El comercio de trajes típicos repunta en festejos julianos
Los estudiantes usan los atuendos para participar en los desfiles y pregones. Los dueños de locales exponen una variedad de prendas y recuperan ventas
En sus rostros hay optimismo y satisfacción, algo que no habían expresado desde hace dos años, cuando a consecuencia de la pandemia por la COVID-19 los desfiles y pregones cívicos se suspendieron, originando que las ventas de atuendos y trajes típicos se paralizaran. Hoy el panorama es diferente y la reactivación empieza a verse en aquellos locales que visten a los estudiantes en las fiestas julianas.
Los ‘enemigos’ de la tradición en Guayaquil
Leer másA diferencia del 2020 y 2021, los almacenes ubicados en los alrededores del Mercado Central, Lorenzo de Garaycoa y 6 de Marzo, entre Clemente Ballén y 10 de Agosto, han recobrado su ritmo de trabajo.
Los colores celeste y blanco prevalecen en los trajes típicos, como los vestidos guayaquileños, así como en las guayaberas, sombreros, sombrillas, cotonas, pañuelones, corbatas, cintas y mitones.
Las faldas y las blusas floreadas, utilizadas en los bailes folclóricos, también tienen buena demanda, al igual que los gorritos de papel de Juan Pueblo y los machetes que identifican al montuvio.
Los trajes de bastoneras se suman a la venta en estas festividades. Cientos de jovencitas y niñas los solicitan para utilizarlos en las diferentes presentaciones que se programan en sus respectivos planteles.
Las ventas han repuntado. No hemos incrementado los precios de las mercaderías porque estamos conscientes de la situación económica de los clientes que es la misma de nosotros.
Vicente Tigua (47), quien desde hace 30 años trabaja en la venta de trajes típicos, en su local ubicado en 6 de Marzo y Sucre, indica con satisfacción que en la última semana de junio vendieron cerca de 40 atuendos diarios, a propósito de los pregones que se celebraron el 1 de julio; mientras que el fin de semana anterior el comercio incrementó.
Vale la pena hacer un esfuerzo por adquirir los trajes típicos para nuestros hijos, con ello ayudamos a fomentar el civismo y el amor a la ciudad, a través de su participación.
“La venta de estos implementos está mejorando y espero que repunte en el transcurso de esta semana, antes del 25 de julio, ya que miles de estudiantes los adquieren para participar en los desfiles que programan los centros educativos y otras entidades”, reitera, al resaltar que su local se caracteriza por expender mercadería barata y bien confeccionada.
Así lo corrobora Mónica Morán, quien con su hija Josselyn Murillo y su sobrina Jennifer Gaibor adquirieron unos trajes guayaquileños.
En el mes de julio me gusta comprar banderas y banderines celeste y blanco para colocarlas en las ventanas de mi casa. Con ello demuestro el civismo que me embarga.
“Aquí he podido encontrar un vestido a 6 dólares, una sombrilla a 4 dólares, los mitones a 2 dólares y un sombrero a un dólar”, explica, mientras le toma fotos a una variedad de maniquíes que Tigua tiene en los exteriores de su local en los que exhibe la mercadería.
A pocas cuadras está el almacén Mathías donde se confeccionan y venden trajes típicos y otros accesorios. Fanny Morocho (30), su propietaria, es la encargada de elaborar las prendas que van desde vestidos, diademas, peinetas, hasta sombreros y todo lo que necesita una ‘guayaquileña bonita’.
“Los valores de las prendas varían de acuerdo con el tamaño y la calidad de la tela (satín o randa), aunque siempre estamos pendientes de la economía del cliente”, destaca, al tiempo de indicar que el valor de un vestido celeste y blanco fluctúa entre los $ 5 y $ 15, mientras que el conjunto de traje floreado no sobrepasa los $ 7.
La venta de banderines con los colores celeste y blanco y los amarillo, azul y rojo tienen buena demanda.
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Leer másDesde el jueves pasado se observan a muchos padres de familia adquiriendo por docenas estos elementos, que sirven para adornar las aulas y los patios de los planteles donde se educan sus hijos.
Muchos banderines están confeccionados con plástico; pero hay otros elaborados con papel cometa.
Los comerciantes aseguran que están trabajando hasta los domingos, con la finalidad de satisfacer la demanda de los clientes que esperan los fines de semana para hacer sus compras. “Estamos contentos porque los festejos julianos han sido el inicio de nuestra reactivación económica, que ha venido de la mano con el retorno de los estudiantes a las clases presenciales”, menciona Gregorio Lozano, quien reconoce que en 2020 no vendió nada y en el 2021 apenas lo hizo en un 15 % en comparación con el 2019.
No obstante, esperan que los negocios recobren el ritmo que tenían antes de la pandemia, donde en el mes de julio había jornadas en las que cada día ganaban más de 100 dólares.