Los centenarios arquitectónicos de Guayaquil

Centenarios. Al menos una veintena de edificios representativos de Guayaquil cumplen 100 años en este 2024. La mayoría, ya sea de bien público o privado, se encuentran en el centro de la ciudad y los caracteriza la influencia europea.

EXPRESO realizó un recorrido por estas estructuras patrimoniales, donde se han asentado distintas generaciones, así como han soportado diferentes usos en sus instalaciones. Aunque también están los que continúan con el fin por el que fueron concebidos. Casa Sotomayor y Luna, el pabellón central del hospital Luis Vernaza, el Templo Masónico, la casa Leopoldo Izquieta Pérez y Casa Lorenzo Tous, edificio El Telégrafo, figuran en el listado.

La arquitectura neoclásica fue una influencia europea cuya particularidad retoma los principios compositivos de la arquitectura clásica grecorromana, y llegó a nuestra región con técnicos europeos. Sus principales características son las columnas, cornizas o capiteles.

Así lo cuenta a este Diario el arquitecto Florencio Compte, recordando que en 1924, además, se marcaron dos hitos significativos. En ese año se terminó la construcción del Palacio de la Gobernación y también se colocó la primera piedra del Palacio Municipal. Ambos edificios se sitúan sobre la avenida Simón Bolívar o más conocida como Malecón.

Compte recuerda que el edificio donde funciona hoy el Cabildo fue inaugurado cinco años después, en 1929, y la paralización se debió a la falta de recursos, un efecto que trajo la crisis económica cacaotera. “Yo diría que el Palacio Municipal es el último edificio neoclásico que se inaugura en Guayaquil. Después de eso ya no existen porque vino la crisis...”, narra el también vicerrector académico de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, y subraya que a partir de entonces surgió lo que hoy se conoce como la arquitectura moderna.

Para el investigador histórico Javier Castillo, la importancia de estas edificaciones patrimoniales radica en que representan una época de bonanza de la ciudad, gracias al cacao y la agroexportación. Muchas familias y compañías, asegura, pudieron darse el lujo de contratar arquitectos extranjeros, italianos en su mayoría, que habían llegado a la ciudad y Latinoamérica huyendo de la Primera Guerra Mundial.

“La monumentalidad y rica ornamentación contrastaba con las tradicionales casas de madera. Estos edificios también reflejan el empleo de un material y técnica constructiva hasta entonces desconocida o poco empleada en la ciudad: el hormigón armado”, narra.

Si bien hay edificios patrimoniales, como ya lo ha publicado EXPRESO, que presentan abandono, Castillo precisa que, en el caso de los centenarios, al tratarse de bienes privados en su mayoría, “no existen leyes que protejan estos edificios o que al menos ofrezcan incentivos a sus propietarios para su perfecto estado”. “No existe una verdadera política gubernamental y municipal de conservación. Nadie apoya a los propietarios de inmuebles patrimoniales, los cuales quedan atados de manos ante la falta de ayuda y de las trabas burocráticas para poder hacer una mejora sin ser sancionados”, agrega.

Él lamenta que puedan desaparecer con el paso del tiempo. “Al mismo guayaquileño no le importa su pasado e historia, no llora cada vez que una parte de la ciudad desaparece, pero saltan de alegría si les inauguran un mall o les implantan un edificio nuevo de alucobond porque en su desconocimiento e ignorancia piensan que lo moderno es lo máximo”, dice.

Sin embargo, al consultar con guayaquileños sobre si conocen que existen edificios que cumplen 100 años, hay desconocimiento. Por ello, hay quienes sugieren que se establezcan acciones a favor de su conservación o que se ponga en marcha una ruta donde estos estén en el radar del turismo local.

“Claro que me gustaría conocer más de mi ciudad. Estas casas tradicionales y edificios tienen mucha historia y qué mejor manera que recorrerlos, hacer una especie de recorrido con los estudiantes y saber más, yo ni sabía que hace 100 años se puso la primera piedra del Municipio”, señaló la ingeniera Paulina Figueroa, de Urdesa Norte.

Así como ella, a universitarios como Lucas Hidalgo y Leo Baque les gustarían, por ejemplo, visitas guiadas. “Tenemos el centro con mucho potencial y más al saber que la mayoría de los edificios están en el centro, a pocos metros del río, de Las Peñas, nos falta apropiarnos más”, concordaron.

• “Una norma municipal para los abandonados”

 Para Compte, en aquellos edificios patrimoniales que ahora no se encuentran habitados, debería aplicarse alguna normativa municipal en la que se indiqué cómo se debería actuar en estos. “Hay dos (edificios) en la zona de la Bahía que se han convertido en bodega, ahí sí se puede actuar en este tipo o que las bodegas no deberían estar en este lugar”, remarca el arquitecto, al mencionar el peligro que esto representa.

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