Ciudadanos: “Solo volveré a dormir cuando la Ferroviaria esté amurallada”
Vecinos reclaman la construcción de un muro en el puente para evitar la visita de delincuentes. Lamentan tener que aferrarse a las rejas por salvar sus vidas
En la ciudadela Ferroviaria, los vecinos no pueden confiar en nadie más que ellos, lamentablemente. No pueden hacer favores a ciudadanos ajenos al barrio, aunque quisieran; tampoco pueden caminar tranquilos por el malecón o las calles secundarias; y peor aún, pueden imaginar vivir sin rejas, simplemente porque el vecindario ha sido tomado por la delincuencia.
Guayaquil: Analizan relación de dos armas de fuego con muertes violentas en distrito Sur
Leer másDe hecho, el nivel de inseguridad es tal que los residentes han alzado la voz para reclamar la colocación de tubos metálicos en el muro norte de la avenida Barcelona, desde el puente El Velero hasta el monumento al Pescador, para evitar que los delincuentes continúen visitándolos.
“Desde la administración municipal anterior y la actual, existe el ofrecimiento de colocarlos. En una visita anterior la alcaldesa Cynthia Viteri dispuso que se cumpla este viejo anhelo... Sin embargo, pasa el tiempo y todo sigue igual, nadie nos dice nada. ¿Será necesario acaso una acción de hecho para que instalen la estructura?”, se pregunta el residente Ivo Orellana, quien habita en el lugar hace cuatro décadas. Y exige la obra para poder al menos dormir en paz.
Los vecinos de la Ferroviaria y La Fuente, aledañas, comparten el mismo terror de ser víctima de los asaltos que se reportan a diario, son grandes y violentos.
“Sabiendo que hay gente merodeando y que hasta camina por los techos, el sueño lo he perdido. Necesitamos la muralla. La necesitamos hasta para descansar. Vivir aquí es invivible”, coincide con él la residente Virginia González.
Las balas de la inseguridad alcanzan a los colaterales
Leer másConsultado sobre esta obra, que implica que el barrio tenga más rejas de las ya existentes, lo que apena a los residentes; el subdirector de Estudios y Proyectos de la Dirección de Obras Públicas, Luis Valdez, aseguró que se está finalizando el diseño del cerramiento, cuya longitud será de 350 metros y tendrá una altura de 1,50 metros. “A término de este mes será enviado al Portal de Compras Públicas, contemplándose posteriormente que los trabajos se ejecuten durante el primer trimestre del próximo año”, señaló.
Pero para las familias, esta promesa no es más que eso, una promesa. “Acá no nos han dicho nada pese al reclamo, por lo que creeremos en lo que dicen solo cuando veamos a los albañiles trabajando. Mientras tanto, reclamaremos. No queremos ser más testigos de cómo los infractores aniquilan al barrio, sin pudor y con saña”, señaló Walter Andrade, también del sector.
El barrio necesita de más controles, luz y muros. La obra en el puente nos dará calma, al menos ahora que matan por matar, y delinquen sin piedad.
Y es que en la Ferroviaria, conforme a las denuncias de la comunidad y lo observado por este Diario durante un recorrido, los chamberos y consumidores de drogas, además de los asaltantes, se cruzan el puente con tal facilidad que da la impresión de que están saltando nada más que un bordillo.
Los $ 24 millones en seguridad pierden la batalla en Guayaquil
Leer másBertha Manjarrés, quien vive y tiene su negocio desde hace medio siglo cerca de la avenida 14 A SO, que se conecta con la infraestructura, cuya base rodeada de agua y asentada en las orillas del estero Salado, sirve además de refugio a todo este grupo de personas; ha visto como los asaltantes, cual venados, tras robar corren, saltan y cruzan la estructura, sin ver siquiera a los lados, lo que ha provocado tales frenazos entre los conductores que han escapado de chocarse.
Esta ciudadela no tiene nada que ver con lo que era antes. Antes era alegre, vive, repleta de gente. Ahora da miedo, nadie confía en nadie y todos se resguardan.
El conductor Rubén Mallorga, quien ha sido víctima de un robo y un choque en esta ruta solo en el último mes, se queja de la calma con la que actúan las autoridades. “Nos pueden matar, juro que nos pueden matar. El que consume, el que delinque, el que limpia el vidrio del carro está armado. Si no le das lo que quiere, te pega un tiro. Si se te cruza por la ruta y no alcanzas a frenar y lo matas, a la cárcel vas tú. Aborrezco la forma como se está frenteando este problema”, argumenta, al lamentar que ahora solo sean las rejas la herramienta con la que pueden tener algo de calma para convivir.
El ataque a un conductor incrementa el miedo a parar en los semáforos en rojo https://t.co/Bix4XOl085
— Romulo Lopez Sabando (@lopezsabando) October 6, 2021
Ciudadanos: “Entre más filas hago, más expuesta estoy a que me den un balazo”
Leer másSi bien Orellana considera que una ciudad es libre solo cuando ninguno de sus espacios públicos tiene rejas, admite que los barrotes son ahora más que nunca necesarios para reducir la violencia de la que es víctima la comunidad. “Para mí es vergonzoso tener que admitir que esa es nuestra realidad. La Ferroviaria, que antes era una vecindad de paz y camaradería, se ha convertido en la ciudadela de los cercos eléctricos y murallas. Nuestras casas, que eran lindas, ahora son tapadas con paredes de dos a tres metros que impiden, o al menos intentan que los ladrones se metan”, se queja.
Ya nadie sale a caminar por miedo a los delitos. Lo hemos perdido todo y me apena porque hasta la convivencia se ha visto afectada. Nos urge la obra. Nos urge ayuda.
Guayaquil: Los negocios de la ciudadela Adace son víctimas del hampa
Leer másOrellana, quien lleva el detalle de cada uno de los delitos cometidos (hace apenas una semana robaron un vehículo en la calle Séptima; y en la novena, hace no más de doce días, golpearon a un taxista al que se le llevaron también el carro, detalla), lamenta que a causa de esta situación los vecinos estén huyendo.
“Hay casas abandonadas, vecinos que están migrando. Necesitamos que nos miren”, sentencia; mientras hace énfasis en el muro que, advierte, evitará también que el esmog que generan los vehículos que se desplazan por el puente, llegue hacia sus ventanas.
Vivimos con miedo. Vemos a a los infractores y los vemos atacando y escondiéndose, obligándonos a vivir encerrados todavía más que ahora.
Hay días, cuenta, en que las nubes de humo atraviesan prácticamente las ventanas. “El muro entonces servirá de defensa. Piensen en nosotros”, agrega.