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Paredes de locales comerciales, zonas turísticas y bienes municipales son rayadas con graffiti.FRANCISCO FLORES

El centro de Guayaquil, rayado por el desorden

El grafiti se extiende por las paredes del corazón de la urbe. Ciudadanía exige más control

El grafiti se apodera de las paredes de bienes públicos y privados, condominios, el mobiliario urbano y hasta de las estaciones de la Metrovía ubicadas en el centro de Guayaquil. Aunque esta forma de expresarse tenga matices pintorescos, gran parte de la ciudadanía cree que representan vandalismo y la ausencia de control de las autoridades locales.

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    El edificio San Francisco 300, ubicado en 9 de Octubre y Pedro CarboFRANCISCO FLORES
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    Estación del Banco Central, de la MetrovíaFRANCISCO FLORES
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    Estación de la Aerovía, con señaléticas también vandalizadas.FRANCISCO FLORES
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    Pilar que suspende el sistema Aerovía, no está correctamente limpiado.FRANCISCO FLORES
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Dibujos y garabatos por doquier

Basta caminar un par de cuadras a la redonda de la calle Loja para encontrar edificios enteros cuyas paredes se pusieron a la merced de grafiteros. No solo se distingue a un autor, pues sus firmas y/o nombres se intercalan entre sí.

En los muros hay de todo: desde personajes, caricaturas, mensajes y diseños de letras. Pero también hay zonas céntricas donde destacan rayones que no aparentan tener sentido

Estos detalles no se escapan a la vista de Alfredo Iturralde, un residente que considera que la ciudad ha sido descuidada por su gente, pero sobre todo por la Alcaldía, hoy liderada por Aquiles Álvarez. ‘‘Hay que controlar a la juventud que anda con sus espráis pintando, Guayaquil está demasiado sucia, nosotros mismos somos desaseados, es falta de cultura’’, argumenta el ciudadano, al demandar que el Municipio tome acciones ante el desorden del centro.

Wilson Gárate, otro ciudadano que trabaja en este sector, sugirió brevemente a sus conciudadanos ‘‘que amen a la ciudad y no rayen las paredes”.

Los ‘rayones’ también se apropian de las estructuras municipales, como los pilares que suspenden la red de la Aerovía, o la estación del banco central de la Metrovía, en la calle Pedro Carbo. Sobre esta misma calle, en la intersección con Aguirre, se divisa un edificio en desuso y con grafitis que adornan todas sus esquinas. Las cajas que contienen cables de telecomunicaciones, situadas en cada cuadra del sector, también muestran escritos y pegatinas. 

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    Edificio de Correos del EcuadorFRANCISCO FLORES
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    Edificio inhabitado en Aguirre y Pedro Carbo, lleva más de dos años con rayones.FRANCISCO FLORES
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    Calle Loja y Rocafuerte. Todo un inmueble rayado.FRANCISCO FLORES
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    Calle Rumichaca. Edificios abandonados son los más aprovechados por grafiterosFRANCISCO FLORES

Existen casos donde en las paredes pueden leerse mensajes antipolíticos, en otros se citan obscenidades. Entre la acera y los muros también se encuentran personas en situación de calle, convirtiendo dichas esquinas en sus dormitorios improvisados.

Un arte pensado, una forma de expresarse

Por otra parte, hay ciudadanos a quienes no les hace ruido visual la presencia de estos trazos en la ciudad. A Cristina Avellán, residente del barrio Garay, por ejemplo, le alegra el día ver un buen grafiti en la calle. ‘‘No creo que haga ver la ciudad insegura ni sucia. ¿Por qué en Guayaquil lo deberíamos ver como algo malo cuando es la oportunidad de apreciar el arte de las personas?”, cuestiona Avellán, quien sostiene que las calles grafiteadas son algo inevitable, porque la gente siempre va a buscar cómo expresarse.

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Para entender mejor la cultura del grafiti y su intención, EXPRESO conversó con Verónica Morán, quien ha plasmado su firma en diferentes diseños del centro. ‘‘Para mí es una cultura, que nos apropiamos de espacios en la ciudad es porque muchos de esos son abandonados, paredes en mal estado”, explica la artista. Ella asegura que cuando va a pintar en casas habitadas sí pide permiso.

Sin embargo, Morán reconoce que hay espacios que han sido rayados sin ninguna intención artística. ‘‘A veces, los ‘tags’ (las firmas) puede que no hagan un aporte artístico, pero estos van más por protesta. Los artistas ven uno y ponen también el suyo; esos son códigos del grafiti’’, explica Morán, quien insiste que su comunidad rechaza que la gente califique sus obras como vandalismo. ‘‘Queremos terminar ese pensamiento, transformarlo. Es una expresión pictórica, una forma muy pensada de hacer algo; tener un estilo’’, añade

Arte o no, afecta a la comunidad

Aunque la naturaleza de estos gráficos se puede debatir, afecta a los dueños de locales, como el caso de Daniela Calderón, quien tiene su negocio de papelería en Rumichaca y Vélez. Ella expresa su malestar de lo que hay detrás de los rayones. ‘‘En los últimos años se ha multiplicado ese ‘grafiteo’, uno no puede tener una pared que recién la hayan pintado que al día siguiente no esté rayada’’, cuenta la mujer, al señalar que esto también provoca la llegada de personas consumidoras a apropiarse de las esquinas en las noches para hacer sus necesidades. 

Al respecto, EXPRESO solicitó una entrevista con el Cabildo para conocer qué acciones se están ejecutando, pero dicho pedido no fue contestado hasta el cierre de este artículo.

Mientras tanto, la ciudadanía espera que las autoridades ejerzan mayor control, con soluciones que permitan una mejor convivencia entre el urbanismo y el arte. 

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