Colocan puentes bailey para enfrentar a El Niño
Las parroquias Colonche y Julio Moreno, las más vulnerables por las lluvias
Manuel Orrala, comunero de Loma Alta, ubicada en el ala norte del cantón Santa Elena, está más tranquilo al ver que ya está habilitado el puente bailey que une a su población con la vecina localidad de El Suspiro, área en donde predomina la actividad agrícola. “Fue una aspiración de tantos años, por fin las autoridades nos escucharon. Esperamos que el fenómeno de El Niño no sea tan fuerte como dicen y podamos enfrentarlo sin problemas”, señala Orrala.
Las lluvias desprenden dos tramos de la carpeta asfáltica de vía a la costa
Leer másEl nuevo ducto servirá a más de tres mil pobladores que habitan en ambas localidades y que podrán sacar sus cosechas en el invierno sin tener problemas por la falta del puente. Es que el desborde del río siempre los dejaba aislados, narran los habitantes de esta parte de la Península. “Cuando el invierno es fuerte, acá padecemos por falta de alimentos y medicinas. Sobrevivimos con lo que produce la tierra, por eso este puente va a ayudarnos muchísimo”, comenta el dirigente comunal, Rómulo Méndez.
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La infraestructura vial entre las comunas peninsulares es una de las preocupaciones que genera a las autoridades la inminente llegada del fenómeno de El Niño, por eso se trabaja contra reloj para mejorar las vías principales y secundarias del área rural peninsular.
La provincia de Santa Elena desconoce los planes para enfrentar a El Niño
Leer másSegún el Departamento de Gestión de Riesgos de la Prefectura, ya se han colocado cinco puentes bailey en poblaciones que por las lluvias se quedan aisladas. Otros cinco puentes de estructura de cemento se han construido en vías principales, dos en la carretera Tugaduaja-Engunga, otro dos en la zona de Colonche y uno más en la vía Sacachún- Julio Moreno.
Para mejorar la conectividad y prevenir el aislamiento durante la época invernal, los pobladores de las diferentes comunidades han participado en las mesas técnicas en donde dan a conocer las diferentes necesidades.
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En las vías en donde se forman riachuelos se ha colocado tubería de gran dimensión y en otras se han construido puentes badenes y así evitar el colapso de las carreteras.
“Nos preocupa mucho que se pierdan los cultivos en las fincas, además, es importante que en los meses de invierno fuerte se nos ayude a buscar mercados para la venta de los productos”, comenta el ciudadano Felipe González.
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Leer másSegún datos estadísticos del Gobierno Provincial de Santa Elena, al menos cuarenta mil familias se asientan en los sectores rurales de esta zona, las poblaciones asentadas en las parroquias Colonche y Julio Moreno son las más vulnerables.
El 5 de octubre pasado, estuvieron presentes en la Península miembros del Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (Ciifen), estos participaron en una charla técnica sobre la situación actual, evolución, perspectivas a corto y mediano plazo del evento océano-atmosférico.
Yolanda González, representante del Ciifen, presentó las sugerencias que las autoridades deberán seguir. “Tenemos que prepararnos para lo impredecible. Se debe garantizar la seguridad y bienestar de todos”, refirió la experta.
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“Estamos empeñados en mantener expeditas las vías para la movilidad de peatones y vehículos. En la época de lluvia se desplegará maquinaria pesada en todas las seis parroquias rurales que tenemos para que en caso de deslaves u otras emergencias se las pueda solucionar de inmediato”, señala el prefecto José Daniel Villao.
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Leer másEn Juntas del Pacífico, a 25 kilómetros de la carretera que conecta Guayaquil con Playas, en una de las estribaciones de la cordillera de Chongón Colonche, las personas “que ya tenían edad para morir”, se acostumbraron a vivir con sus ataúdes listos para el momento de sus muertes. Antes no había carreteras y en los inviernos los pasos se cortaban.
Llegar hasta la carretera asfaltada tomaba hasta cinco horas en caminos que eran completos lodazales. Como en el pueblo no había funerarias, si alguien moría no tenía caja en la que se lo pudiera sepultar. Es así que las personas compraban sus ataúdes y las colocaban donde podían. Bajo la mesa del comedor, sobre la cama en la que duerme, a un costado de la sala. Eso sí, bien cuidado y mandado a hacer con la mejor madera. Así hasta que tocaba morir.
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