Los colegios se reinventan para resistir a los apagones en Guayaquil
Clases en exteriores y soluciones innovadoras son la apuesta de autoridades
En medio de una crisis energética que parece no tener una solución a corto plazo, las instituciones educativas del Gran Guayaquil se enfrentan a un nuevo desafío: cómo continuar con sus actividades académicas a pesar de los apagones constantes.
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Leer másPara muchos de estos planteles, especialmente en la Costa ecuatoriana, los cortes de energía no solo interrumpen el uso de la tecnología, sino que también afectan el confort de los estudiantes y docentes debido a las altas temperaturas. Frente a este panorama, colegios de distintas zonas han implementado soluciones creativas para asegurar que el proceso educativo no se detenga.
Juan Carlos Rodríguez, rector del Centro Educativo Naciones Unidas (CENU), en La Puntilla (Samborondón), asegura que los apagones han impactado fuertemente en la gestión docente y estudiantil, ya que la tecnología juega un rol fundamental en el enfoque contemporáneo de la educación. “El calor en la Costa es un factor que afecta, especialmente si no se cuenta con climatización o ventilación”, reconoce.
Ante esta situación, la unidad educativa ha tenido que invertir en una planta generadora de energía, lo que, aunque necesario, ha impactado sus proyecciones de inversión. “Es un lujo que se ha convertido en una necesidad”.
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Rodríguez destaca que mientras se implementan estas soluciones, los docentes han recurrido a métodos tradicionales y a estrategias de trabajo en grupo para mantener el avance académico. “Hemos ajustado horarios para que las clases comiencen más tarde sin afectar el tiempo de salida. Además, se han organizado actividades al aire libre y en áreas abiertas”.
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Leer másLuis Franco, rector de la Unidad Educativa Santiago Mayor, en la vía a la costa (Guayaquil), describe una situación similar. El colegio ha recurrido a impartir clases en áreas verdes cuando las aulas no cuentan con energía, en un esfuerzo por mitigar el calor extremo.
“Nosotros usamos pizarras interactivas y pantallas ‘touch’, que requieren de energía. Cuando esto no es posible, optamos por regresar a la enseñanza tradicional en áreas verdes”, comenta rector de la Unidad Educativa Santiago Mayor.
Además, el colegio ha permitido a los estudiantes asistir con uniformes de Educación Física para que puedan estar más cómodos y soportar el calor. Esta medida, junto con el uso de generadores para mantener la energía en ciertas áreas del colegio, ha permitido que la institución no interrumpa sus actividades.
Juan Carlos Rodríguez
La decisión de no suspender clases ha sido clave para evitar un mayor retraso en el cronograma. “Suspender las clases generaría una pérdida mayor. Los padres han comprendido esto y nos apoyan en continuar con la jornada educativa”, concluye Franco.
Los expertos opinan al respecto
Marcos Pastor, inspector general de una unidad educativa privada al norte de Guayaquil, destaca la capacidad de los profesores para reinventarse frente a los cortes de energía. “Hemos implementado actividades manuales, papelógrafos y trabajos en grupo para reemplazar el uso de tecnología en el aula”, explica. Aunque su institución no ha reducido las horas de actividad, han recurrido a dar clases al aire libre cuando las condiciones lo permiten.
Luiggi Sáenz de Viteri, psicólogo y académico, concluye que aunque las medidas paliativas han permitido que las clases continúen, es urgente que las autoridades encuentren una solución a la crisis energética. “La educación no puede seguir dependiendo de soluciones improvisadas. Es fundamental que haya un compromiso claro de parte del Estado para garantizar la estabilidad de los servicios básicos, especialmente en un área tan sensible como la educación”, advierte Sáenz de Viteri.
Las escuelas fiscales no se quedan atrás. Dolores Cardoso, rectora de la Unidad Educativa Fiscal Patria Ecuatoriana, explica que el Ministerio de Educación ha establecido un cronograma de contingencia para organizar las actividades según los horarios de los apagones. Pese a que esto ha permitido una cierta organización, las clases vespertinas y nocturnas han tenido que adaptarse a un formato virtual o asincrónico, dependiendo de la conectividad de los estudiantes. “Nos coordinamos mediante Zoom o Teams cuando es posible”, señala.
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