Las carencias que turban a la isla Mocolí
Es un lugar privilegiado, pero falta un área recreativa común y comercial para no salir del sitio. Comienza a afectar la congestión vehicular al ingreso. Piden más seguridad
Vivir en una isla tiene sus privilegios. Eso lo tienen claro los residentes de las urbanizaciones que conforman la isla Mocolí, pero pese a ser uno de los sectores del cantón Samborondón con la más alta plusvalía, hay carencias que alteran la convivencia de los que allí habitan.
La congestión vehicular que se registra en el puente interno que une al complejo habitacional con La Puntilla, en el kilómetro 6 de la avenida Samborondón, donde se levanta el vecindario, cada vez irrita más a los propietarios, sobre todo en las horas pico. Los automóviles, expresos y hasta camiones se estancan al ingreso, así como decenas de trabajadores que a diario entran. El dinamismo arranca a las 06:30.
Al ingresar a la isla, así como ocurre en La Puntilla, como EXPRESO lo ha registrado, no hay un espacio común, como un gran parque, que no sea el de las etapas de cada una de las urbanizaciones que la integran. A las 08:30 en las vías internas el protagonismo lo tienen los que corren y trotan. En tiempos de lluvia, la mayoría opta por no hacerlo y pone ‘en rojo’ a la recreación. La necesidad de un espacio techado también se hace presente.
José Rabascall, residente, cuestiona este punto. “Sí, es un poco raro que en una isla, que se supone que es un lugar élite para vivir, no se haya destinado un lugar para un parque común. Un parque para llevar a niños que no sea el de la urbanización...”, manifiesta, al subrayar la importancia de un lugar de encuentro.
En Mocolí, según los agentes de bienes raíces, el metro cuadrado de un terreno está valorado desde 350 dólares en adelante, y varía de precio según la urbanización. Y es por esto que hay residentes que ponen sobre la mesa el debate de que, al ser una de las zonas más exclusivas del Gran Guayaquil, tampoco haya un sitio comercial que dé cabida por ejemplo, a las cafeterías, una plazoleta gastronómica, un minimarket o librerías.
“No es necesario tener un reten”
Leer másEs otra carencia, y los habitantes se ven empujados a tener que salir del islote, cuando lo que se busca (o anhela la mayoría) es que se priorice la cercanía. ¿Para qué salir y usar el carro? ¿Por qué nada más caminar o usar una bicicleta o un scooter?, cuestionan.
Frente a estas necesidades, EXPRESO consultó a la promotora LFG y a Celebrity S.A., esta última administradora del conjunto, sobre si existe algún proyecto de este tipo o cuáles son los que se prevén ejecutar en la zona o por qué no se han hecho antes, pero hasta el cierre de la edición no hubo respuesta.
Jorge Montero, presidente del directorio de Isla del Río, va a los orígenes. Él también se lamenta de la ausencia de este espacio, donde se puede complementar con el paisaje natural propio del río Babahoyo, como principal atractivo; por lo que advierte que cuando la isla esté habitada en un 100 %, el área verde común, además de una vía de ingreso más ancha, será clave para la comunidad.
“El Municipio debió en sus planes originales destinar áreas verdes comunes como lo hay en todas partes del mundo. Cuando ya todo esté habitado los espacios recreativos de las ciudadelas quedarán pequeños. ¿Qué pasó con el planeamiento urbano? ¿Qué pasó con la planificación previa que precisa lo que se va a construir?”, cuestiona.
Para profundizar en este tema, este Diario se contactó con personal de Comunicación del Municipio local para solicitar una entrevista en la que se explique qué tipo de planos o proyectos se aceptan previo a cada construcción o con base en qué se otorgan los permisos, pero la única respuesta que se obtuvo fue que se estaba “recopilando la información”.
El ambiente es favorable para las actividades recreativas. En un día particular pueden asomarse hasta patinadores que dan rienda suelta a esta actividad, aunque el riesgo está presente. Esto se debe a que, según Montero, hay habitantes que piensan que las arterias sirven para hacer carreras de autos y los resultados han sido desalentadores, ya que se han registrado siniestros.
El grito de La Puntilla por un parque público
Leer másPero no es lo único que perturba la convivencia. Allí, al igual que en Guayaquil, la inseguridad los mantiene en alerta. Los residentes consultados concordaron con que la principal flaqueza radica en la población flotante que aterriza en el lugar en la mañana y tarde, por lo que resulta difícil llevar un control de quienes en realidad son trabajadores y no sujetos que “estudien el terreno”.
De acuerdo con Néicer Mazón, jefe policial del distrito Samborondón, los uniformados sí ingresan a todas las etapas, se hacen los patrullajes y se registra a las personas que traten de cometer los delitos. ¿Ha habido infracciones? El uniformado argumenta que en enero de 2022, en todo el circuito, que abarca hasta Tarifa, se contabilizaron 8 delitos, pero ninguno en Mocolí. Lo que Mazón sí confirmó es que los vecinos alertan del personal ajeno al complejo.
De eso da cuenta Montero, quien argumenta que en el acceso a la isla, hay veces que cualquier ciudadano en un vehículo puede “alzar la mano” y pasa hasta sin ser revisado. “Cada ciudadela paga una mensualidad bastante elevada, por lo que debe haber un mayor control”, piensa.
Mocolí flota sobre el Babahoyo y, a decir de la capitana de corbeta María del Pilar Fares, de la Capitanía del Puerto de Guayaquil, también se dan los patrullajes fluviales. Dice que tampoco hay novedades en cuanto a los delitos. Pero los residentes creen que hay mucho por hacer todavía...