Coronavirus: “El centro de Guayaquil ahora está más muerto”
La pandemia saca a relucir la falta de interacción de habitantes. Algunos edificios son bodegas o están subocupados.
En medio de la pandemia que golpea a Guayaquil, la ciudad con más casos positivos en el país, la falta de vida en el centro se recrudece. Si antes de la llegada del COVID-19 este sector moría al anochecer, ahora el silencio y poca interacción entre los vecinos reinan la mayor parte del día.
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Leer másAunque en la capital de la República y en otras urbes del mundo, los balcones y terrazas se han convertido en los espacios favoritos de las familias para “escapar” del confinamiento, darse ánimos entre residentes o realizar alguna actividad recreativa, el centro no puede darse esa libertad porque algunos edificios han sido transformados en bodegas o por los pocos habitantes, que en su mayoría son adultos mayores.
Uno puede tener ideas maravillosas de primer mundo, pero nunca quieren invertir es mejorar, los “asesores” son los únicos que deciden quién y cuando puede hacer propuestas, en el centro de Guayaquil se pueden hacer maravillas
— Vekale75 Nunca te des por vencido (@vekale75) May 14, 2020
Así lo afirma la arquitecta Rosa Edith Rada, quien recuerda que esta zona muere desde hace mucho tiempo porque no se ha estimulado que la gente vuelva a vivir allí, y a su vez haya ganado espacio la fusión del bodegaje.
Y ante este escenario, “no esperemos a que salgan los jóvenes o niños a los balcones. Lamentablemente no se revitalizó nuestro centro porque no le interesó al Municipio. No fue recuperado como los de otras ciudades”.
La también urbanista explica que otra razón que obliga a la nula interacción entre moradores es la configuración espacial en la que se encuentra la mayoría de los edificios. Es decir, la ubicación que se da alrededor de un patio o plaza, y en la que no se encuentra una manzana en forma de “U”.
“Con esto facilitaría tener una posibilidad de interacción y alimentar el espíritu de la solidaridad. Si salgo a mi balcón veo al de al frente, lo escucho, hablamos. Pero aquí la cosa es que de un lado está la acera norte, y al otro la acera sur, donde en uno puede ser que viva gente y en el otro un edificio cerrado. ¿Qué manifestación hay allí?”, analiza.
Si bien a lo largo de la calle Escobedo o 9 de Octubre se registran edificaciones residenciales, para Rada esto no es suficiente, ya que al alejarse de la principal arteria porteña, los edificios se van achicando y es allí donde sus habitantes saldrán a la calle, pero se chocan con la realidad: no hay movimiento. Ante ello, aspira a que en las próximas edificaciones se tome en cuenta que, tanto en el espacio público como privado, tienen que darle cabida a la interacción comunitaria.
En problema es que en Guayaquil no se revitalizó el centro y no lo hicieron porque no le interesó al Municipio. Por ejemplo, en Puuerto Sana Ana es un lugar donde arriba vive gente y abajo hay movimiento y es vivo de día y de noche.
Florencio Compte, decano de la facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Guayaquil, reconoce que ha habido un proceso de personas que abandonaron el centro, desde inicios de los años 50 y que ha durado hasta la actualidad. “La gente salió y quedó destinado para las actividades comerciales y administrativas”.
Comenta que para que haya un cambio, se debería realizar un proceso de recuperación de los edificios que están desocupados o incluso una reconversión de los que están subocupados o dedicados para otras actividades, pero advierte que mientras el centro no esté dedicado a la vivienda, difícilmente se recuperará.
"Parecemos delincuentes al escondernos para despachar"
Leer másAdemás, considera que este tiempo es oportuno para acercar a las personas a sus trabajos. Sobre todo, los que laboran en los sectores administrativos, deben vivir en esta parte, ya que “caminan unos 10 o 15 minutos y así evitar las grandes aglomeraciones. El centro está lleno de solares vacíos, edificios subutilizados y edificios desocupados que perfectamente tendrían un uso”, agrega.
Al respecto de las manifestaciones culturales que acojan las familias en relación al confinamiento, Compte explica que la cultura local es hacia la calle y no dentro de casa.
Luz Encalada, quien habita en un edificio situado en las calles 9 de Octubre y García Avilés, señala que a lo largo de esta arteria hay algunos moradores que se asoman para distraerse durante la mayor parte del día, pero remarca que, al ser una vía donde se ubican locales comerciales y de comidas, “es normal ver ahora a motorizados llevando comida y unos cuantos peatones”.
Mientras que para Rocío Alvarado, moradora de la calle Rumichaca, explica que ya se ha acostumbrado al ajetreo de las actividades comerciales, pero concuerda en que si antes el centro en las noches era triste, “ahora hay más calma en el día”.
En tanto que el historiador Fernando Mancero considera que ahora la prioridad principal es salvar las vidas, y deben ser atendidas por las autoridades, “sin vida no hay comercio ni habrá nada. No hay que relajar la atención en controlar los contagios”.
- Comité: “no queremos que el centro muera”
“No queremos que el centro de Guayaquil muera”, es el principal comentario que formula Holbach Muñeton, presidente de la Cámara de Turismo del Guayas y miembro del Comité Pro Centro. Explica que tras diferentes reuniones con los moradores, todos concuerdan en que hay que aprovechar el río Guayas y la arquitectura de esta parte de la ciudad, pero se necesita la ayuda del Municipio, afirma.
Ante la falta de personas en los edificios residenciales, indica que “hay mucha gente que sí le gustaría vivir, por eso hay que hacer un trabajo con la empresa pública, privada y la academia, todos bajo un mismo objetivo. Por ejemplo, en Miami había lugares que daba miedo y hoy son más cotizados que el lugar bancario”.
Sin embargo, reconoce que entre las problemáticas que afectan al centro figura la falta de luz en algunos portales y la percepción de inseguridad.