Una casa flotante para revivir la Santay

“Luego de la pandemia llegó la crisis. Fueron      meses que no teníamos ni un centavo de ingreso por turismo. No se vendía nada, todo estaba mal”, recuerda Elsa María Domínguez, administradora del restaurante de la Isla Santay, que con tristeza trae a su memoria lo que se vivió en la isla; sin embargo, ahora el optimismo parece volver para los más de 200 habitantes que allí residen.

El próximo 27 de agosto se inaugurará oficialmente El Observatorio de la isla Santay, un proyecto turístico cultural que, además de darle vida y uso al gran Guayas, espera atraer a miles de visitantes nacionales y extranjeros. “Queremos que la vista vuelva a Santay, buscamos reactivar el turismo cultural que tanto se ha perdido”, comenta Patricio Cajas, uno de los gestores del plan, que nace y se desarrolla en una estructura en forma de casa que va y viene al ritmo de la corriente.

El Observatorio, construido en 15 meses por el grupo de voluntarios    Los amigos de la Santay, además del colectivo Natura Futura y un grupo de arquitectos; es el primer espacio flotante que en la historia ha tenido la isla. En la estructura, que yace justo a lado del muelle de la Santay, a partir de las siguientes semanas se harán exposiciones, conciertos, shows de teatro y hasta investigaciones de la flora y fauna que crece y habita en el afluente.

EXPRESO viajó hasta el sitio y conoció esta plataforma multifuncional que, según detalla Natura Futura, es capaz de adaptarse a diversas actividades mediante puertas plegables de paneles prefabricados de madera de balsa que conectan el espacio interior con una galería exterior que mira hacia el Guayas y la Santay, situada a 800 metros del Puerto Principal.    “Está edificación tiene distintas maderas como: balsa, laurel, teca... Gracias a un trabajo en conjunto, hoy esto es una realidad”, señala Juan Carlos Bamba, arquitecto que participó en la obra.

Al ingresar a la inédita casa    se puede sentir como levemente la estructura -inspirada en las casas flotantes constituidas como patrimonio inmaterial de las ciudades costeras del país- se mueve al ritmo del agua, mientras la brisa del entorno acoge a quien la visite. El espacio, cuya capacidad es de 30 visitantes, tiene un pequeño altillo que servirá como tarima para los artistas.

Los comuneros miran de buena manera esta iniciativa. “Estamos contentos, más aún porque siento que el Gran Guayaquil, el país entero y el mundo, podrán conocer un poquito más de nuestra cultura. Y es que en esta hermosa casa se hablará de lo que hacemos y quienes somos, se incentivará a que visiten la isla, que entiendan por qué su ecosistema es tan importante para la humanidad”, comenta Benito Parrales, un hombre de 74 años que ha vivido todo el tiempo en Santay, pero se emociona al imaginarse esta nueva experiencia. “Será muy hermoso disfrutar de las obras mientras me muevo al vaivén del agua. Esta es un área reservada con un ecosistema maravilloso que los visitantes también deben investigar”, aconsejó.

Para José Delgado, principal promotor del Observatorio y de Amigos de la Santay, el proyecto busca además que los artistas plásticos puedan desarrollar su arte en un sitio natural, habitable y amigable para las familias. “Todo lo hemos hecho por la comunidad, para que haya reactivación y turismo, para que se fortalezca la historia, para que la gente ame su tierra, su espacio, su gente. El entorno que lo rodea y lo proteja”, agregó.

El Observatorio se construyó en las riberas de Babahoyo, con mano de obra local, materiales de la región y procesos artesanales, en el mismo lugar donde existen las viviendas flotantes que son parte de la historia de esa ciudad. Desde allí la plataforma fue remolcada hasta la isla. “Fue un viaje de más de un día, una aventura completa que a momentos parecía que sería imposible, pero todos juntos lo logramos y ya estamos contando las horas para inaugurarlo”, relató emocionado Cajas.

Para la artista Carolina Peppers, estos espacios suman a la cultura, especialmente como una idea nueva para los menores. “Hay muchas cosas que se pueden hacer. Mover el agua te da nuevas experiencias que pueden ser aprovechadas entre las nuevas generaciones”, indicó.

Los pocos turistas que en ese momento estaban en el sitio miraban con asombro el proyecto. “Me parece una idea genial porque le ofrecen algo más a los turistas. Hasta el puente, del lado de Durán, sigue cerrado. Las opciones de hacer turismo estaban limitadas. Hoy, el abanico se abre”, piensa Alfonso Hierro, uno de los visitantes.

“Para la inauguración se espera tener varias presentaciones, además de una exposición de fotografías históricas. Queremos hacer una fiesta”, anunció Cajas al detallar que se escogió el 27 de agosto como día de inauguración porque fue la fecha que arribó Simón Bolívar a la isla en 1829. “Se hará una dramatización de ese suceso”, resaltó.

A decir del urbanista Felipe Espinoza, la obra abre las posibilidades de que el río, al fin, sea visto como lo que es: la identidad de Guayaquil y la provincia.