El caos vehicular invade la Bahía de Guayaquil por las compras de fin de año
Ciudadanos reportan embotellamientos de hasta una hora en el centro de la urbe
Debido a las compras de fin de año que se realizan en la Bahía de Guayaquil, la avenida Olmedo y demás calles aledañas se encuentran colapsadas debido a la gran cantidad de vehículos que vienen a dejar y recoger pasajeros, o también, aquellos que llegan a recoger a ciudadanos con mercadería.
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Leer másDebido al congestionamiento que existe en el lugar, un recorrido desde la Caja del Seguro hasta la intersección de Olmedo y Malecón, que normalmente tomaba cerca de 15 minutos, se extendió a más de 45 minutos.
Conductores como Horacio Sotomayor tuvieron que estar cerca de una hora en esta vía, soportando el calor característico de Guayaquil en medio de un trancón. “Yo solo fui a dejar a mi esposa para que haga unas compras, pero luego el tráfico estuvo horrible. Me quedé casi 20 minutos en la avenida Olmedo, pero luego opté por salir a una de las calles aledañas. Sin embargo, no importó porque también estaban colapsadas. No tuve cómo escapar hasta 30 minutos después, cuando logré salir hacia la 10 de Agosto (hoy República de Guayaquil). Tenía una cita con el odontólogo, pero tuve que cancelarla porque no llegué”, relata.
Presencia de la ATM
A este problema se suma la falta de presencia de los trabajadores de la Agencia de Tránsito y Movilidad (ATM) de Guayaquil en el sector. Entre las contravenciones que se cometieron estaban vehículos que se pasaban la luz roja, paraban en puntos prohibidos para dejar y recoger pasajeros, interrumpiendo la circulación, y vehículos parqueados en medio de la vía.
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Leer másIncluso en varios casos, los conductores lanzaban el carro a los peatones que cruzaban en los pasos cebra. En algunos casos, llegaron a rozar levemente a los ciudadanos que cruzaban la calle. Francisco Giler, que se encontraba en la calle Paulo Lavayen, fue golpeado en la pierna por un vehículo y cayó a la calzada. Por suerte, el automóvil no avanzó más, pero la actitud del conductor lo sorprendió más que el impacto.
“No me hizo nada, pero me caí, y cuando estaba a punto de reclamarle, me insultó y me dijo que me moviera porque estaba ocupado. Quedé tan asombrado que lo único que pude hacer fue levantarme y apartarme sin decirle nada. Segundos después reaccioné y solo pude gritar al aire, de la impotencia”, comenta Giler.
No obstante, la falta de vigilantes de tránsito fue lo que le generó mayor descontento, pues denuncian que para estas fechas se necesita mucho más personal para regular este tipo de actitudes al volante.
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