadora aglomeración y la densa nube de humo de hierba y tabaco que lo envolvía.
La plataforma del evento estaba decorada con una gigantesca calavera con cuernos, una representación simbólica de lo que les aguardaba a los asistentes, quienes, a voces, comentaban sentirse abrumados por el ambiente opresivo. "Luego vuelvo, me ahogo", fue uno de los lamentos que se repetían entre algunos presentes.
En medio de la multitud que se agolpaba junto al escenario, donde el DJ ponía música a todo volumen, un cartel llamativo anunciaba: "Chupetes a $0.50 y happy brownies a $3". Estos últimos emanaban un distintivo aroma a hierbas.
- Cronología del Caos
Alrededor de las 23:00, los organizadores comenzaron a notar ciertos problemas con los asistentes. El DJ detuvo la música y, de manera cortés, pidió al público: "Por favor, quienes estén cerca de la barra, aléjense o se cancelará la fiesta". Cientos de espectadores acataron la solicitud, y la celebración se reanudó después de unos minutos.
A las 23:30, la fiesta continuaba sin señales de mejora en cuanto a la seguridad, y más personas seguían llegando al lugar. Incluso, tres jóvenes se encontraban bailando en un pequeño tejado de zinc, a aproximadamente dos metros y medio de altura.
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A medianoche, una mujer tuvo que ser llevada en brazos por varios jóvenes debido a su aparente estado de embriaguez. La chica vomitó tres veces en uno de los campos, lo que preocupó a sus amigos. Algunos presentes se burlaron de la situación: “Ya se le salió el espíritu”, “Si no termino así, no quiero nada", expresaron con ironía.
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Leer másA las 00:30 del 29 de octubre, la fiesta parecía 'encenderse' aún más, al punto de que algunos asistentes aprovecharon para darse un chapuzón en la piscina, lo cual irritó notablemente a los organizadores. Desde el escenario, se escuchó la orden tajante: "Todos los que estén en la piscina, a la cancha. Si no, la fiesta se acaba".
El tono del vocero esta vez no fue cortés como la primera vez, por el contrario, fue demandante. Sin embargo, los bañistas hicieron caso omiso a la demanda, lo que llevó al DJ a proclamar: "Salgan todos esos hijos de p... que están en la piscina". El vocero repitió la grotezca advertencia varias veces con insultos dirigidos a algunos asistentes.
Después de siete minutos de tensión, que se causó la interrupción de la música y los insultos por parte de los organizadores, el show continuó. No obstante, durante esos siete minutos, muchas personas creyeron que el evento había llegado a su fin, lo que provocó una estampida de personas que salieron en masa, generando un caos del que un par de asistentes advirtieron: "Ponte pilas que están jalando teléfonos", aludiendo a robos bajo la modalidad de carteristas o arranchadores.
Hasta el momento, no se han reportado tragedias graves por parte de las autoridades, aunque la falta de control en la entrada al evento pudo haber comprometido la seguridad, especialmente en el contexto de la crisis de inseguridad que acarrea Guayaquil.
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