La clase virtual: Entre lo jocoso y el deber
La pandemia lleva a trabajar o estudiar en línea. Es un mundo nuevo para muchos, lleno de aprendizaje tecnológico, así como situaciones graciosas y anecdóticas
Esposos pidiendo la camisa que no encuentran, sonidos de licuadoras, mascotas ladrando o maullando, niños solicitando un bocadillo, son algunas de las escenas que se han dado en estos cinco primeros días de las clases virtuales de las universidades y academias. Sus clases empezaron el lunes 4 de mayo y se espera que los colegios y escuelas de la región Costa inicien el lunes 18 de mayo, en ocho días más. La pandemia de COVID-19 hizo dar un giro a la educación, todos están obligados a aprender en línea. Antes en Ecuador era una opción tomar clases virtuales, en el país eso no era tendencia. Ahora en un ‘amanecer’, y por evitar más contagios de COVID-19, todos deberán aprender frente a un dispositivo. He aquí el reto y lo jocoso de la tarea.
LA ROPA INFORMAL Y LA FORMAL
A Andrés Vinueza, como alumno en un curso para aprender a dar clases virtuales, le habían mandado un correo de que tendría una clase no planificada a las 7:45, pero no lo leyó. Cuando ya estaba conectada la clase, lo llamaron para decirle que en breve empezaría a hablar el profesor. “Solo alcancé a lavarme la cara, los dientes y peinarme. Asistí en pijama a clase”, relata. Pero él no es el único que ha estado conectado vistiendo ropa informal. Alfredo Zambrano, alumno de Ingeniería Mecánica Industrial, se pone camisa formal, pero con ‘short’ y zapatillas de casa. “Es porque hace calor. Mis amigos al exponer se ponen saco y corbata, pero están con ‘short’ y sandalias, nos mandamos fotos”, dice. Aunque también hay quienes prefieren vestirse ‘completos’, “Hasta perfume me pongo, visto para mí. Me gusta sentirme bien”, cuenta Janaí Ortiz, alumna de Psicología.
LOS ERRORES
- Andrés Vinueza, en el rol de alumno, no se dio cuenta de que el micrófono estaba abierto y toda la clase escuchó un mensaje de voz que envió a una amiga. Y como profesor de Estadística le ocurrió que por querer mandar un documento a los alumnos hizo visible todo su escritorio. “Podían ver todos mis archivos y se vieron las respuestas de un ejercicio que debía enviar luego para desarrollar”, cuenta.
LAS MASCOTAS Y FAMILIARES QUE INTERRUMPEN
- “Una de mis compañeras de la academia de diseño de moda siempre nos contaba de los 30 gatos que tiene, cuando estábamos en el taller de elaborar patrones, en clases presenciales. Ahora que estamos en clases virtuales, los gatos salen en escena y cuando se olvida de apagar el micrófono hasta se los escucha. Entonces todos nos reímos. Igual aparecen mascotas de otras compañeras o niños que piden un bocadillo, o un esposo diciendo que no encuentra su camisa, y siempre el micrófono está abierto y se escucha todo”, indica Eli Viteri, alumna de diseño de moda.
CUANDO NO SE MANEJA LA TECNOLOGÍA
- “Hay alumnos que no manejan determinados programas y se les hace difícil ingresar a la clase y se conectan tarde. En el primer día se perdió entre 45 minutos y una hora hasta lograr que todos estén conectados. Pero estamos con la actitud de ayudar a todos”, relata Erwin Morán, profesor.
HABITACIÓN ESPECIAL
- Para evitar las interrupciones, como las relatadas antes, lo mejor es determinar una habitación especial desde donde se va a dar las clases, explica la licenciada parvularia Karina Riofrío, con base en lo que está aprendiendo en las capacitaciones que recibe del Ministerio de Educación de cómo dar clases virtuales. Agrega que las clases de una materia van a durar 30 minutos y se grabarán para enviar el link a los padres de familia. Las tareas serán sencillas.
CORRESPONSABILIDAD
- Entre lo jocoso también está el deber en las clases virtuales. Para la licenciada en Psicopedagogía Patricia de Portés, la cátedra virtual tendrá éxito en las escuelas y colegios fiscales en la medida de que los padres ayuden a los niños y adolescentes en sus tareas. El profesor va a aplicar técnicas de enseñanza que permitirán mantener la atención del alumno, como fotos, videos y la interacción. “Pero será necesario el apoyo de los padres o del adulto que esté en casa. Ahora, si el padre no sabe cómo resolver un ejercicio de matemática, puede ver primero la clase grabada y entonces ayudar a su hijo. Aquí la clave es no decir ‘no puedo’”.
Gastón Gagliardo
Vicerrector del Liceo de los Delfines
LAS HERRAMIENTAS
- Para evitar las situaciones jocosas antes relatadas los colegios particulares están haciendo clases de prueba. Por ejemplo, en el Liceo Los Delfines su vicerrector, Gastón Gagliardo, relata que se han preparado para que las clases sean interactivas. “Se ha planificado que las clases por materia sean de 30 minutos, que los alumnos tengan dos recreos. Además tendremos una hora solo para retroalimentación. Las clases se van a grabar por si se fue la energía y el alumno no se pudo conectar. El padre de familia debe solicitar la grabación. Otro punto que se ha organizado es un tiempo para atender a los padres en línea y estamos haciendo clases de prueba”. Agrega que la ventaja de la región Costa es que tuvo tiempo para prepararse. “Personalmente creo que es mejor que por ahora las clases sean virtuales. Mantener el distanciamiento donde hay cientos de alumnos es difícil ahora. Y hay que pensar que en cada hogar hay un abuelo que se puede contagiar. Por eso, hasta que las autoridades lo digan hay que seguir en clases en línea”. Entre las herramientas que van a utilizar está Idukay, que permite registrar asistencia, notas y la comunicación. Zoom, para dar las clases. Google Forms, para hacer encuestas y pruebas. Hay juegos como Kahoot y Quizziz, para aprender jugando. O Google Classroom, para enviar documentos y videos.
Karina Riofrío
Licenciada en párvulos
LA EXPERIENCIA
Sin duda hay expectación entre quienes van a asistir por primera vez a una clase virtual. Pero, “con disciplina se llega al éxito”, dice Sandy Martínez, profesora de Inglés, quien tiene la experiencia de dar clases del idioma virtualmente en una academia internacional con presencia en Ecuador, por dos años. Ella enseña a niños desde 4 años de edad hasta adolescentes de 16 años. Destaca que lo más importante es que el alumno tenga un espacio donde nadie lo interrumpa durante la clase. “Debe utilizar audífonos y un buen Internet”. En el rol de ella como educadora, le ayuda contar con una plataforma que tiene cámara y le permite escribir en la pantalla sin dar la espalda al alumno. “A los más pequeños se les enseña con canciones y juegos. Lo importante es que uno como profesora debe ser concisa al explicar”. Martínez destaca que en sus clases todos se conectan puntualmente y no hay interrupciones, porque para eso se hace un compromiso entre la academia, los padres y los alumnos.