Guayaquil, la ciudad que depende de calles para vivir
Ciudadanos están a la expectativa sobre las restricciones. Guayas lidera el número de contagios. Ayer la gente se aglomeró en bancos y farmacias.
“¡Agua, agua, agua!”, ese grito tan típico de los que viven de la cotidianidad porteña; el taxista; la señora que va de casa en casa ofreciendo los servicios de limpieza; el que hace trámites para terceros: ninguno de ellos sobreviviría casa adentro. Y esa realidad, admiten, los asusta más que el propio virus.
Es pasado el mediodía en un centro comercial del norte de Guayaquil y mientras espera un cliente, el taxista formal Luis R. dice que no confía en el gel antibacterial, aunque asegura que se lo restriega en las manos cada vez que recibe su pago. Decidió no usar mascarillas ni guantes, tampoco ha cambiado su rutina. Una pasajera aparece, hala la manija del carro y entra. Luis se la cierra. Dos contactos en una misma puerta. Al conductor se le olvidó frotarse el gel. Arranca.
Minutos antes, Luis había descartado rotundamente la posibilidad de quedarse en casa. Es lógico, pues requiere de las carreras diarias y ese contacto, casi inevitable, para llevar el alimento a su familia, asegura. “Ahora mismo ya estamos viendo una afectación bien grande. Realmente hay compañeros que se van antes, pero porque tampoco hay pasajeros”, agrega.
Javier Alarcón tampoco podría trabajar desde casa. Su tarea es hacer trámites bancarios para terceros. Ayer pasó por tres bancos llenos de gente como parte de sus labores. Sin embargo, ya se siente vencido. Lo que más le asusta, afirma, es todo ese contacto masivo en cada pasamanos del transporte público. “Nos han dicho que todos nos metamos en casa, y está bien, yo lo entiendo; pero tenemos que trabajar. Mi esposa y mis hijos están en casa. ¿Qué hago si no salgo a trabajar? ¿Quién me mantiene? Nadie”, manifiesta.
Según Alarcón, las medidas restrictivas debieron empezar mucho antes, para evitar el contagio dentro del mismo territorio. “Ahora restringen, pero ya vemos que hay necesidad de salir. ¿Y qué pasa? Que ya hay contagios dentro de esta misma ciudad”, piensa. Guayas lidera la cifra de positivos por coronavirus en el país.
Fronteras cerradas, vuelos internacionales suspendidos o actividades laborales reducidas. Mira como está el mundo en estos tiempos de pandemia por #coronavirus. 👇
— Diario Expreso (@Expresoec) March 17, 2020
También piensa en otros. “¿Qué pasará con los informales? En Guayaquil hay muchos. Si no hay gente en las calles, más que para comprar comida, medicinas, ¿cómo se sustentarán ellos?”.
Miriam Solano, ama de casa, también piensa que lo más riesgoso en estos casos será el transporte público. “Esas metrovías van repletas de gente. Y todos se agarran de donde pueden, luego viene otro y toca también esas barandas. Realmente entiendo la emergencia, pero en esta ciudad no sé qué tan efectiva vaya a ser”, explica. Ella también vive de un trabajo que está atado a la calle y al contacto de superficies, pues limpia casas.
“Las inequidades del sistema, la idiosincrasia de nuestra cultura, la ‘sabiduría guayaca’ (que no es otra cosa que un método de supervivencia) hacen que sea imposible frenar a la gente. Guayaquil tiene cifras de comercio informal muy elevadas. No puedes prohibirles salir, porque deben hacerlo para comer. Y son personas que si no trabajan no comen”, piensa Carlos Arias, excoordinador de proyectos en una ONG internacional.
El también consultor médico explica que en el caso de la ciudad, era necesario implementar un enfoque sanitario que no sea únicamente restrictivo, sino de sensibilización y uso de métodos de protección. Aunque se sabe que no es tan eficiente como no salir, dice.
“La gente de a pie, la que si no trabaja no come, muchas veces no ha tenido una alta escolaridad. Y cuando le hablas del virus, contagio, incubación, no entienden. Por ejemplo, el uso de la mascarilla como método de protección. Ese insumo tiene poros de unas 100 micras, pero los virus están alrededor de los 150 o 200 nanómetros. Es como retener agua en un cedazo. (...) ”, opina.
No puedes parar una ciudad como Guayaquil sin causarle graves perjuicios. Habrá gente que no podrá comer