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Registro. A finales de 2021 el Municipio aseguró que tenía más de 1.000 espacios en la red de mercados para los comerciantes que decidan formalizarse
Alex Lima

Guayaquil: el comercio informal no da respiro a los sitios turísticos

Una ordenanza lo prohíbe en cinco puntos, pero pasa por alto. Guías turísticos alertan de molestias e inseguridad. Piden control eficiente y tener distintivos

Se pasea por la acera del Malecón 2000 cargando una paca de botellas con agua, pero no se atreve a entrar. Vio que otra persona ofrece el mismo producto, con snacks, hidratantes y cigarrillos, luego de que escaló el cerco metálico. Su presencia pasa desapercibida por un guardia de la intersección de la 9 de Octubre, por lo que aprovecha para vender sus productos por este tramo, donde niños ocupan los juegos mecánicos y los turistas se fotografían con estatuas o posan de espaldas al manso río Guayas.

COMERCIIO

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Metros más adelante, por la Junín, sobresale otro vendedor y aborda a extranjeros. A partir de este punto hay más ‘competencia’, pues cerca de La Noria, se multiplica la informalidad, donde la venta se da hasta en las bancas. Así lo comprobó EXPRESO en un recorrido por este sitio turístico en el que, pese a que existe una ordenanza que prohíbe la venta ambulante, esta se registra a cualquier hora.

El documento está vigente hace más de 15 años y fijó la prohibición en otros cuatro puntos: la 9 de Octubre, excluyendo el Centenario, la avenida José Joaquín de Olmedo, el sector comercial y el barrio del Centenario, ubicado en el sur.

La pandemia y la falta de un empleo son los argumentos por los que Carmen, una vendedora de dulces y comida rápida, dice haberse escabullido entre la multitud que ingresa al Malecón 2000 e incluso al Puerto Santa Ana, para vender. Admite que a lo largo del sitio “abundan” los vendedores. Mientras habla, ella oculta sus hamburguesas en una mochila, con el objetivo de pasar inadvertida.

También hay mitos populares como productos con escopolamina, vuelto con billetes falsos... El vendedor también está expuesto a que le roben, por lo que hay que buscar un término medio

Enrique Cabanilla, director de Turismo en la Universidad Central del Ecuador

A lo largo del bulevar de la 9 de Octubre ocurre lo mismo, pese a que están algunos metropolitanos plantados en ciertas esquinas. Da igual. Aunque la ordenanza lo prohíbe, igual se asienta el comercio informal, desde espumillas, gelatinas, accesorios de celulares, pijamas, camas y ropa para perros...

Aunque hace menos de un año la Bahía, en el mismo centro, se tomó un ‘respiro’ tras del retiro de comerciantes informales, estos de alguna u otra manera se desplazaron hacia otros sectores. Un ejemplo es que aumentaron en las zonas turísticas ofreciendo hasta comida criolla al paso.

VENDEDORES INFORMALES (6994596)

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Al ser la carta de presentación del turismo local, diferentes operadores turísticos denuncian que, entre estos, se camuflan delincuentes y eso es lo “molestoso”.

“Ya he tenido a compañeros que les han robado cerca del parque Seminario y a otro que lo han seguido por estar con turistas. Cualquier persona que se acerque a un grupo, más que molestoso, va a encender las alertas”, recalca Allyson Alemán, una guía turística y quien ha encontrado trabas en el trabajo en esta zona céntrica por la mendicidad que existe.

El director del Cuerpo de Agentes del Control Metropolitano, Jaime Dávalos, confiesa que aunque la regla está escrita, hay violación en ella, y que continúa dándose pese a que se haya duplicado el tamaño del cerco metálico. “Por eso es que tenemos conflicto con los vendedores, hacen lo imposible para ubicarse en donde no pueden”, remarca.

Y es por este motivo que visitantes como Eduardo Briones cuestionan que las normas queden en el papel. “Los controles en esta ciudad pasan desapercibidos o a un grupo achacan más. Entiendo que todos debemos trabajar, pero hay mucho desorden. Ese es el problema, que hay caos, que no hay reglas”, cuenta.

La informalidad se traduce a que debemos ordenarnos para visualmente tener un lugar así y con mejor flujo. Los verdaderos lugares turísticos viven en orden

Karla Maldonado, ciudadana

Corina Orozco, una guía nacional de turismo y que realiza actividades afines con extranjeros, también denuncia que hay vendedores que fatigan, al igual que familias pidiendo limosna. “Yo les pregunto a los guardias por qué no hacen nada, pero me dicen que se ponen más bravos y es un problema”, se lamenta Orozco, al decir que esta situación la ha visto tanto en el Malecón como en el parque Seminario.

Enrique Cabanilla, director de Turismo en la Universidad Central del Ecuador, recalca que este tema tiene dos aspectos. Uno de ellos es cuando forma parte de un atractivo, como el Once, en Buenos Aires, que es totalmente informal y en el que se venden hasta artesanías y forma parte del atractivo de esta área; pero en la otra orilla está cuando una persona se acerca a vender y el turista se siente “invadido”. Pone como ejemplo el Centro Histórico de la capital.

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“He visto que, a los quiteños, se les acerca un informal y la reacción ha sido de miedo, incluso buscan a un agente metropolitano”, afirma el académico, quien reconoce que, en el caso de Guayaquil, hay que buscar un término medio. “Es decir, que haya seguridad tanto para el uno como para el otro; que el vendedor tenga una identificación, por ejemplo, y así se regulariza”, concluye.