La ciudadela Guayacanes lleva 30 años sin recibir la cura para sus males
Las ramas de los árboles en los parques abandonados se caen a pedazos. Los residentes dicen que el Municipio los tiene olvidados
Paola Pinos Tapia (55) vive desde hace tres décadas en la manzana 135 de la ciudadela Guayacanes, norte de la ciudad, y se atreve a decir que ese es el tiempo en que el parque ubicado frente a su vivienda está en total abandono y no presta las garantías sanitarias ni la seguridad necesaria para que los niños lo visiten.
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Leer másDe este problema y de otros existentes en el sector, ya tienen conocimiento las autoridades municipales, pero aún no hay una respuesta que alivie la preocupación de los residentes de este sector, dice Paola.
Ella llegó a Guayacanes cuando tenía 25 años y ahora que es presidenta del comité promejoras ha vuelto a insistir ante el Cabildo sobre la necesidad de intervenir esta área llamada irónicamente el Parque de los Niños.
El parque está lleno de maleza que cubre bancas, columpios y el resto de juegos infantiles. El monte crecido ha originado criaderos de mosquitos que incluso llegan hasta las viviendas cercanas.
Parques olvidados, calles y veredas destruidas, robos y asaltos a todas horas y trancones en las vías son algunas de las preocupaciones con las que deben convivir los residentes de la ciudadela La Garzota, norte de la ciudad.
— Diario Expreso (@Expresoec) March 23, 2022
Los árboles vetustos están totalmente secos y se han convertido en un peligro, debido a que las grandes ramas sin hojas caen con facilidad en el perímetro del parque, en los techos y cerramientos de las casas aledañas.
“Con la fuerte lluvia del sábado pasado, varias ramas se vinieron abajo y se fueron llevando las luminarias. Ahora el lugar también está oscuro”, cuestiona la dirigente.
Llevamos más de 30 años olvidados. Las autoridades municipales conocen nuestros problemas pero nada hacen para solucionarlos. No es justo lo que está pasando.
Su vecina Gina Vásquez, quien habita hace 33 años en la manzana 136, lamenta que los niños no tengan un lugar adecuado para jugar y que los adultos tampoco puedan distraerse. “No podemos venir a este parque por el riesgo de que nos caiga una rama de árbol o, peor aún, que se nos venga encima uno de ellos”, explica, al indicar que las raíces de los arbustos están vetustas y eso hace que los troncos estén a punto de caer y ocasionar una desgracia.
Vivimos con el temor de que en cualquier momento caiga una rama o tronco de árbol sobre nuestras cabezas o casas. El Municipio debería venir a podar estos arbustos secos.
Ella también forma parte del comité promejoras y dice que desde hace dos años, junto con otros vecinos, volvieron a insistir ante el Cabildo el mantenimiento del parque.
Los parques se marchitan a la par de las calles en la Alborada
Leer más“Nos dijeron que iban a intervenirlo, pero vino la pandemia y ese ofrecimiento no se cumplió. Ahora que vemos a la alcaldesa que está visitando otros sectores de la ciudad e inaugurando obras, le pedimos que se dé una vuelta por estas manzanas de Guayacanes para que palpe el peligro que representa este parque para los vecinos”, anotó.
Pero no es el único mal del que adolece esta ciudadela. Los malos olores que, a todas horas, emana una zanja de drenaje de aguas lluvias se ha convertido en un dolor de cabeza para todos los vecinos. Ellos piden el cierre de ese canal y la construcción de un ducto cajón para el desfogue de esos líquidos.
El canal, que separa a las ciudadelas Guayacanes y Samanes, está cubierto de maleza y basura que lo convierte en un sitio contaminante. “Aquí llegan chamberos y esparcen la basura. También vienen personas de dudosa procedencia a drogarse y a delinquir”, menciona Cecilia Quimí, quien habita a un costado de esta zanja.
Carlos Mendoza, quien habita hace 30 años en el sector, dice que este lugar se ha convertido en tierra de nadie. “Las autoridades se han olvidado de nosotros que queremos ver que los impuestos que pagamos se reviertan en obras a nuestro favor. No podemos seguir viviendo a la buena de Dios. Queremos que se nos tome en cuenta”, manifiesta con enojo.
El enfado de Carlos radica porque junto a su casa hay un solar abandonado desde hace 10 años que sirve de guarida de delincuentes. “Hace dos semanas, los antisociales treparon las paredes y llegaron hasta el patio de mi casa e ingresaron por la cocina para llevarse varios objetos. Personalmente he denunciado esta situación ante el Municipio, pero hasta ahora no han venido a cerrar esta área baldía que le está robando la paz a los vecinos”, resalta.
La amenaza de vivir junto a los cerros guayaquileños
Leer másLa falta de luminarias o la poca intensidad que tienen las que existen tornan peligroso este sector y preocupa más a sus habitantes.