Dra. Churri: un amor que sana en tiempos de dolor
Te contamos la historia de Alexandra, quien durante todo el año entrega su amor y dedicación a los enfermos sin recibir nada a cambio
Esto es Gestos de Amor, un especial que explora historias de amor incondicional y desinteresado que van más allá del romanticismo, recordándote cómo los gestos y detalles también pueden tocar los corazones. Prepárate para ser inspirado por estos conmovedores relatos que celebran el amor en todas sus formas.
Alexandra Verónica Gonzaga, de 45 años, encuentra alegría en dar amor y regalar sonrisas a lo largo de todo el año, no limita sus gestos a San Valentín o cualquier otra fecha especial.
Los payasos: Las narices rojas que llevan alegría a todas partes
Leer másElla es parte de los voluntarios que forman la Fundación Narices Rojas, dedicada realizar sostenimiento emocional por medio de intervenciones afectivas y efectivas, en hospitales.
Hace 18 años empezó con la labor de llevar alegría a niños y adultos en el hospital Francisco Icaza Bustamante. Vestida de clown (payaso de circo) se encarga de hacer que aquellas personas que se encuentran delicadas de salud pasen un momento agradable y que olviden la situación por la que atraviesan.
Impulsada por la actuación, una de sus pasiones, Alexandra tomó dos cursos de payaso y luego un tercero como 'clown de hospitales'. Al principio, dice, fue difícil para ella, pues no había tenido contacto con personas con enfermedades catastróficas y mucho menos con niños que padecían hidrocefalia, por ejemplo. Esto le afectó emocionalmente, tanto no pudo aprobar su curso.
Sin embargo, al sentir el deseo de continuar haciendo lo que le apasionaba y de llevar alegría a los enfermos decidió repetir el curso con ‘Narices Rojas’ y con mucha más preparación empezó a asistir con regularidad a los hospitales.
Llegar ahí (hospitales) es como una magia que encanta a todos los pacientes y que transforma todo.
Dentro de todas las vivencias que ha acumulado con los años, la 'Dra. Churri', como se llama su personaje dentro de la Fundación Narices Rojas, destaca la fortaleza de los padres de los pacientes porque “ellos siempre están ahí con una sonrisa apoyando a sus hijos”.
La gente, a veces me dice que lindo lo que haces, pero es más lo que recibo que lo que yo puedo dar. El hecho de que yo llegue a la sala de hospital y los niños estén ahí llorando, pero cuando me ven, cambian, es una sensación que no puedo explicar.
El voluntariado le ha traído buenos momentos, pero también agradece poder realizarlo en equipo porque aunque se preparan para no ser afectados directamente por las situaciones que ahí se viven, han pasado por circunstancias “duras” y se sostienen entre ellos.
La dura tarea de iluminar los días de los niños con cáncer
Leer másLa pandemia por la COVID-19 fue un reto para ella, pues no pudo hacer visitas físicas durante un año y medio. Sin embargo, como a todos, le tocó hacer uso de la tecnología para continuar llevando sonrisas por medio del 'Teleconsultorio'.
Por medio de salas virtuales continuó con sacando sonrisas, y aunque al principio se le dificultó enfrentarse a esta nueva modalidad, pronto se dio cuenta que la conexión especial con los pacientes continuaba intacta.
Esto que yo hago vale la alegría, no que vale la pena, sino la alegría.
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